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El gas natural, combustible clave para la transición energética en Latinoamérica

Latinoamérica es el corazón de la transición energética”, señala el reporte anual de la compañía DNV GL que publicó este 09 de septiembre 2020 sobre las perspectivas de la transición energética hacia el año 2050. Este documento presenta la proyección mundial y regional de tanto el consumo como la producción energética, considerando los efectos e impactos a largo plazo de la actual pandemia a causa del COVID-19, donde una de sus conclusiones es “.. todavía hay esperanza en la naturaleza extraordinaria de la transición energética”.

Pero, ¿qué es la transición energética? Como la frase lo indica es el cambio estructural del sistema energético, en otras palabras, es la migración de la producción energética que para nuestro escenario actual es el cambio de combustibles fósiles hacia combustibles no fósiles. Esto implica cambio de tecnologías y fuente de energías para toda la cadena de valor de energía (es decir, los procesos ciclo de vida de la generación, distribución y conectividad energética) en muchas empresas, tales como: petróleo y gas, servicios públicos, fabricantes de equipos, automotriz, transporte, finanzas y nuevas empresas. La meta final es el “sostenimiento de las economías a través de la eficiencia energética mientras se minimizan los impactos ambientales de la producción y el consumo de energía”. Desde luego, para lograr la transición energética hacia la energía renovable es elemental la participación colaborativa de distintos actores: el estado o gobierno, el público o la ciudadanía, la industria energética tradicional y el mercado como se muestra en la Figura 1. 

Figura 1. Marco conceptual para la definición de transición energética (Sung y Park, 2018).

Un ejemplo de la transición energética – en la actualidad – es el auge del gas natural para reemplazar el resto de combustibles fósiles como el petróleo y carbón, debido a que es más amigable con el medio ambiente pues emite 50% menos de emisiones de CO2 durante la combustión que el petróleo y carbón. Esto no quiere decir que por recurrir al gas natural logremos que el calentamiento global disminuya, sino que es una pieza esencial que permite el traspaso a los combustibles no fósiles de emisión cero de CO2, por ejemplo, el hidrógeno azul o verde.

Resultados, de acuerdo con DNV GL, indica que el consumo energético en Latinoamérica hacia el 2050 será más diversificado hacia los combustibles no fósiles liderado por la biomasa e hidroeléctrica y respaldadas por el crecimiento de energía solar fotovoltaica y eólica, quiénes suministrarán el 52% de la energía primaria para el 2050 (Figura 2). Por el contrario, el petróleo irá en declive efecto del COVID-19 y presiones del cambio climático, mientras que el carbón permanecerá insignificante. El gas natural inicialmente disminuye y luego se estabiliza pero no superará al petróleo como principal fuente fósil.

Figura 2. Consumo de energía primaria por fuente en Latinoamérica. La unidad de medida es en exajoules por año equivalente a 1×10ˆ18 joules por año (DNV GL, 2020).

Por el otro lado, las emisiones de CO2 en Latinoamérica alcanzaron su punto máximo para el 2015, después del 2020 se proyecta que reducirán, para la década del 2030 se estabilizarán, y luego disminuirán a un 40% menos que hoy en el 2050 (Figura 3). Esto es debido a la transición energética exitosa donde para el 2050 la CAC (Captura y Almacenamiento de CO2) reducirá las emisiones de CO2 equivalente al 6% de las emisiones de la región en ese momento.

Figura 3. Emisiones de CO2 relacionadas con la energía en América Latina por sector. La unidad de medida es en Gigatoneladas de CO2 equivalente por año (DNV GL, 2020).

Como hitos para el futuro de Latinoamérica, Argentina sigue invirtiendo en yacimientos no convencionales para producir gas natural; Brasil apunta a la energía hidroeléctrica, eólica y solar mientras aumenta la producción petrolera; Chile apunta a tener para el 2030 el 70% de su matriz energética proveniente de energías renovables; Colombia incluiría al menos un 20% de energías renovables y aumento en el uso del gas natural.

El gas natural es la clave para la transición, además de producir energía primaria a través de su combustión, produce energía secundaria a través del hidrógeno azul. Por el otro lado, el hidrógeno verde es más deseable pues se produce con energías renovables como la electrólisis del agua de mar. La exploración y producción de gas natural local es un paso intermedio para ir en esta dirección. Donde Latinoamérica, rica en recursos naturales, es capaz de ser líder en la producción energética sostenible en el futuro.

Como ciudadanos debemos velar por el bien de nuestra comunidad y el medioambiente, debemos comprender el rol del gas natural en la transición energética mundial como el camino hacia las energías limpias. Por lo que hay que apoyar las políticas estratégicas de nuestros gobiernos hacia la sostenibilidad económica y monitorear las acciones dirigidas a la disminución de las emisiones de CO2 y GEI (gases de efecto invernadero).

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