¿Más allá de los famosos parches o islas de basura donde se encuentra buena parte de los residuos, dónde acaban los desechos plásticos que arrojamos al mar? ¿En qué zonas se concentran? Con el fin de tener una visión global de este tipo de polución, los investigadores del Instituto Alfred Wegener han consultado datos de distintos lugares para integrarlos en un mapa único.
El trabajo ha sido complicado y ha requerido grandes dosis de paciencia, si bien las nuevas tecnologías aligeraron la tarea y, por otro lado, han ayudado a conseguir resultados digitales muy visuales, como demuestra el resultado cartográfico. Un mapa en el que se muestra la distribución de la basura marina, en su mayor parte plástica.
Una iniciativa que aporta información útil
Para su realización se han recabado datos de distintas fuentes, compilando estudios científicos sobre el tema para finalmente reunirlos en una sola base de datos, lo cual permite visualizarlos en un ilustrativo mapa mundi. ¿El problema? Como siempre, el exagerado nivel de desechos que revela el resultado. Una vez más, el panorama pone los pelos de punta…
Como puede verse en la imagen que abre el post, o en el mismo el mapa (litterbase.awi.de/litter), éste agrupa los resultados de una larga lista de investigaciones que se ocuparon de este asunto. Si colocamos el razón sobre cualquiera de ellos ofrece información sobre la fuente.
Sus resultados, por lo tanto, no son del todo reales, puesto que ofrece una información incompleta, con lo que el hecho de que en una zona no se haya señalado la presencia de contaminación no significa que no la haya. Sencillamente, se está indicando que la zona no ha sido estudiada, por lo que no puede asegurarse que se trate de sea una porción de mar limpia. En otras palabras, parafraseando un dicho popular, son todos los que están pero no están todos los que son.
Aun así, el mero hecho de que haya puntos contaminados salpicando buena parte del mapa es un indicador lo suficientemente importante como para preocuparse. No en vano, se trata de un problema que reclama una urgente solución si no queremos acabar con la vida en los océanos.
No es una exageración, sino una triste realidad que parece no encontrar solución. Recordemos la conclusión de un reciente estudio llevado a cabo por la Fundación EllenMacArthur, en la que se advertía que, de seguir con el actual ritmo de vertidos plásticos al mar, en 2050 los océanos podrían tener más plástico que peces. Con el agravante de que las previsiones de desechos plásticos son crecientes, por lo que esta fecha podría ser mucho más cercana.
El mapa, por otra parte, ayudará a establecer relación entre los puntos contaminados y la existencia de determinadas especies que puedan verse afectadas por la polución, amenazando incluso su supervivencia. De este modo, el proyecto puede ayudar a mejorar las políticas de conservación para salvar a especies en peligro de extinción.
Grave problema de basura en el Ártico
Además de observar de forma global la grave situación de los océanos y mares de todo el planeta, acabando con la extendida idea de que el mar todo lo purifica o, por ejemplo, de que la basura se agrupa en algunos puntos específicos, es importante centrarnos en éstos.
El océano Ártico es uno de ellos. Según un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Alfred Wegener en colaboración con otros centros científicos, el Ártico está convirtiéndose en un punto muerto en el que se concentra basura.
En los últimos diez años, siempre según el mismo estudio, la concentración de basura marina en aguas profundas no cesa de aumentar y ello supone una seria amenaza para su ecosistema, especialmente vulnerable. De acuerdo con los resultados de su estudio, realizado a largo plazo, publicados en la revista Deep Sea Research I, los niveles de basura detectados desde 2002 en el mar profundo del Artico no cesan de aumentar.
La contaminación acústica, otra gran amenaza
Sobre todo, se recalca lo rápido que lo han hecho «en los últimos años», apunta el líder de la investigación, Mina Tekman. El estudio realizó un seguimiento del nivel de basura en 21 estaciones a una profundidad de 2.500 metros mediante un sistema de cámara remolcada, comprobando cómo en alguna de ellas el nivel de basura se había multiplicado por 20 en apenas una década.
Junto a la contaminación formada por desechos domésticos, agrícolas o industriales, gases contaminantes o vertidos tóxicos, está la contaminación acústica, otro tipo de polución marina que también contribuye a un importante deterioro del ecosistema oceánico.
El estudio de la Universidad Politécnica de Cataluña enmarcado en la expedición “The Ocean Mapping Expedition”, está realizándose durante la histórica travesía del velero suizo «Flor de la Pasión», que durante cuatro años planea seguir el periplo de Fernando de Magallanes como homenaje a este explorador, que del que se cumplirán 500 años en 2019.
Michel André, un experto en contaminación acústica que trabaja en este proyecto afirma que «no quedan rincones en el océano sin contaminación acústica«. Por un lado, a consecuencia de la creciente presencia humana, y por otro por las mismas características del sonido, que viaja más lejos a través del agua.
El experto subraya el drama que supone para muchas especies tener que soportar sonidos de baja intensidad de un modo constante, como la que emiten los barcos, además de otros que son más agudos, pero menos duraderos, muy dañinos para ellas. Algunos de los sonidos pueden provocarles la muerte, afectándoles de igual manera que lo haría la onda expansiva de una bomba, pudiendo a su vez reventarles los oídos.
A ello hay que añadir que su contaminación «se va sumando», y que es mayor de lo que creemos porque sencillamente muchos de los sonidos no los percibe el oído humano, aunque siempre hay lugares más contaminados que otros, y más vulnerables a los efectos de la contaminación acústica. Por ahora, el Ártico está bastante protegido gracias al hielo, pero el deshielo estival que se espera en un futuro próximo también traerá este problema a la región.