Un avión en el cielo y un rastro de hasta 75 millones de abejas muertas en el suelo. Luego de ser golpeados por una llovizna de pesticidas, en la región rural de Monte Pascoal, distrito de Itabela, extremo sur del Estado de Bahía, los insectos murieron envenenados.
El medio “O Correio” tuvo acceso exclusivo a los análisis de laboratorio que revelaron el envenenamiento en las abejas muertas. El impacto ambiental aún es inconmensurable y las abejas continúan muriendo en diferentes regiones. Tan sólo este año, 16 millones de ellas desaparecieron en Bahía con sospecha de envenenamiento.
Los exámenes fueron entregados al Ministerio Público de Bahía (MP), que investiga el caso y que ya tiene antecedentes de otro envenenamiento masivo en septiembre de 2018. Según apicultores de la región, ese mes un avión lanzó pesticidas en cafetales. Los apicultores aún no han recuperado todas las abejas. Recuperar una colonia lleva hasta tres años para componer los enjambres completos con reinas, trabajadores y drones.
Los análisis de laboratorio encontraron tres pesticidas en las abejas: fipronil, clomazona y clorpirifos-etilo, asociados con la muerte de abejas en todo el mundo. Los tres, según la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria, son “muy peligrosos para el medio ambiente“. Las empresas que producen los aditivos en el país respondieron sobre la toxicidad de los productos.
El período de muertes en Monte Pascoal coincide con la floración del café, cuando las abejas realizan la polinización, yendo de flor en flor, transfiriendo los granos de polen para permitir la formación de semillas y frutos. Es un transporte fundamental para la agricultura, ya que permite la fertilización y la variabilidad genética, y para las abejas, que se alimentan del néctar de las flores. No existe una regulación sobre la aplicación de aditivos durante la floración.
Los tres apicultores afectados dicen que rociar durante la floración fue un “error”. Con las flores abiertas, las plantas se vuelven más frágiles y los aditivos también pueden matarlas. Los productores agrícolas presentan otra versión.
Dario Chiachiarini, de 45 años, cuenta con tres colmenares. Cuando llegó a su campo, las abejas ya muertas, formaban una alfombra. Todas murieron. Dario es dueño de unas 600 cajas, vive de la apicultura y lo perdió todo. Los apicultores calculan que se perdieron unas 750 cajas de abejas. Se calcula que cada caja, alberga entre 80.000 y 100.000 insectos.
La muerte de las abejas no solo afecta económicamente a los apicultores o agricultores. Impacta gravemente en la producción de alimentos ya que tres de cada cuatro tipos dependen de las abejas, estima la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Foro Bahia de Combate a los Impactos de los Plaguicidas
El Foro Bahia de Combate a los Impactos de los Plaguicidas (FBCA), integrado por ministerios públicos estatales y federales, organizaciones de la sociedad civil y universidades, presentaron una denuncia formal ante el MP de Bahía. El fiscal Maurício Magnavita, de Porto Seguro, al frente del caso, dijo que los resultados de las pruebas aún no han llegado a sus manos. Solo después de eso podrá hablar.
Las muestras debían enviarse al Laboratorio de la Universidad Federal de Santa María (Larp), en Rio Grande do Sul porque Bahía no cuenta con un laboratorio para analizar residuos tóxicos en insectos. También se enviaron muestras de miel, en las que se encontraron plaguicidas por encima del límite permitido, y hojas de café, con residuos de cuatro aditivos no recomendados para el cultivo del café, como la clomazona. La FBCA contó con el apoyo de Fórum Gaúcho y Larp para apoyar los análisis de laboratorio. Cada análisis puede costar R $ 1,2 mil.
El productor Roberto Couvre, responsable de tres de las cuatro fincas de café, dijo que la fumigación de pesticidas se había realizado antes de la floración. “Había una mortalidad de estas abejas ya antes de la fumigación. Muchas llegaron muertas de un viaje“, dice. También dice que a los apicultores no se les dio la autorización para estar en las fincas productoras de café.
