¿Qué se te pasa por la cabeza si te hablo de insectos? Probablemente pienses en plagas o enfermedades. Sin embargo, los insectos son esenciales para mantener los ecosistemas en funcionamiento.
Hay una especie en concreto que se encuentra muy amenazada y de cuya supervivencia podría depender la tuya también. Tanto es así que, sin ellas, es probable que tuvieras que despedirte de una buena parte de los alimentos que consumes a diario, como verduras, frutas, cereales, café o chocolate… Estamos hablando de las abejas.
¿Qué pasaría si no existieran las abejas?
Desde principios de siglo, se contabiliza una preocupante disminución en la población de insectos polinizadores. 73 estudios sobre la fauna entomológica en localizaciones de todo el mundo y estimaron que el 40% de todas las especies de insectos podrían desaparecer en las próximas décadas, y un tercio de las especies de insectos están hoy en peligro de extinción.
Los apicultores manifiestan que han visto una disminución en las colonias de abejas de un 30 a un 90 % en unos pocos años.
Y esta situación tiene un impacto directo en nuestro planeta, pero también en nuestro modo de vida, por el proceso de polinización.
Los insectos polinizadores (principalmente abejas, avispas y abejorros) y las plantas tienen una relación muy estrecha entre sí, y dependen las unas de las otras.
Las flores, que resultan llamativas y atrayentes, atraen a insectos que interaccionan con ellas y gracias a este movimiento, los insectos llevan el polen desde la antera (órgano masculino de la flor) al estigma (órgano femenino), permitiendo la fertilización.
Las abejas cosechan néctar, que es altamente energético para ellas por su contenido en azúcar; y polen, rico en proteínas y una buena fuente de alimento para las larvas. Y a su vez, son los insectos polinizadores más eficientes, en especial la abeja melífera o abeja doméstica, dado que su anatomía está ampliamente adaptada para inducir este proceso: el cuerpo de las abejas es velludo, tiene pelos, y además en estos pelos poseen una carga electrostática, haciendo que el polen se quede pegado al vello.
¿En qué medida dependen los ecosistemas, y nuestra propia supervivencia, de que las abejas continúan realizando esta labor de fertilización?
Un informe de abril de 2019 elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza junto a la organización europea de conservación de los insectos Buglife, revela que casi el 90% de las plantas silvestres dependen de animales. Estas plantas son la base de los hábitats que forman los ecosistemas.
Y nuestra alimentación también se sostiene gracias a los polinizadores: el 75% de los principales cultivos mundiales dependen de la polinización animal, según un estudio publicado en 2006 que revisó 115 cultivos mundiales.
Y cada vez somos más dependientes: El volumen de producción agrícola dependiente de la polinización animal ha aumentado en un 300% durante los últimos 50 años. Eso, el mismo informe alerta de que los cultivos dependientes de polinizadores muestran un menor crecimiento y estabilidad en rendimiento que otro tipo de cultivos que no dependen de este proceso.
Dicho de otro modo, tres cuartas partes de nuestros alimentos depende de los insectos polinizadores, especialmente, de las abejas. En cifras económicas, la contribución de la polinización animal a la producción mundial de cultivos se estima entre 235 y 577 mil millones de dólares, según la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos.
¿Te gusta el chocolate, no? Pues el chocolate, por ejemplo, deriva de la semilla del árbol de cacao, y los insectosson esenciales para su polinización. El valor anual de cultivo mundial de granos de cacao, se estima en unos cinco mil setecientos millones de dólares.
No solo la desaparición de las abejas podría amenazar los cultivos del mundo. La pérdida de la diversidad de las especies de abejas puede provocar la pérdida de la diversidad de las plantas. Así lo mostró un estudio que analizó la riqueza de las especies en Gran Bretaña, que disminuyó significativamente al comparar 1950-1969 con 1970-1989.
¿Por qué están muriendo las abejas?
La supervivencia de los insectos polinizadores se está viendo amenazada por varios factores. Una de las enfermedades más amenazantes para las abejas es la Acarapisosis:
Está provocada por un parásito contagioso, que invade las vías respiratorias de las abejas. Estos ácaros microscópios ponen sus huevos en la tráquea de la abeja, y se alimenta de sus fluidos, debilitándolas considerablemente a veces causándoles la muerte.
Otro parásito es el varroa destructor, que invade las colmenas de las abejas. Allí ponen sus huevos en la larva de la abeja antes de terminar su desarrollo, y la debilita considerablemente. Cuando la abeja ya madura sale de la celda de la colmena, extiende las larvas de estos parásitos a las celdas vecinas, y la plaga crece exponencialmente.
Pero estas enfermedades no son suficientes para explicar la disminución en la población de abejas.
En los últimos años ha habido un debate considerable sobre los efectos en los insectos polinizadores de una clase de pesticidas en particular: los neonicotinoides. Estos pesticidas sistémicos se propagan a través de los tejidos vegetales, y se puede encontrar en el polen y el néctar de las plantas, con una alta mortalidad para as abejas.
Un reciente experimento a gran escala en Europa descubrió que la exposición de las abejas silvestres y melíferas a los pesticidas neonicotinoides reduce su capacidad de establecer nuevas poblaciones en el año siguiente a la exposición.
Pero la supervivencia de las abejas también se está viendo amenazada por otros factores, como
- La pérdida del hábitat por el uso de la agricultura intensiva
- El cambio climático
- El hambre y la mala nutrición de las propias abejas
Los organismos internacionales son muy conscientes de la complicada situación actual de los polinizadores, y hay una amplia literatura científica que permite impulsar medidas de conservación de estas especies. Estas medidas se resumen en tratar de monitorizar las colonias de abejas, y proteger sus hábitats.
Pero no sabemos si todo esfuerzo que podamos hacer será suficiente, no solo para asegurar la biodiversidad de nuestro planeta, sino también para asegurar la supervivencia de las poblaciones humanas.