Agua

Encuentran el cadáver de un cetáceo con 16 kilos de plástico en el estómago

Los daños que los residuos plásticos causan en los ecosistemas marinos son un problema sobradamente conocido. No en vano, se calcula que cada año cerca de 8 millones de toneladas van a parar a los océanos. Pero, además de contaminar las aguas, el plástico marino es una seria amenaza directa para especies las tortugas o delfines, que confunden la basura flotante con alimentos. En otros animales marinos de tamaño superior, como los cetáceos, la ingesta suele producirse por bioacumulación. Esto es, depredan presas que a su vez han ingerido plástico. Sin embargo, en ocasiones se producen casos excepcionales, como la muerte hace dos años de un ballenato con más de 40 kilos de plástico en su interior.

La semana pasada ocurrió una situación similar. La ONG francesa Itsas Arima, especializada en el estudio de delfines y cetáceos, informaba del hallazgo de un zifio de cuvier (Ziphius cavirostris) que varado en una playa de la localidad de Messanges, en el departamento francés de las Landas, cerca del País Vasco Francés, que acumulaba hasta 16 kilos de plástico en el interior de su estómago.

El ejemplar, de 5,15 metros de largo, fue hallado por dos transeúntes, que avisaron a las autoridades regionales para que realizaran una inspección de los restos. La ONG Itsas Arima acudió al lugar para practicar una necropsia en el menor tiempo posible. «En seguida notamos que los riñones estaban muy parasitados, luego abrimos el estómago para mirar el bolo alimenticio. Fue ahí donde nos dimos cuenta del triste descubrimiento. Encontramos picos de cefalópodos, los cuales forman parte de la dieta normal del animal, pero hasta tres cuartas partes del estómago estaban llenos de plásticos de todo tipo», comenta Aurore Toulot, presidenta de la ONG conservacionista, a National Geogrpahic España a través del correo electrónico.

Todo tipo de plásticos

Aunque hasta la fecha no se ha podido determinar la muerte del animal, los miembros de la ONG creen que podría deberse, al menos de forma indirecta, a la ingesta de todo ese plástico. Según declaraciones del Observatorio Pelagis a la agencia AFP, «esta masa de plástico probablemente aceleró la muerte del cetáceo, pues los desechos pudieron recubrir las paredes del estómagos y los intestinos, bloqueando la alimentación del animal.

Los conservacionistas informaron que la criatura albergaba en su interior principalmente bolsas de plástico, aunque también identificaron paquetes de patatas fritas, bolsas de pasta, y otros residuos no degradables.

“Cuando hablamos de contaminación por plásticos y su impacto en los cetáceos, solemos decir que los cetáceos reciben un impacto indirecto, es decir, que comen presas que ellos mismos han ingerido plástico, lo que se conoce como bioacumulación. Un delfín puede reconocer un trozo de plástico, a diferencia de una tortuga, por ejemplo. Pero en este caso, ¿cómo explicar que había tanto en su estómago y que se alimentaba de él directamente? Descubrimos que el animal era delgado y tenía una enfermedad parasitaria importante que lo debilitó, probablemente impidiéndole seguir comiendo normalmente.

Por lo tanto, el zifio recurrió [a alimentarse] con lo que estaba más cerca y se encontró con … ¡¡¡nuestros desperdicios !!! 

Esta especie sigue siendo muy misteriosa para los científicos, todavía sabemos poco sobre ella. Es muy difícil de localizar, especialmente cerca de nuestras costas y, sin embargo, está sometida a un gran impacto por culpa de la mano del hombre, [el ejemplar ahora localizado es] la prueba !!!” reza el comunicado de la ONG publicado en la red social Facebook.

Una especie ubicua

En efecto, los zifios de Cuvier pueden encontrarse en todos los mares y océanos del mundo, de las regiones ecuatoriales y templadas cálidas a aguas más frías cerca de los polos tanto del hemisferio norte y el sur. Normalmente muestran preferencia por aguas alejadas de la costa, pero pueden verse en mares cerrados o semicerrados. Se cree que muestra preferencia por hábitats con profundidades de entre los 500 y 600 metros, como pueden ser los cañones submarinos o el talud continental, por eso es difícil avistarlo en aguas superficiales o en zonas costeras, a no ser que se trate de un varamiento, como es este caso.
«Es hora de reutilizar nuestros residuos al máximo para que no acaben en la naturaleza. Si no lo hacemos por nosotros, hagámoslo por nuestros océanos y sus habitantes», concluye el llamamiento de los conservacionistas.

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