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Cómo fue que la ayahuasca pasó de ser una planta mística a una especie en peligro de extinción

Los rituales de ayahuasca que se practican a manera de atracción turística pierden legitimidad y compromiso místico, asegura antropólogo.

La tendencia comenzó hace apenas una década. Turistas de Estados Unidos y algunos países de Europa empezaron a visitar los países que conviven con la selva amazónica para vivir la experiencia de un ritual de ayahuasca. Atraídos por las propiedades curativas naturales de la cactácea, una industria creciente de extranjeros busca solucionar sus cargas kármicas por medio de la curación espiritual ancestral.

De acuerdo con el historiador Mark Hay, sin embargo, estas nuevas prácticas turísticas no están en sintonía con la intención original de estos rituales místicos. Por el contrario, tienden a invadir las prácticas culturales milenarias que han coexistido con el ecosistema a través de su historia natural. Y lo que es más: están modificando las dinámicas internas y naturales que les sostienen. Así se colonizó la ayahuasca.

En sintonía

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Imagen: Wikimedia Commons

El uso de ayahuasca es milenario. Diversas prácticas curativas, espirituales y místicas se extienden en la Amazonía de Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia. Los pueblos originarios que han habitado la selva húmeda desde hace miles de años han desarrollado —a veces de manera aislada; a veces, en conjunto— una multiplicidad de sanciones y usos para la cactácea, que se encuentra la naturaleza en vainas, bajo el nombre de Banisteriopsis caapi.

Por medio de tés, infusiones y otras preparaciones ceremoniales, las tribus amazónicas —especialmente las quechuas— han generado un entramado místico, religioso y cultural en torno a la ayahusca. Milenios antes de la llegada de los europeos a América, curanderos, brujos y vegetalistas conocían las propiedades psicoactivas de la planta, y la respetaban como el puente que permitía una conexión espiritual con el entorno que les rodeaba.

En sintonía con el cosmos, las tribus locales aprendieron a cuidar y cultivar la ayahuasca como un componente fundacional de su sociedad. Por esta razón, desde entonces se le han atribuido propiedades curativas más allá del plano de consciencia en la vigilia. Por medio de las alucinaciones que produce la ayahusca, los practicantes podían reconocerse a sí mismos en los demás, entender sus malestares físicos y curar sus dolores espirituales.

En la actualidad, aquellos extranjeros que visitan estos países los catalogan todos bajo el término ‘chamanes’, que homogeneiza la diversidad conceptual y de conocimiento ancestral que existe en la región. A diferencia del marco legal que existe en sus países de origen, las regulaciones latinoamericanas en términos de usos y costumbres sí permiten el uso ceremonial de ésta y otras plantas con propiedades alucinógenas. El consumo recreativo, por tanto, ha ido a la alza desde 1994, según los registros del antropólogo Peter Gorman.

Otros planos de consciencia

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Fotografía: De Apollo / Flickr

Cuando el cerebro humano interactúa con ayahusca, entra en un viaje inmersivo a través del DMT. Éste es el componente alucinógeno de la planta, y su nomenclatura química es N, N-dimetiltriptamina. Como tal, es un psicodélico de acción inmediata, que induce a las personas en un estado de relajación absoluta —si el cuerpo está preparado para recibirlo.

La medicina occidental ha intentado integrar este tipo de plantas para fines terapéuticos. Desde la curación de dependencias y adicciones hasta el tratamiento de estrés postraumático, la ayahuasca y otras vainas amazónicas permiten un reconocimiento del individuo consigo mismo, que le permite enfrentar sus duelos emocionales más profundos, dolorosos e inconscientes.

“Comprender cómo los psicodélicos afectan el cerebro se ha vuelto cada vez más importante a medida que los médicos e investigadores están aprendiendo que estos medicamentos pueden ayudar a aliviar la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático”, explica Healthline.

Sin embargo, la línea positivista deja de lado la contraparte inmaterial de este tipo de experiencias místicas, de reencuentro con una ‘fuente de energía inagotable‘. Por esta razón, deja de lado el componente místico que integra a este tipo de experiencias. Sin éste, gran parte de la preparación orgánica y mental se pierde por completo, y el entramado milenario que acompaña a la historia natural de la especie se desvanece.PUBLICIDAD

La irrupción de rito

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Foto: Getty Images

Con respecto a cómo se viven los rituales turísticos de ayahuasca, Mark Hay se muestra crítico. No sólo ante la insensibilidad de los extranjeros que aprovechan estos recursos, sino ante la colonización capitalista de una planta que antaño fue de uso ritual, medicinal y místico. Así lo expresa en su artículo para JStor:

“Los enfoques médicos occidentales […] son demasiado estériles, demasiado alejados de las visiones holísticas del mundo”, escribe Hay. “Muchos quieren participar en lo que ven como auténticos rituales tradicionales de ayahuasca, cuyas estructuras creen que les darán la información y la orientación que necesitan para desbloquear el verdadero potencial curativo de la infusión”.

Por esta razón, diversas celebridades con adicciones han superado sus dependencias después de sus experiencias con ayahusca. Esto no quiere decir, sin embargo, que sus revelaciones espirituales pasen impolutas en el Amazonas.

El uso recreativo de ayahusaca, escribe Hay, ha hecho que la vaina amazónica escasee. Conforme más y más turistas visitan ciudades específicas en Perú, la demanda sube y las formas tradicionales de cultivo no son suficientemente veloces para satisfacerla. Así, la planta que alguna vez se utilizó con fines medicinales en esta región del mundo hoy está en peligro de extinción.

La ayahuasca da, la ayahuasca quita

Foto: Getty Images

Si bien es cierto que las primeras experiencias con ayahuasca generalmente son suaves, relatan los curanderos peruanos, la sustancia funge como un enlace con los aspectos menos luminosos de las personas también. Quienes no respeten los preparativos iniciáticos para inducirse en el rito, posiblemente no tendrán una experiencia muy grata. Más bien, al revés.

Vómitos, mareos, visiones cercanas a pesadillas. Todas estas experiencias también son parte del rito de autoconocimiento que se desprende de la vaina amazónica. De la misma manera, para quienes no están acostumbrados a convivir con la sustancia hay restricciones orgánicas. Las personas embarazadas, quienes padezcan de glaucoma o pacientes bajo un tratamiento de drogas químicas no deberían de consumirla así como así.

De cualquier manera, según reportó The Guardian en 2017, el turismo ‘místico’ que ha llovido sobre la selva amazónica ha sido una bendición cruzada, según escribió el corresponsal Max Opray. Si bien ha traído recursos extranjeros para las comunidades locales, ha provocado la devastación del ecosistema amazónico también, y la paulatina desaparición de ésta y otras plantas místicas.

“Aquí nadie paga por tomar ayahuasca”, expresó entonces el vegetalista brasileño Thiago Martins e Silva. “Lo sagrado no debería estar a la venta”.

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