Tierra

El científico que decidió buscar la picadura más dolorosa de la Tierra y ya lleva más de mil en su propio cuerpo

No solo es que la calle en la que pasé la mayor parte de mi infancia no estaba asfaltada, es que a lo largo de uno de los lados de ella solo había un viejo muro de bloques de hormigón. Bloques de hormigón infectados de avispas en cuanto llegaba el verano. Soy incapaz de recordar la cantidad de picaduras que me llevé volviendo de la piscina municipal, pero recuerdo nítidamente el miedo que le cogí a algunas zonas de ese maldito muro.

Lo que nunca me pregunté (lo que nunca me he preguntado) es por qué me picaban. Y no, no hablo de «psicoanálisis» sino de biología evolutiva. ¿Por qué algunos insectos pican, por qué algunos son venenosos, qué razones evolutivas se esconde detrás de ese rosario de avispas que me martirizaban en verano? Justin Schmidt también se lo preguntó, pero este entomólogo de la Universidad Estatal de Pensilvania tenía más arrestos que yo.

Cogió centenares de bichos peligrosos y se sometió a sus picaduras para ordenarlas en función del dolor.

«El aguijón salvaje»

No por sadismos, claro. Schmidt llegó a la conclusión de que las picaduras dolorosas solo tenían explicación en la medida en que los insectos se volvían sociales. O, dicho de otra forma, solo cuando las colonias de himenópteros se volvían lo suficientemente grandes como para atraer a los depredadores, estos insectos tuvieron presiones evolutivas para desarrollar herramientas disuasorias como el veneno y las picaduras dolorosas.

Lo que pasa es que Schmidt necesitaba algo más que una curiosa teoría: necesitaba poder relacionar toxicidad y dolor con sociabilidad. La parte de la toxicidad era sencilla, pero la del dolor no. No había una escala del dolor, ni nada parecido. Por eso, en 1983 se dispuso a sistematizar el campo y creó la primera lista de picaduras organizada por dolor.

Con el tiempo, Schmidt fue revisando la lista y finalmente publicó un interesantísimo libro en 2016 en el que cuenta la historia de los insectos con aguijón y la suya propia.El resumen es que, en fin, la ciencia a veces es algo bastante doloroso.

Las picaduras más dolorosas del mundo, según Schmidt

¿Pero cómo de dolorosa? La escala de Schmidt establece cuatro niveles de dolor que van desde el 1 (en el que incluye, por ejemplo, a la abeja excavadora urbana que describe como «casi agradable, como un amante que te ha mordido el lóbulo de la oreja con demasiada fuerza») hasta el 4 que, como en el caso de las hormigas bala, describió como «un dolor puro, intenso y brillante… como caminar sobre carbón en llamas con un clavo de tres pulgadas incrustado en tu talón».

Nuestros compañeros de Magnet tienen una lista maravillosa de insectos con muchos detalles sobre ellos. Incluida la probabilidad de que te encuentres con uno de esos monstruosos bichos del diablo. Pero, por si no tienen tiempo de leerlo entero, ya os recomiendo evitar las avispas cazatarántulas (Pepsis spp), las hormigas bala (Paraponera clavatay las avispas armadillo (Synoeca septentrionalis). El que avisa, no es traidor.

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