Tierra

Medio ambiente como daño colateral del conflicto entre Rusia y Ucrania

Tras seis meses de conflicto, la medición del impacto medioambiental de la guerra en Ucrania está aún en pañales. Los centros industriales ucranianos, atacados por Rusia, han liberado sustancias peligrosas para el ser humano y la naturaleza. La biodiversidad se ha visto especialmente afectada por los combates: el suelo, los ríos, los animales y las plantas ya están sufriendo. Pero el alcance de los daños sólo se conocerá cuando la guerra haya terminado.

Un tanque de infantería ruso arde lentamente a lo largo de una carretera ucraniana. En seis meses de guerra, Rusia ha perdido 5.420 vehículos militares en Ucrania, según Estados Unidos. Casi otros tantos restos de chatarra han sido abandonados, a veces en medio de la nada, lo que preocupa a los activistas del Grupo de Conservación de la Naturaleza de Ucrania (UNCG).

«La capacidad de los depósitos de las cisternas rusas puede oscilar entre 500 y 1.600 litros», subraya este grupo ecologista. Aunque algunos de estos tanques estaban vacíos, «una cierta cantidad de petróleo se escapó». Los lubricantes y el gasóleo contienen plomo y otros metales pesados, arenosos policíclicos presentes en todos los combustibles fósiles y otros compuestos orgánicos volátiles», advirtió la ONG.

La contaminación de los ríos y suelos ucranianos sigue siendo uno de los principales temores de los ecologistas. Esta preocupación está justificada en este país, uno de los más industrializados de Europa, que cuenta con un stock de 6.000 millones de toneladas de residuos líquidos procedentes de la actividad minera e industrial. Durante los últimos seis meses, estos lugares han sido objetivos frecuentes de los ataques rusos.

Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el conflicto ha causado daños en muchas zonas, con incidentes en centrales e instalaciones nucleares, infraestructuras de petróleo y gas, como refinerías, plataformas de perforación, oleoductos de distribución, minas de carbón y emplazamientos agroindustriales. En estas explosiones se liberaron sustancias peligrosas, como disolventes, fertilizantes y ácido nítrico.

«Envenenamiento del aire»

Dada la magnitud del fenómeno, la ONU ha advertido de un «legado medioambiental tóxico» para Ucrania y su región. El Ministerio de Ecología ucraniano habló de «envenenamiento del aire» por «sustancias especialmente peligrosas». «Los contaminantes pueden ser transportados por los vientos a grandes distancias», advirtió Kiev en un informe de julio, tras registrar numerosos incendios provocados por los ataques rusos a gasolineras y centros industriales, incluida la central térmica de Vouhlehirsk, en la región de Donetsk.

Cerca de la ciudad de Ternopil, al este de Lviv, las muestras de agua del río mostraron niveles de amoníaco 163 veces superiores a los normales, y de nitrato 50 veces más altos, después de que los restos de un misil ruso cayeran sobre una fábrica de fertilizantes.

Además, el Grupo de Conservación de la Naturaleza de Ucrania llama la atención sobre la contaminación causada por el azufre que contienen las bombas «que destruyen las semillas y las raíces de las hierbas con el ácido sulfúrico que se forma al contacto con el agua». «Este conflicto es extremadamente contaminante en su intensidad y extensión. Ninguna región de Ucrania se ha librado», dijo Nickolai Denisov, director de la ONG suiza ‘Zoi Environment Network’.

Riesgo para la biodiversidad

Ucrania tiene muchas zonas protegidas con especies únicas. La UNCG ha elaborado una lista de una veintena de plantas endémicas cuya conservación está amenazada por las explosiones, el paso de vehículos militares y los devastadores incendios que nadie apaga en las zonas de combate.

Una de cada tres hectáreas destruidas por el fuego en Ucrania es una zona protegida, afirma la ONG, que ha contabilizado más de 37.000 incendios provocados por los ataques entre febrero y junio -sólo cuatro meses de guerra- basándose en los datos recogidos por las imágenes de satélite de la NASA. «Estas plantas se encuentran en los territorios ocupados por Rusia, donde se producen bombardeos a gran escala. Si perdemos estas especies en su entorno natural, las perderemos para siempre», lamentan los activistas.

Más inesperadamente, los delfines tampoco se salvan. En el Mar Negro, las emisiones de sonar de los buques de guerra destruyen el oído interno de estos animales y perturban su vida cotidiana. Cerca de 3.000 cetáceos han aparecido muertos en las costas de la región desde el inicio del conflicto, según un recuento realizado por científicos turcos, ucranianos, rumanos y búlgaros.

Ucrania es también una zona de tránsito para las aves migratorias, y la costa del Mar Negro es una zona de anidación. Varias reservas naturales, situadas en zonas de combate, desempeñan un «papel extremadamente importante en la conservación de las poblaciones de muchas especies de aves a escala europea», afirma el Grupo de Conservación de la Naturaleza de Ucrania. Sin embargo, los agentes de conservación ya no pueden visitar estas zonas. «Descubriremos el alcance de los daños más adelante», lamentan los activistas medioambientales.

Censos de campos de batalla

«Creemos que mientras los soldados de las fuerzas armadas ucranianas luchan para detener el genocidio del pueblo ucraniano, el frente ecologista debe garantizar la prevención del ecocidio», dijo la ONG. «Nos faltan datos precisos, porque de momento es imposible hacer encuestas en las zonas de combate, ya sea porque hay minas o porque son líneas de frente o territorios ocupados. Pero sigue siendo esencial medir el impacto de la guerra con precisión», explica Oleksiy Vasyliuk, director del UNCG.

«Esto llevará tiempo una vez que la guerra haya terminado. Mientras tanto, hay que documentar lo más posible los combates para poder medir sus consecuencias en el medio ambiente», advierte Nickolai Denisov, cuya ONG, apoyada por las Naciones Unidas, ha publicado un mapa interactivo de los riesgos medioambientales de esta guerra.

Por su parte, el Gobierno ucraniano está haciendo un inventario diario de los daños medioambientales atribuidos a los rusos y está estudiando la posibilidad de solicitar una indemnización por los daños causados ante los tribunales internacionales. Mientras tanto, Kiev ya se ha comprometido a llevar a cabo un plan de restauración medioambiental financiado por la Unión Europea y otros socios, cuyas líneas generales se presentaron en julio. El plan incluye la replantación de árboles y la construcción de numerosos centros de rehabilitación para animales salvajes.

Sin embargo, varias organizaciones ecologistas se muestran recelosas. Acusan al Gobierno ucraniano de aprovechar la oportunidad para aumentar la cantidad de tierra cultivable a expensas de los bosques y acelerar la tala de árboles. Han enviado una carta a la Comisión Europea pidiéndole que garantice que la iniciativa, que incluye miles de millones de euros en subvenciones y préstamos, vaya acompañada de fuertes condiciones medioambientales.

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