Tierra

El suelo y su conservación ante la Covid-19

El suelo, recurso imprescindible en la producción agrícola, requiere hoy un mayor uso y conservación ante la pandemia de Covid-19, que impacta en la economía mundial y agudiza la pobreza y el hambre.
Sin embargo, no pocos expertos coinciden en que ese elemento primordial para el desarrollo de los cultivos y la obtención de alimentos es, tal vez, el más olvidado del medio ambiente.

Se bebe el agua y se respira el aire, pero no se come el suelo, que nos alimenta directamente y es el más desconocido de los grandes medios del planeta.

No obstante, es casi unánime entre analistas el preocupante diagnóstico de los científicos sobre la actual situación de ese recurso: su degradación como consecuencia de la actividad del ser humano se acentúa sin cesar.

Se trata de un elemento vivo y frágil que se degrada cuando la erosión arrastra materia hacia los ríos o el océano a una velocidad mayor que la de su reconstitución natural.

De acuerdo con fuentes especializadas, a escala planetaria sufre erosión anualmente una superficie equivalente a la del Reino Unido (242 mil 495 kilómetros cuadrados).

No obstante, los expertos advierten que ese agente degradante no es el principal enemigo, sino el ser humano, que con su actividad irracional acentúa la desertificación y otros procesos de deterioro del suelo.

Cabe señalar, como ejemplo, la compactación de los terrenos cultivables provocada por el sobreuso de la mecanización agrícola, fenómeno que modifica la actividad biológica y la circulación del agua.

También merece mención en ese sentido, agregan los conocedores, la tala indiscriminada de árboles, la cual agudiza la degradación del suelo.

Este constituye la epidermis, la capa superficial de la tierra y cuyo espesor va de algunos milímetros a varias decenas de metros, según una definición.

Representa, además, un patrimonio que merece la mayor protección, como el agua, el bosque y el aire, y su importancia para el medio ambiente debería apreciarse mejor.

Analistas concuerdan en que el impacto de la Covid-19 en esta esfera se circunscribe a su efecto en el mayor o menor uso de la mano de obra en el campo, la reducción de ingresos económicos de los productores agropecuarios y la amenaza a la seguridad alimentaria.

También, a la continuidad de la extracción de petróleo -puede provocar el derrame sobre los suelos-, la tala indiscriminada de árboles -impulsa el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad- y de otras actividades nocivas para la capa cultivable.

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