Hay una distancia creciente entre América del Norte y Europa, y no está impulsada por diferencias políticas o filosóficas: ¡es causada por la convección del manto!» Así de entusiasmado se ha mostrado Nick Harmon, uno de los profesores de la Universidad de Southampton que ha dado respuesta al inquietante ensanchamiento del Atlántico.
En este océano no hay grandes placas tectónicas que se estén hundiendo. Sin embargo, cada año las costas del continente americano se separan unos cuatro centímetros de las de Europa y África.
Para comprobar qué pasaba desplegaron sus sismómetros en el fondo del océano durante un año y estuvieron diez semanas en alta mar recabando sus grabaciones. Concretamente estudiaron la cordillera submarina que divide el Atlántico norte y el sur. Estamos ante una de las zonas con más actividad sísmica de la Tierra.
Esta cordillera submarina sirve de línea divisoria entre las placas que se mueven hacia el oeste y hacia el este. Cada vez que se separan las placas, el manto terrestre aflora y rellena el hueco, separando aún más los continentes.
Se creía que estas pequeñas irrupciones del manto se producían a mayor superficie, en torno a 60 kilómetros, pero han registrado emanaciones a más de 600 kilómetros de profundidad. Este descubrimiento trastoca todo los conocimientos previos sobre cómo influyen estas pequeñas crestas en los movimientos sísmicos: «Los increíbles resultados arrojan nueva luz en nuestra comprensión de cómo el interior de la Tierra está conectando con la tectónica de placas, con observaciones nunca antes vistas», ha explicado otro de los autores del estudio, Matthew Agius, según recoge The Daily Mail.
Esperan desarrollar mejores modelos para advertir de los desastres naturales. Además, aseguran que la tectónica de placas, con su impacto en el nivel del mar, afecta también a las estimaciones que han realizado sobre el cambio climático.