En aras de reactivar el flujo turístico una vez que la pandemia haya terminado, Grecia expande miras hacia sus mares. Siguiendo la antigua tradición helena de buscar nuevos horizontes sobre las aguas, el gobierno griego abrió recientemente la posibilidad de visitar su primer museo submarino: una experiencia que plantea descubrir restos civilizatorios por debajo de las olas.
Un museo bajo las olas del Egeo
Hasta 2019, Grecia atraía año con año a cerca de 34 millones de turistas. Sin embargo, la pandemia por Covid-19 mermó las visitas hasta anularlas por completo. Sin embargo, pareciera que la reciente inauguración del primer museo submarino en el país trae un destello de esperanza para la antigua nación helena.
El estado pensó en localizar el sitio en el Parque Nacional Marino de Alonissos y Espóradas del Norte. Además de haber llamado la atención por ser uno de los pocos museos debajo del mar que existen en el mundo, está impregnado de la carga mitológica inherente al Mar Egeo. Por esta razón, se decidió establecer en una de las áreas marinas protegidas más grandes de Europa.
Previo al establecimiento de la institución, sólo arqueólogos e investigadores con un permiso especial podían tener acceso a las ruinas. El Estado se había preocupado por los saqueos clandestinos y los buzos que, en un afán recreativo, podrían dañar las antigüedades sepultadas. Sin embargo, se planteó dar un giro completo a la experiencia, abriéndola al público por completo.
Barcos, vajillas y ánforas perdidas
El museo plantea la posibilidad de ver en directo restos de naufragios y barcos hundidos, recubiertos de algas por el paso del tiempo. El primero de ellos, según los estudios realizados, data del 425 a.C. Esta embarcación parece ser una de las más impresionantes del periodo clásico, hacia los siglos V y IV antes de nuestra era.
En éste, de acuerdo a los arqueólogos encargados de la investigación, se llevaba un cargamento con 4 mil ánforas nunca antes vistas. Después de 7 años de excavaciones submarinas, se pudo identificar que las artesanías venían de las ciudades de Mende y Peparethus.
Las ánforas no fueron los únicos hallazgos. El barco venía cargado de cuencos, tazas, platos y vajillas únicas, pertenecientes a las clases acomodadas de la Antigüedad. Los científicos estiman que el hundimiento se dio a raíz de la Guerra del Peloponeso, entre Atenas y Esparta.
Según Pari Kalamara, director del Ephorate of Underwater Antiquities de Grecia, éste puede ser uno de los naufragios mejor conservados en la Historia:
“LA CARGA DE ÁNFORAS HA MANTENIDO SU CONSISTENCIA Y PERMANECE EN SU LUGAR, EN CAPAS, COMO SE CARGÓ EN LA BODEGA, LO QUE INDICA LA FORMA DEL BUQUE. ÉSTA ES UNA EXPERIENCIA SIGNIFICATIVAMENTE ÚNICA PARA LOS BUCEADORES-VISITANTES QUE VISUALIZAN UNA EMBARCACIÓN DE LA ERA CLÁSICA”.
Tras años de investigación arqueológica, el sitio fue apodado “el Partenón de los naufragios”. Según vaticinan los historiadores a cargo de curar el museo, aún guarda algunos secretos relacionados al comercio y la ingeniería de la Grecia Clásica.