Especialistas señalaron que existe una relación directa entre la mala calidad del aire y la letalidad del COVID-19, ya que las personas que habitan en lugares con altos índices de partículas contaminantes suelen tener tasas de mortalidad y morbilidad más altas.
“El daño a los pulmones que resulta de vivir en una zona con mala calidad del aire, puede aumentar el riesgo de mortalidad de COVID-19”, alertó Gabriel Quadri de la Torre, coordinador del equipo de especialistas.
Informó que, típicamente, las partículas contaminantes menores a 10 micras y menores a 2.5 micras (PM10 y PM2.5 respectivamente) son responsables de contribuir al desarrollo de la hipertensión, diabetes y aterosclerosis, además de cáncer de pulmón, Alzheimer, Parkinson y autismo, un menor desarrollo cognitivo en niños y jóvenes, ya que son factores de inflamación, estrés oxidativo y disfunción vascular endotelial.
Destacó que, en el contexto de la emergencia sanitaria, una persona que ha vivido en un lugar donde históricamente la calidad del aire ha sido mala (especialmente por la alta concentración de PM2.5 Y PM10), puede presentar sintomatología aguda en caso de contagiarse por COVID-19, debido a inflamación previa y estrés inmunológico.
“Estamos observando que el COVID-19 tiene tasas de mortalidad más altas al aumentar la concentración de los niveles de PM2.5 y PM10 en la escala espacial, lo que puede afectar el proceso de los pacientes desarrollados de leves a severos”, dijo.
Los expertos de Sistemas Integrales de Gestión Ambiental S.C. sostienen que la tasa de letalidad del COVID-19 en México tiene una relación directa con patrones en densidad urbana y concentración geográfica de partículas contaminantes.
“Hay estudios científicos en Estados Unidos e Italia que demuestran que, en aquellas zonas con niveles elevados de contaminación por PM2.5, la mortalidad por COVID-19 se incrementa en más de 15%”, subrayó Alejandra López Villalobos, experta en mitigación de gases de efecto invernadero.
Los especialistas concluyeron que existen implicaciones potenciales entre la contaminación atmosférica y la letalidad del COVID-19. “Con estos hallazgos, es necesario que se implementen acciones definitivas y eficaces para disminuir la mala calidad del aire, las cuales resultarán claves para el mejoramiento de la salud de la población”, abundó López Villalobos.
Insistieron en que, a pesar de que las autoridades locales han restringido la movilidad y las actividades económicas no esenciales, la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) continúa registrando altos niveles de contaminación por ozono, por PM2.5 y PM10, cuya concentración promedio anual en años recientes rebasa la normatividad oficial (NOM-025-SSA1-2014).
“Esto, incluso, en el periodo de cuarentena en el que la calidad del aire en la Ciudad de México ha rebasado las normas respecto a niveles de ozono y partículas PM2.5. Ello, a pesar de una disminución de entre 60% y 70% en el tránsito vehicular y de la aplicación generalizada del Hoy NO Circula”, señalaron.
Finalmente, los especialistas exhortaron a las autoridades federales de medio ambiente y salud, así como a los gobiernos estatales y municipales de la Zona Metropolitana del Valle de México, a atender la problemática de la calidad del aire, ya que, como se ha demostrado, tiene un impacto negativo en la salud pública y, particularmente, por ser un factor que agudiza la sintomatología relacionada con el COVID-19.