Los apicultores migran las cajas a medida que emergen las flores de donde las abejas pueden extraer el néctar, en diferentes cultivos. Los acuerdos entre apicultores y agricultores suelen ser informales. Los productores de miel niegan que las abejas hayan muerto antes de la fumigación y la falta de autorización para colocar cajas de abejas en las granjas.
En la otra propiedad, uno de los responsables, Vinicius Grassi, dijo que uno de los apicultores estaba autorizado a estar en la propiedad. Allí, donde produce café desde hace 30 años, niega que haya fumigación durante la época de floración. “Siempre dejamos entrar a los apicultores aquí y nunca tuvimos ningún problema. Si había un problema, no venía de aquí“, dice. Los sacos de granos se venden en Brasil y se exportan al exterior.
La producción de miel de ese año aún estaba en su inicio, y fue desechada por los apicultores. Bahía es el séptimo productor de miel del país, según la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR).
El presidente de la Federación Bahiana de Apicultura y Meliponicultura, Franciélio Machado, cree que la fumigación de plaguicidas -cuando se realiza sin diálogo entre agricultores y apicultores, sobre todo- concierne no solo al daño, sino también al impacto en la miel. Así como no existen censos de cuántas abejas mueren por envenenamiento, ni política pública de atención al tema, se carece de seguimiento de residuos en productos apícolas.
16 millones de abejas pueden haber muerto este año
La denuncia, en la práctica, sirve para mapear casos, nada más, ya que no se hacen exámenes, salvo que intervenga una agencia. “Muchos apicultores pierden sus abejas, es frecuente. La dificultad es conseguir que hagamos pruebas de laboratorio“, evalúa Luciana Khoury, promotora de MP-BA y presidenta del Foro Bahía para Combatir el Impacto de los Plaguicidas.
Las granjas de abejas más afectadas tienden a estar cerca de monocultivos, como soja, caña, eucalipto y café. Se le preguntó al Ministerio de Agricultura sobre la desaparición de las abejas, pero pasó la demanda a Ibama. Cuando se le preguntó, la agencia tampoco respondió.
SDR de Bahia dijo que reconoció el daño causado por la muerte de abejas. “Hacemos seguimiento a estos temas, porque sabemos que hay un impacto directo en la apicultura y la agricultura. Pero hay una gran dificultad, y no solo en Bahía, para investigar“, agrega Marivanda Eloy, coordinadora estatal de apicultura de la carpeta.
Otros insectos pueden estar muriendo
Se considera que las abejas son los insectos más importantes para la biodiversidad. Al menos el 90% de la polinización que realizan los insectos o animales la realizan ellos. En Brasil, hay 1.600 especies de abejas catalogadas. De estos, un promedio de 300, son nativas.
La muerte de las abejas se ha asociado principalmente con aditivos a base de fipronil, que se encuentra en las abejas de Monte Pascoal, y neonicotinoides, insecticidas que matan plagas e insectos. Ambos están prohibidos en Europa, pero permitidos en Brasil.
La forma más común de contaminación por abejas es durante la polinización. Las abejas que no sufren de inmediato, los pesticidas les causa parálisis y descargas eléctricas, incluso cuando regresan a casa, pero infectan la colmena y todas mueren. La investigación también ha demostrado que el cambio climático y la interferencia externa pueden dañar a las abejas.
El profesor Osmar Malaspina, investigador del Centro de Estudios de Insectos Sociales de la Universidad Estadual de São Paulo, sugiere que las mariposas y las polillas, también polinizadoras, también se afectan.
La falta de conocimiento técnico o la opción de ignorarlo, son problemas a los que se suman a la toxicidad de los aditivos. La fumigación aérea ha sido tema de discusión, pero no está prohibida en Brasil. Quienes defienden su prohibición dicen que afecta intensamente al ecosistema. Por otro lado, los agrónomos advierten que, con el seguimiento técnico, el riesgo es mínimo.
En entrevistas hechas a las empresas, todas se justificaron y señalaron que si ha habido impactos en los polinizadores, es porque los productores no siguen las instrucciones de manufactura.