Tierra

El costo de la recuperación verde es menor que las pérdidas que dejará el cambio climático en Latinoamérica

La directora del PNUMA para América Latina y El Caribe, Piedad Martín, advierte de que la región está dejando pasar la oportunidad de recuperarse de manera más sostenible con el medio ambiente

A estas alturas de la pandemia, no es novedad que América Latina y El Caribe es la región más apaleada por el coronavirus. Y aunque sus países son ricos en recursos naturales, está a punto de perder “la oportunidad histórica” de invertir en una recuperación verde, advierte el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) a partir de los datos arrojados por una nueva plataforma que rastrea semanalmente las políticas de gasto fiscal relacionadas con la covid-19.

Según la herramienta lanzada este jueves, solo el 2% de las inversiones de recuperación de los 33 países latinoamericanos se destina a enfrentar el colapso climático, mientras que la media es del 19% en el resto del mundo. Al contrario, el “gasto sucio”, en alternativas contaminantes, ha sido hasta ahora el más prominente. A partir de estas evidencias, Piedad Martín (Badajoz, España, 1977), directora del organismo para la región, comenta desde una videollamada cómo aún se puede corregir esta trayectoria.

Pregunta. ¿Por qué América Latina está dejando pasar esta oportunidad?

Respuesta. El peso que está teniendo la pandemia es muy alto para la región y, en ese contexto, la mayor parte de la inversión se ha dedicado a la respuesta de salud, a salvar vidas, a fortalecer los sistemas de atención sanitaria y ahora, obviamente, a avanzar con los esquemas de vacunación. Entonces no solo no se está invirtiendo lo suficiente en la recuperación, porque todavía se está en la respuesta a la emergencia, sino que tampoco hay énfasis en lo verde dentro de lo que ya se ha empezado a anunciar y hemos revisado en más de 1.100 medidas fiscales.

P. Sin embargo, se habla de que la recuperación sea verde, ¿cuáles son las principales limitaciones para pasar a la práctica?

R. Una limitación es el endeudamiento profundo de la región. Hay un déficit fiscal en la mayoría de los países, por lo cual el espacio para el gasto público se ha reducido mucho. Por ejemplo, aquí los países destinaron 490 dólares (403 euros) per cápita para atender la covid-19, frente a las economías más avanzadas que inyectaron 12.700 dólares (unos 10.500 euros).Los tomadores de decisiones no tienen datos suficientes para mostrar que las alternativas verdes generan más empleo y también mayor crecimiento económico

Otra barrera es que los tomadores de decisiones no tienen datos suficientes para mostrar que las alternativas verdes generan más empleo y también mayor crecimiento económico. Ahí es donde nosotros estamos apoyando a varios países a crear los escenarios entre “lo de siempre” y la alternativa ecológica. Por ejemplo, evidenciamos que en Panamá la transición genera cuatro veces más empleos que seguir invirtiendo en sectores fósiles. Con esos datos se pueden tomar decisiones innovadoras, que cuestan más en un contexto de tanta incertidumbre como el actual.

P. ¿Qué alternativas verdes tienen más potencial para la región?

R. Una es la energía sostenible, con ejemplos como el de Brasil que el año pasado generó 86.000 empleos a partir de una iniciativa de energía solar, la cual incluyó además en su plan de recuperación. Otra, es el transporte de cero emisiones. Ahí vemos gran potencial porque la gente se podría conectar mejor dentro y entre ciudades, y también se reduciría la contaminación urbana que está teniendo un impacto muy grande aquí. Y luego están las inversiones en soluciones basadas en la naturaleza, que son menos costosas que la infraestructura gris y pueden ser más resilientes al cambio climático. Ahí existe la oportunidad para generar empleos, a la vez que se restaura la naturaleza y se apoya su conservación.

P. ¿Brasil sería un ejemplo para otros países latinoamericanos?

R. Sí, en la medida en que hay estrategias que el país ha incluido en el plan de recuperación que son muy promisorias, como el que comentaba de energía solar. También en el rescate a la pandemia creó una línea de crédito hacia biocombustibles para intentar que sean más competitivos que la gasolina o el diésel. Pero hay que decir que Brasil ha anunciado una reducción en las regalías asociadas a la exploración, el desarrollo y la producción de petróleo y gas natural, esto en un momento en el que apuntar a sectores fósiles con inversiones de esta envergadura o reduciendo regalías puede hipotecar varias décadas del desarrollo sostenible de un país porque no va hacia la descarbonización. Creemos que ahí puede hacer más para aumentar su compromiso con el Acuerdo de París.En la pandemia aumentó la conciencia de que nuestra presión sobre la naturaleza puede generar un impacto en la salud de este calibre

P. ¿Y en qué punto se encuentran los otros países en este compromiso de bajar sus emisiones?

R. En la pandemia aumentó la conciencia de que nuestra presión sobre la naturaleza puede generar un impacto en la salud de este calibre. Entonces sí sentimos más que nunca esa sensación de alerta, de que tenemos que actuar, y hay varios países que han presentado lo que se denomina Contribuciones Nacionalmente Determinadas más ambiciosas como Chile, Argentina, Costa Rica, Colombia, Perú y República Dominicana. Otros están trabajando en ello. Todo esto está generando una vía en la que se sabe qué es lo que se puede y se debe hacer para aumentar la ambición. Ahora lo que hay que lograr es que los planes de recuperación sean coherentes con esos compromisos.

P. ¿Qué está en juego si la región no opta por lo verde?

R. El año pasado hubo una convergencia muy desafortunada. Estábamos con la crisis de la covid-19 cuando llegó una de las temporadas de huracanes más fuertes de la región caribeña en los últimos años y además tuvimos una tremenda época de incendios en toda Sudamérica. Entonces lo que está en juego es lo que ya hemos visto: vidas humanas, impactos económicos enormes, pérdida de la naturaleza y aumento de incendios, sequías e inundaciones. Irá en aumento a menos que se revierta. Sabemos que el costo de la recuperación verde es menor que las pérdidas que dejará el cambio climático en América Latina. Si no se corrige el rumbo actual, se perderá una gran oportunidad de generar resiliencia y sostenibilidad.

P. ¿Queda tiempo para corregirlo?

R. Estoy convencida de que sí. Pero no está solo en manos de la región. Si hablamos de justicia climática, hay otros países y otras zonas que tienen que dar un paso al frente muy fuerte para poder parar el cambio climático. Por eso se están haciendo todos los esfuerzos para que en la próxima COP [Cumbre del Clima] se dé esta transición. Y creo que cada vez hay también más líderes que se dan cuenta de que los jóvenes, los niños y las futuras generaciones se merecen que hagamos esta apuesta. Porque son estas generaciones las que más han sido afectadas con la pandemia, han perdido oportunidades, han sufrido en salud mental y están viendo el cambio climático con muchísima preocupación. Nuestra generación y las anteriores a la nuestra les deben la corrección de esta trayectoria.

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