Nadie quiso ver llegar la pandemia, aunque los indicadores estaban ahí. Mientras la ciencia trabaja a contrarreloj para buscar cura y tratamiento para el COVID-19, la ONU alerta de que si las causas de la raíz de la actual pandemia no se atajan, el próximo brote estará cerca.
El SARS-CoV-2 es “un cisne negro”, un evento muy raro, pero es también una consecuencia que se preveía por cómo estábamos produciendo comida, tratando a nuestros ganados y alterando nuestros ecosistemas, se extrae del informe “Prevenir la próxima pandemia“, publicado este lunes, por el Programa de la ONU para el Medioambiente (Pnuma) y el Instituto Internacional de Investigación sobre Ganado (ILRI).
“La ciencia es clara: si seguimos explotando el medio ambiente y destruyendo nuestros ecosistemas, podemos esperar un flujo constante de enfermedades que salten de animales a humanos en los próximos años”, considera la directora de la ONU Medio ambiente, Inger Andersen.
100 mil millones de dólares en enfermedades
El COVID-19 es una enfermedad zoonótica, que llegó a los humanos desde fuentes animales (probablemente, murciélagos), como lo son algunas de las enfermedades que más quebraderos de cabeza han dado en los últimos años: el ébola, el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), la gripe aviar o el síndrome respiratorio agudo severo (SARS).
De hecho, según el informe, de todas las enfermedades infecciosas que afectan a los humanos, el 75 por ciento es transmitido desde animales, ya sea de forma directa o indirecta, y la mayoría de veces el traspaso se produce por un animal doméstico y no por uno salvaje, aunque el vector sea el segundo.
Cada año, dos millones de personas, sobre todo de países de renta baja y media, mueren por este tipo de enfermedades, que en las últimas dos décadas, han causado pérdidas, según este informe, de más de 100 mil millones de dólares (unos 88 mil 456 millones de euros), sin contar la actual pandemia que se espera que suponga 9 billones de dólares (8 billones de euros) a la economía global en los próximos años.
“Las pandemias son devastadoras para nuestras vidas y nuestras economías, y como hemos visto en lo últimos meses, son los pobres y los más vulnerables los que sufren más. Para prevenir futuros brotes, debemos deliberadamente proteger más nuestros medio ambientes naturales”, estima Andersen.
Enfermedades cada vez más frecuentes
Históricamente, las enfermedades transmitidas por animales se han asociado con cambios en la sociedad. En la transición al Neolítico, cuando se empezó a extender la agricultura y la doma de animales para el ganado, surgieron enfermedades como la influenza, la difteria, el sarampión o la viruela.
La industrialización en Europa trajo un brote de tuberculosis y la gripe de 1918, la mal llamada gripe española que mató a 40 millones de personas, llegó al final de la I Guerra Mundial, expone el informe de la ONU.
La población ha pasado de mil 600 millones de personas en 1900 a casi 7 mil 800 millones en la actualidad, y este aumento ha venido acompañado del crecimiento del ganado y la disminución de fauna salvaje.
Al corromper el medio ambiente para que pueda pastar el ganado, cada vez hay más contacto entre animales salvajes y domesticados, y más posibilidades de que las enfermedades vayan saltando de animales como murciélagos hasta los humanos; no porque se ingieran, sino porque hayan tenido contacto previo con cerdos, vacas o pollos.
A esta degradación del medio ambiente le acompaña que el ser humano cada vez come más proteína animal. Desde la década de los 60, el porcentaje diario de alimento animal que ingiere el ser humano se ha duplicado hasta el 21 por ciento. A más demanda de comida, un aumento del ganado y de las posibilidades de infecciones zoonóticas.
Por otra parte, la caza de animales salvajes también ha adquirido un matiz importante en algunas sociedades, ya no solo en las de algunos países que incorporaban tradicionalmente estos alimentos en sus dietas, pero también por la demanda entre ciertas élites urbanas que lo ven como un producto exótico de lujo.
Se estima que 6 millones de toneladas de carne de animales salvajes se capturan cada año en África y Latinoamérica, y con ella, algunas de los mayores vectores de microbios y virus.
¿Cómo prevenir la próxima pandemia?
Ante este panorama, la única solución para prevenir una nueva pandemia es promover algunos cambios.
Mejorar el control biosecuritario, promover la coexistencia sostenible de agricultura y medioambiente y expandir las investigaciones científicas a las enfermedades zoonóticas, son algunas de las recomendaciones del Pnuma e ILRI.
En este contexto, África, el continente que además acoge gran parte de los remanentes de bosques y selvas más grandes del mundo, tiene el potencial de expandir sus conocimientos y experiencia en la gestión de brotes de este tipo de enfermedades y liderar la iniciativa.
“La situación en el continente es perfecta para que se intensifiquen las enfermedades zoonóticas actuales y para facilitar la emergencia y expansión de nuevas”, considera el director de ILRI, Jimmy Smith.
Sin embargo, la experiencia africana con brotes como el del ébola demuestra “formas proactivas de manejar las epidemias”, que unen el enfoque humano, el animal y el medioambiental en la gestión de enfermedades.
Nota Original: López-Dóriga Digital