El 80 % del océano está inexplorado por el ser humano. De hecho, hemos estado más veces en la Luna que en el fondo del mar. En el Día Mundial de los Océanos, repasamos algunas cosas que sabemos, y otras muchas que aún nos quedan por descubrir.
Es curioso lo desconocido que es el océano para el ser humano, teniendo en cuenta lo mucho que ocupa y su tremenda importancia en el planeta que creemos dominar. Según el vicealmirante jubilado Shin Tani: “Sabemos más sobre la topografía de Marte que sobre el suelo de los océanos de nuestro planeta”. La razón no es solo que se destinen más recursos a la exploración espacial que a la oceánica, sino que la cartografía submarina, según Tani, “es una empresa difícil”.
De hecho, el ser humano ha estado más veces en la Luna que en el fondo del mar. En el Día Mundial de los Océanos, repasamos algunas cosas que sabemos de nuestros mares, y otras muchas que aún nos quedan por explorar.
¿Cuánta agua hay en nuestro planeta?
Concretamente, según el NOOA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica), más del 70 % de la Tierra está compuesto de H2O, porcentaje del cual los océanos representan el 96,5 %. Esto quiere decir que la mayor parte del agua de nuestro planeta no es potable para nosotros, sino que forma parte de un ecosistema increíblemente rico en biodiversidad, y que resulta imprescindible para mantener el equilibrio ecológico del planeta (y nuestra supervivencia en él).
¿Cuántas especies viven en el mar?
Que sepamos, en los océanos de la Tierra viven unas 130 000 especies distintas, según el Sistema de Información de Biodiversidad del Océano (OBIS). Sin embargo, este mismo organismo reconoce que aún desconocemos más de un tercio de toda la vida oceánica que podría existir. Resulta increíble imaginar cuántas maravillas inexploradas podría haber ocultas en las profundidades de nuestros océanos.
¿Cuánta profundidad tiene el océano?
La clase de abismo de la que estamos hablando es muy variable. Se cree que la profundidad media del océano es de unos 3900 metros, siendo la Fosa de las Islas Marianas el lugar más profundo de la Tierra, con unos 11 000 metros. A tal distancia de la superficie, las criaturas que existen allí sobreviven en completa oscuridad y a solo unos cuatro grados de temperatura. Por ejemplo, los xenofióforos, criaturas unicelulares del reino de los protistas que viven formando grandes colonias parecidas a esponjas, están extendidos por la mayoría de los fondos abisales, entre los 4000 y 6000 metros; y en las zonas hadales, a más de 6000 metros de profundidad.
A varios miles de kilómetros de profundidad también viven especies como el pez baboso, otros peces con grandes dentaduras, medusas brillantes, calamares gigantes, diversos crustáceos o pepinos de mar, por nombrar algunos de los que tenemos conocimiento.
Hoy sabemos que la vida se originó en los océanos hace unos 3500 millones de años, y que se ‘mudó’ a tierra firme solo cuando las condiciones fueron favorables (una capa de ozono lo bastante gruesa como para proteger a los organismos de la mortal radiación).
Por qué necesitamos explorar los océanos
La respuesta va más allá de la pura obtención del conocimiento. La exploración submarina estudia las propiedades físicas y químicas del agua de mar, todo tipo de vida en el mar y las características geológicas y geofísicas de la corteza terrestre. Este análisis permite a los científicos predecir, por ejemplo, cambios climáticos y meteorológicos a largo plazo y conduce a una exploración y explotación más eficientes de los recursos de la Tierra, lo que a su vez se traduce en una mejor gestión del medio ambiente en general.
Desde ‘Challerger’ hasta hoy, siglo y medio de exploración submarina
La expedición del barco británico Challenger entre 1872 y 1876 fue la primera gran prospección submarina. Si bien su principal objetivo era la búsqueda de vida en aguas profundas mediante arrastres de red, los resultados de sus estudios físicos y químicos ampliaron el conocimiento científico de la distribución de la temperatura y la salinidad en el mar abierto.
Además, durante la expedición se realizaron mediciones de profundidad mediante sondas con cables en todo el mundo.
Desde aquella primera misión, los científicos han estudiado los mares durante el siguiente siglo y medio, producido mapas globales que muestran la distribución de los vientos superficiales, así como del calor y la lluvia, que trabajan juntos para impulsar al océano en su incesante movimiento.
Así se descubrió, por ejemplo, que las tormentas en la superficie pueden penetrar en el océano haciendo que los sedimentos de las profundidades marinas se ondulen y se muevan. Estudios recientes también han revelado que los tornados ocurren dentro del océano y que la anomalía climática conocida como El Niño es causada por una interacción del océano y la atmósfera.
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El papel del océano en la moderación del clima de la Tierra
Otras investigaciones han demostrado que el océano absorbe grandes cantidades de dióxido de carbono y, por lo tanto, juega un papel importante en retrasar su acumulación en la atmósfera.
El océano juego un papel fundamental en lo que se conoce como ciclo de carbono. El CO2 se almacena en gran parte en los mares. Sin el efecto moderador que realiza esta retención por parte del océano, la entrada en constante aumento de dióxido de carbono a la atmósfera (debido a la quema extensiva de carbón, petróleo y gas natural) daría como resultado la rápida aparición del efecto invernadero, un calentamiento de la Tierra causado por la absorción y reentrada de energía infrarroja en la superficie terrestre por el dióxido de carbono y el vapor de agua presentes en el aire.
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La corteza oceánica que configura el aspecto de nuestro planeta
Gracias a la exploración submarina realizada por el ser humano, que permitió conocer un poco más sobre del fondo marino y sus propiedades gravitacionales y magnéticas, el ser humano ha podido identificar patrones de movimiento de las placas continentales. Estos patrones forman la base del concepto de tectónica de placas, que sintetizó hipótesis anteriores de la deriva continental y la expansión del lecho marino. La tectónica de placas revolucionó la comprensión científica de la Tierra, dado que nos permitió entender fenómenos como el vulcanismo, la actividad sísmica y la formación de montañas.
Los tesoros que guarda el mar
Por si fueran pocos los tesoros biológicos que esconde el océano el lecho marino constituyen importantes depósitos de metales. Las circulaciones hidrotermales producen acumulaciones considerables de metales importantes para la economía mundial, como el zinc, el cobre, el plomo, la plata y el oro. Por no hablar del petróleo, letal combustible que tanto daño hace a nuestro planeta y que no es más que los restos de animales y plantas que murieron hace millones de años, y cuyos restos se depositaron en el fondo del mar, calentándose y degradándose.
El fondo del mar: un horizonte a conquistar… y que preservar
Al igual que ocurrirá con los recursos del espacio, conforme vayamos ampliando la exploración de otros mundos fuera de la Tierra, el Derecho Internacional deberá ocuparse de los recursos de las profundidades del mar. Existe un horizonte en nuestro propio hogar aún más ambicioso que algunas banderas colocadas en mundos fuera de nuestro planeta. Es tarea de todos, con ayuda del progreso científico y tecnológico, cuidarlo y mantenerlo para preservar el delicado orden que otorga habitabilidad a la Tierra.
Fuente: www.muyinteresante.es