Un fósil recuperado en Brasil revela la existencia de un extraño pterosaurio que a pesar de sus alas, prefería caminar.
La redada ocurrió hace 8 años. En 2013, un escuadrón de la policía brasileña encontró 30 mil fósiles prehistóricos en diferentes estados de conservación, a punto de ser vendidos en el mercado negro internacional. Una de las piezas corresponde a una especie de pterosaurio nunca antes analizada por la ciencia que, a diferencia de otras, parecía tener una predilección particular por quedarse en la tierra —a pesar de tener alas.
Con los pies en la tierra
A diferencia de otros dinosaurios, los pterosaurios se caracterizaban por ser carnívoros voladores. Estos reptiles ancestrales tenían un sentido agudo de cacería. Los restos que se han encontrado sugieren que se alimentaban de animales más pequeños, así como de otros reptiles menores.
No sólo eso: parece ser que tenían una habilidad congénita para volar, incluso desde sus primeros días de vida. Por esta razón, los paleontólogos de NOVA School of Science & Technology en Caparica, Portugal, se sorprendieron por la estructura ósea del ejemplar hurtado en Brasil.
Ubicaron al animal entre los Tupandactylus navigans, que generalmente eran masivos y tenían cráneos grandes. Habitaron el planeta durante el periodo Cretácico, entre 140 y 100 millones de años atrás, y generalmente tenían cuellos cortos para poder sostener el peso de una cabeza tan robusta.
6 fragmentos de un mismo animal
«Es una pena», se lamenta Victor Beccari, paleontólogo de la institución portuguesa. A pesar de que los restos de pterosaurio estaban completos, habían sido fragmentados por la mano humana, seguramente para poderse transportar. Sin embargo, los investigadores a su cargo lograron usar este obstáculo a su favor.
Colocaron las piezas en un escáner de TC, para producir un modelo en 3D de cómo se pudo haber visto físicamente el ejemplar. Empezaron por el esqueleto, y sólo así, lograron ver partes aún más enterradas en el pedazo de roca recuperado. Según Beccari, éste es el ejemplar más completo encontrado por la ciencia contemporánea.
Debido a su cabeza masiva, los expertos aseguran que volar le resultaba particularmente complicado. Por esta razón, estiman, esta especie prefería mantenerse en la superficie de la tierra. No sólo eso: parece ser que tenía patas traseras muy largas, en contraste con sus brazos cortos. Es posible, concluye Beccari, «que pasara la mayor parte del tiempo caminando en el suelo».