2020 había sido catalogado como el «Súper Año del Océano». Los observadores anticipaban acuerdos internacionales para proteger la biodiversidad en alta mar, regular la minería en aguas profundas y redactar un marco de biodiversidad posterior a 2020 que renovaría las metas de Aichi vencidas.
Sin embargo, cuando el mundo se cerró por la pandemia, los negociadores pusieron en pausa las discusiones sobre el tratado y pospusieron las reuniones hasta el próximo año. Los que sí siguieron adelante, como las negociaciones de la CCRVMA y la Organización Mundial del Comercio para reformar los subsidios a la pesca, dieron resultados decepcionantes y parece que continuarán en 2021.
Aun así, el fin de año ha traído algunos avances prometedores para el océano y el planeta. El Reino Unido se unió al impulso de un tratado global para abordar la contaminación plástica. China anunció su objetivo de alcanzar emisiones netas de carbono cero para 2060, y Japón y Corea del Sur siguieron rápidamente con las promesas de llegar a cero emisiones netas para 2050.
La presión ahora está sobre otros importantes emisores de carbono, como los Estados Unidos, para establecer sus las llamadas contribuciones determinadas a nivel nacional y crear hojas de ruta alcanzables para cumplirlas. Dado que la ambición mundial sigue siendo alta, todavía existe la posibilidad de un impulso real para los océanos en 2021.
Una mayor inspiración proviene de la Década de las Ciencias Oceánicas de las Naciones Unidas que comienza el próximo año, con una oportunidad única en la vida de fortalecer la gestión global de los océanos con conocimiento.