Los microplásticos se han convertido en una amenaza omnipresente. Es posible encontrarlos en las cumbres más altas del planeta, en el fondo de los mares y hasta en el organismo del lector de este artículo. Al degradarse, los plásticos no desaparecen, sino que se van desintegrando en fragmentos cada vez más pequeños que circulan por todo el ecosistema. Además, pueden tener consecuencias perniciosas para la salud de los seres vivos, especialmente en el caso de los animales marinos.
El mismo hecho de que sean partículas tan minúsculas, hasta ciento cincuenta veces más pequeñas que un cabello humano, es uno de los grandes retos a la hora de limpiarlos. Hasta ahora era preciso emplear membranas especiales y otras costosas tecnologías, pero en los últimos años han comenzado a abrirse paso nuevas estrategias.
Microplásticos: el poder de atracción de los ferrofluidos
Se llama Fionn Ferreira y en 2019 ganó el primer premio de la Google Science Fair por su innovador sistema de limpieza de microplásticos. Este veinteañero irlandés ha planteado una propuesta basada en el uso de ferrofluidos. Su filtro utiliza un ferrofluido oleaginoso y partículas de óxido. Los microplásticos tienden a adherirse a partículas metálicas. Una vez que este proceso ha tenido lugar, el ferrofluido atrae las partículas de plástico emparejadas con el metal.
La tecnología ha demostrado una eficiencia del 88% en la limpieza del agua. El objetivo es que el nuevo filtro pueda integrarse en equipos ya existentes, desde depuradoras de aguas hasta lavadoras domésticas, una de las grandes responsables de la emisión de microplásticos al limpiar ropa sintética.
Una de las estrategias más sugerentes de Ferreira es la instalación de estos filtros en los sistemas de refrigeración de embarcaciones. Los barcos de motor emplean succionan agua del mar para enfriar sus equipos para luego devolverla al mar. La idea es que, en un futuro, los barcos se conviertan en máquinas de filtrado flotantes que contribuyan a eliminar los microplásticos.
Las bacterias podrían ser la clave
Si hay algo más omnipresente que los microplásticos son las bacterias. Las capacidades metabólicas de estos microorganismos ya desempeñan un papel fundamental en la depuración de aguas e incluso protagonizan nuevas energías renovables. Pueden llegar a metabolizar ácido sulfúrico y, por supuesto, también polímeros. Algunas de ellas ya eran capaces de metabolizar lignina o cera, pero otras han evolucionado hasta alimentarse de plásticos.
Los investigadores ahora están explorando las posibilidad de estimular esta facultad para utilizarlas como limpiadoras en los ecosistemas. El planteamiento parte de localizar las bacterias más eficientes en ese sentido para poder aplicar tratamientos que degraden los plásticos, tanto en vertederos como en el agua marina. Esta técnica de bioingeniería, que aún está en sus primeros compases, podría contribuir a eliminar una parte de los millones de toneladas de plástico que acaban en los mares cada año.
Filtros de nueva generación
Además de recurrir a las bacterias, existe la posibilidad de sacar partido a las plantas como una alternativa para la filtración de microplásticos. El VTT Technical Research Centre (centro de investigación técnica VTT) de Finlandia ha desarrollado una nueva membrana de nanocelulosa capaz de atrapar las partículas plásticas más diminutas.
Las estructuras coloidales y porosas de este filtro atrapan los microplásticos sin necesidad de agentes químicos o acción mecánica alguna. Tal como sucede con la propuesta de Ferreira, existe la posibilidad de integrarlo en las lavadoras para evitar que los microplásticos lleguen a las aguas residuales y, en última instancia, el mar.
Como siempre, la mejor estrategia es reducir la producción de plásticos. Pero, mientras tanto, estas nuevas tecnologías pueden ayudar a combatir a este enemigo invisible y ubicuo.