Tierra

Este parásito otorga a las hormigas ‘eterna juventud’, pero por un alto precio

Las hormigas afectadas por esta tenia se mantienen jóvenes y saludables durante mucho tiempo. Este es el precio a pagar.

Muchos de nosotros pensamos en la juventud eterna como uno de esos deseos que nos gustaría lanzar o pedir y que se cumpliera. Pero, al igual que ocurre en los cuentos con el genio de la lámpara, siempre hay una trampa. Los científicos han descubierto una versión similar de esta historia que tiene lugar en los nidos de hormigas donde los garantes de la eterna juventud son parásitos que extienden drásticamente la vida útil de las hormigas obreras (pero a qué coste).

¿Sabías que las hormigas obreras apenas viven unas pocas semanas o meses y, en casos raros, algunos años? Las reinas pueden sobrevivir durante varias décadas. Pasan casi toda su vida a salvo en el nido donde son atendidas por las obreras. La alta esperanza de vida de las reinas se debe a su baja tasa de mortalidad, atribuible a los altos niveles de atención social que reciben, su entorno seguro y la activación de mecanismos fisiológicos de reparación. A no ser que aparezca un parásito con dotes especiales.

El ‘elixir de la eterna juventud’


Un equipo de investigadores de la Universidad Johannes Gutenberg en Mainz, Alemania, observó 58 colonias de hormigas Temnothorax durante tres años, algunas infectadas con Anomotaenia brevis y otras sin ella, y las inspeccionaron cada 10 días. El parásito, la tenia Anomotaenia brevis, es capaz de extender la vida de una hormiga Temnothorax nylanderi hasta una o dos décadas, acercándose a la edad de una hormiga reina. Estos parásitos sobreviven en la hemolinfa, el fluido corporal de los insectos.
Al final del experimento, todas las hormigas obreras no infectadas originales habían muerto pero, en las colonias donde Anomotaenia brevis había hecho acto de presencia, la mitad de las reinas y las obreras infectadas seguían vivas.
«Es bastante extraordinario que un parásito pueda desencadenar un cambio tan positivo en su anfitrión. Esta extensión de la vida útil es muy inusual», explica la bióloga evolutiva Susanne Foitzik, coautora del trabajo.

Las hormigas cargadas de parásitos (podían contener hasta 70 tenias en su interior) no solo sobrevivieron a sus hermanas, descubrió el equipo. Fueron mimadas en el proceso. Pasaron sus días descansando en su nido, sin realizar ninguna de las tareas que se esperaban de las obreras. Fueron alimentadas y cargadas por sus hermanas, a menudo recibiendo más atención que incluso la reina, algo inaudito en una típica sociedad de hormigas. Sin dar las otras absolutamente nada a cambio.

¿Qué se esconde bajo esta aparente perfección?

Las hormigas no infectadas en colonias parasitadas, según observaron los investigadores, estaban trabajando mucho más duro y dejando de lado incluso el cuidado de su reina. Morían antes de lo que podrían haberlo hecho si las colonias hubieran permanecido libres de parásitos. Además, mostraban signos de estrés.

Y el “regalo” no era tampoco altruista: aparte de mantenerlas jóvenes y saludables más tiempo, también las hace más perezosas y dóciles para que su anfitrión en cuestión no escape cuando un pájaro carpintero se acerque a la colonia. Todo forma parte de un plan más ambicioso. Su complejo ciclo de vida se completa una vez que han sido ingeridos por un pájaro carpintero que se alimenta de las hormigas. Así, el final del juego es que estos parásitos se reproducen dentro de las entrañas del pájaro. Luego, estos defecan los huevos de tenia, donde las hormigas recolectoras se tropezarán con ellos y se los darán de comer a sus crías en el nido, comenzando el ciclo de la vida de nuevo.

Fuente: www.muyinteresante.es

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