Agua

¿Quién cuida el agua?

La jefa de gobierno nos pidió recientemente que cuidemos el agua, que las lluvias de 2020 fueron pocas y que necesitamos ser conscientes de nuestro consumo para que alcance. No le falta razón pero veamos un poquito más allá. La mayoría hemos tenido la experiencia de un día sin agua. A veces nos ha tocado con previo aviso, otras de sorpresa. Lo primero que sucede es que hay que posponer otras cosas y atender el asunto porque, obvio, sin agua no podemos estar. El asunto es que este trabajo adicional de conseguir agua es una tarea cotidiana para millones de personas, particularmente mujeres y niñas. Esas personas que batallan por el agua, la cuidan siempre. Y ojo, acá no se trata de caer en la trampa de que todo mundo batalle para que la cuiden, se trata de primero reconocer y luego hacer algo por cambiar este gravísimo problema de inequidad e injusticia que se ha normalizado.

Tenochtitlán era la ciudad de abundancia del agua ¿y ahora por qué falta? No se vale nada más decir que el 2020 fue un mal año para la lluvia y echarle la culpa a algo que está fuera de la responsabilidad humana. Primero, necesitamos entender que la escasez del agua ha sido creada por la histórica mala gestión del agua. Segundo, tenemos que tener en cuenta que esto solo se va a poner peor si no hacemos cambios radicales ya. La emergencia climática no es algo que viene en el futuro distante, es algo que ya nos alcanzó y se puede agravar con cada mala decisión que se tome. Sin embargo, hay que saber también que cada buena decisión que tomemos nos puede encaminar hacia mejores perspectivas como ciudad.

“Cuidar el agua” es mucho, mucho más que cerrarle mientras nos lavamos los dientes. Cuidar el agua de verdad pasa por cuidar las fuentes de agua (los ríos, manantiales, el agua subterránea) de la contaminación, la sobreexplotación, del acaparamiento de la industria y el sector inmobiliario. En ese sentido, la solicitud de cuidar el agua de la jefa de gobierno mientras insiste en continuar la construcción de un puente vehícular sobre el humedal de Xochimilco que es un ecosistema golpeado pero vivo y estratégico para la salud del ciclo hidrológico de la ciudad, resulta contradictorio.

Y si ampliamos la mirada al país, quién va a cuidar el agua cuando desafortunadamente las y los defensores ambientales siguen siendo atacados, difamados, encarcelados y asesinados. Denunciar a talamontes o defender un río son actos de alto riesgo.

¿Entonces qué hacemos? Sí cuidemos el agua en casa, pero también trabajemos por regenerar la cuenca que pasa por detener la destrucción de los ecosistemas que nos quedan, por crear más espacios de vegetación nativa al interior de la ciudad, de promover a mayor escala el tratamiento de aguas residuales y su reúso en la ciudad, en aprovechar el agua de lluvia a mayor escala, exigir la reparación de fugas y sectorización de la red, el alto a la corrupción en el sector de la construcción e inmobiliario que sigue queriendo extender la mancha urbana a costa de la viabilidad misma de la ciudad y la vida digna de quienes la habitamos. Estas propuestas son parte de los ejes estratégicos que hemos identificado más de 30 organizaciones que consideramos deben de guiar un Programa de Manejo Socioambiental de la Cuenca que nos permita precisamente regenerarla. Si no lo hacemos, de nada servirá que vengan años “buenos de lluvia” porque la otra cara de esta ciudad es la inundación. Regenerar la cuenca es ver en el territorio al agua, la que escurre, pero también la que está en aire y el suelo, y trabajar para que el ciclo del agua se mantenga saludable y la ciudad con él.

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