Por Manuel Planelles
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha endurecido los indicadores de calidad del aire para los principales contaminantes atmosféricos, lo que implica fijar unos umbrales de seguridad más estrictos para cuatro sustancias nocivas, la mayoría vinculadas a la quema de biomasa y a los combustibles fósiles —petróleo, gas y carbón—. Las anteriores directrices se establecieron en 2005 y más de 15 años después la OMS decide darles una vuelta de tuerca más y meter presión a los Gobiernos del mundo para que luchen contra una lacra que causa cada año alrededor de siete millones de muertes prematuras y graves problemas de salud, según ha recordado esta organización ligada a Naciones Unidas. El paso dado por esta agencia pone en el punto de mira a los vehículos con motores de combustión.
Partiendo del conocimiento científico alcanzado en las últimas décadas, la OMS ha establecido los nuevos límites de exposición segura para los seres humanos para seis tipos de contaminantes: las partículas en suspensión de menos de 2,5 micras de diámetro (PM₂,₅), las partículas de menos de 10 micras (PM₁₀), el ozono (O₃), el dióxido de nitrógeno (NO₂), el dióxido de azufre (SO₂) y el monóxido de carbono (CO).
La mayor reducción se hace en el caso del dióxido de nitrógeno: hasta ahora se consideraba que el umbral de seguridad estaba en una exposición anual de 40 microgramos por metro cúbico. Las nuevas directrices lo bajan hasta 10 microgramos por metro cúbico. Este contaminante genera problemas en el aparato respiratorio y está muy vinculado en las ciudades a los vehículos de diésel y gasolina, por lo que el paso dado por la OMS pone en una situación todavía más complicada a los coches con motores de combustión. Al avance de los vehículos eléctricos y de la conciencia medioambiental, se le unen también los problemas de salud que generan estos motores de combustión.
En el caso de las partículas —que son capaces de adentrarse en los pulmones e incluso llegar al torrente sanguíneo ocasionando enfermedades cardiovasculares y respiratorias—, la OMS también endurece los límites de seguridad. Las partículas son ahora el contaminante del aire que tiene unos efectos negativos sobre la salud más amplios en el mundo y, aunque también tienen vinculación con el tráfico, su origen es más variadas. Para las PM₂,₅ la OMS ha decidido reducir a la mitad la exposición máxima recomendada anual: se pasa de un valor de 10 microgramos por metro cúbico a cinco. En el caso de las partículas más grandes, las PM₁₀, el límite anual pasa de 20 microgramos por metro cúbico a 15.
Para diseñar las nuevas directrices, la OMS explica que se ha basado “en las abundantes pruebas científicas actualmente disponibles” sobre las afecciones de los contaminantes a la salud humana. “Cada vez tenemos más evidencias”, explica a EL PAÍS la doctora María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS.
Incumplimiento generalizado
Los umbrales de seguridad que establece la OMS no suponen un mandato legal. Cada país decide si pone límites a cada contaminante y si establece los mismos que esta organización. De hecho, como explica esta agencia, más del 90% de la población mundial vivía en 2019 “en zonas donde los niveles de concentración superaban los indicados en las directrices de la OMS sobre la calidad del aire de 2005 para exposiciones prolongadas a PM₂,₅”. Con el endurecimiento actual, ese porcentaje aumentará.
“Los nuevos límites suponen que hay que multiplicar el nivel de ambición para reducir la contaminación”, sostiene Neira. Miguel Ángel Ceballos, experto en calidad del aire y movilidad de Ecologistas en Acción, cree que estos cambios implican “una obligación ética para los gobernantes”. La Unión Europea, que cada vez está poniendo límites más estrictos de calidad del aire, tiene previsto revisar la directiva en la que se fijarán los umbrales máximos de exposición a los principales contaminantes. Y, según ha adelantado la Comisión, las nuevas directrices se tomarán como referencia para marcar los objetivos para finales de esta década, explica Ceballos.
Pero la OMS admite que existe una doble velocidad evidente en el planeta. En los países desarrollados, “la calidad del aire ha ido mejorando de forma gradual”, lo que no implica que con determinados contaminantes, como las partículas finas, se sigan superando los umbrales de seguridad. Por contra, en la mayoría de países de ingresos bajos y medianos “la calidad del aire se ha deteriorado debido a la urbanización a gran escala y a un desarrollo económico que se ha basado, en gran medida, en la combustión ineficiente de combustibles fósiles, como el carbón, además de la industria y el uso ineficiente de combustibles residenciales”. Neira explica que, mientras que en los países desarrollados las principales fuentes de contaminación están ligadas al tráfico, la industria y la generación de energía en general, en las naciones menos ricas también influye mucho la quema de biomasa, el uso de combustibles sólidos y queroseno en estufas de calefacción y cocinas sin ventilación.
La OMS espera que sus nuevos umbrales puedan reducir los fallecimientos prematuros que la contaminación causa en el planeta. Por ejemplo, “alrededor del 80% de las muertes que se atribuyen a la exposición a las PM₂,₅ en todo el mundo” podrían evitarse si se alcanzan los niveles de exposición que se contemplan en las nuevas directrices.
Más allá de los decesos, la OMS ha recordado este miércoles que la ciencia ha identificado bien los efectos de la contaminación en los niños, que pueden padecer por este motivo “una reducción del crecimiento y las funciones pulmonares, infecciones respiratorias y agravamiento del asma”. En los adultos, “la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares son las causas más comunes de muerte prematura atribuible a la contaminación del aire exterior, y también están apareciendo pruebas de otros efectos como diabetes y enfermedades neurodegenerativas”. Por ello, la morbilidad atribuible a la contaminación del aire está “en el mismo nivel que otros importantes riesgos para la salud a nivel mundial, como la dieta malsana y el tabaquismo”.
Otros contaminantes
La OMS ha decidido dejar la exposición máxima al ozono —en este caso medida en microgramos por metro cúbico para un periodo temporal de ocho horas— en el mismo nivel que establecían las directrices de 2005. Y en el caso del monóxido de carbono se fija por primera vez un umbral para la exposición en 24 horas: cuatro miligramos por metro cúbico. Solo en el caso del dióxido de azufre la OMS ha decidido, tras analizar la literatura científica, aprobar unas directrices más laxas. En 2005 se estableció que la exposición segura para un periodo de 24 horas estaba por debajo de los 20 microgramos por metro cúbico; el límite ahora está en 40.
Más de 40 sociedades médicas de todo el mundo han emitido este miércoles una declaración conjunta en la que respaldan las directrices y en la que se urge a los gobiernos a combatir la contaminación. Estas entidades han recordado que los nuevos límites reflejan bien “el amplio consenso científico” sobre el impacto de la contaminación atmosférica en la salud. Mark Nieuwenhuijsen, presidente de la Sociedad Internacional de Epidemiología Ambiental e investigador del ISGlobal, ha defendido a través de un comunicado que “las directrices son una llamada de atención para los responsables políticos” y se ha mostrado esperanzado en que “influyan en las políticas de calidad del aire en todo el mundo” a pesar de que no tienen fuerza legal.
Fuente: El País