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Tormentas, inundaciones y olas de calor: ¿la culpa es del cambio climático?

El 2021 no es el único año en el que están ocurriendo eventos climáticos catastróficos. Lo llamativo es que, ahora, los episodios ‘extraordinarios’ se dan cada vez con más frecuencia. Hablamos con el físico del aire y divulgador José Miguel Viñas.

Si vives en el centro de la Península Ibérica, es probable que una de estas últimas noches te hayas despertado sobresaltado por un estruendo. Este año hemos recibido el mes de septiembre con tormentas eléctricas acompañadas de fuertes lluvias y peligrosas inundaciones en casi todo el territorio español. 

Mientras, temporales de similar calado asolan el resto de Europa. El clima le coloca el broche final a un verano asfixiante y quedan atrás las intensas olas de calor y los dramáticos incendios que han afectado a la cuenca del Mediterráneo a lo largo del mes de agosto. 

Pocas semanas antes, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos confirmaba que el mes de julio de 2021 fue el mes más caluroso en 142 años de registros. Sobre las mismas fechas, precisamente, se presentaba la primera parte del último informe del Panel de Expertos del Cambio Climático (IPCC) alertando de que los fenómenos climáticos extremos se harán cada vez más frecuentes.  

Un poco más atrás en el calendario, muchos recordarán la intensa nevada que cayó en el centro de la Península, apodada Filomena, y que constituyó el evento de este tipo más intenso en cien años.  

¿Estamos exagerando si relacionamos todos estos fenómenos con el cambio climático? ¿Cómo distinguir una simple tormenta de verano de uno de los estragos provocados por la intervención humana en el aumento de la temperatura global? 

Una de estas noches de desvelo provocado por la tormenta, nuestro meteorólogo de cabecera, el físico del aire y divulgador en Meteored José Miguel Viñas, escribió el siguiente tuit: 

“No estamos viviendo un episodio de tormentas de final del verano más; estamos asistiendo, de nuevo, a algo histórico; lo mismo que la ola de calor de agosto, lo mismo que Filomena en enero… Todo el mismo año y en las mismas coordenadas geográficas”. 

La discusión versaba sobre si la existencia de estas tormentas, aparentemente habituales en las noches del final del verano, tenía su origen en los efectos del cambio climático, al igual que muchos de los fenómenos extremos que hemos vivido a lo largo de 2021; y estaba particularmente situada en el territorio español. 

Como ha explicado Viñas a través del teléfono a MUY INTERESANTE, no es la ocurrencia de estos eventos lo que debería llamarnos la atención, sino su magnitud y su frecuencia. 

“Cualquiera de estos fenómenos se puede explicar por el comportamiento normal del clima: nevadas, olas de calor…” empieza explicando. “Es verdad que ha habido otras olas de calor, otras nevadas, otras tormentas de final de verano. Podrían ser episodios normales, pero la magnitud de estos fenómenos, en el contexto de cambio climático, y que ocurran en varios lugares del planeta, son demasiadas coincidencias”. 

tormenta

Lo que consideramos ‘normal’ está cambiando 

La tesis de Viñas reside en la intensidad y la frecuencia de fenómenos que, aunque siempre han ocurrido, no dejaban de ser eventos extraordinarios. En la actualidad, muchos de estos eventos entran dentro de la cotidianidad. “Ahora, lo normal son 40 grados en verano, lo cual antes era algo anecdótico. Está dándose un cambio en lo que consideramos normal”. 

Viñas recuerda comentarios de algunos usuarios en las redes, apuntando la sucesión de eventos parecidos en el pasado. “Por ejemplo, es cierto que en 1962 hubo unas inundaciones catastróficas en Cataluña, y a los dos meses hubo una nevada histórica. El 2021 no es el único año en el que están ocurriendo eventos climáticos catastróficos. Lo llamativo es que, ahora, prácticamente todos los años se dan episodios ‘extraordinarios’”, replica. 

¿Cómo puede contribuir el cambio climático a que se potencien las tormentas? 

Uno de los fenómenos más preocupantes, por sus consecuencias catastróficas, son las inundaciones y riadas provocadas por las lluvias torrenciales. Basta comprender dónde y cómo se forman las tormentas para interpretar que una atmósfera más cargada de calor de lo habitual podría generar tormentas más intensas: “Parece bastante claro que la atmósfera contiene una mayor cantidad de energía en forma de calor, que se concentra sobre los océanos, donde se forman las tormentas. Este exceso de energía, al final, las potencia”.  

“Ahora, debemos seguir estudiando el clima para comprender cómo esa mayor carga de energía está dando lugar a una situación atmosférica anómala; y cómo ese exceso de energía, aparte de liberarse, está contribuyendo a modificar la propia dinámica de la atmósfera”, nos explica el divulgador.

Hacen falta más estudios para vincular con rotundidad estos eventos al cambio climático 

Por el momento, podemos sacar conclusiones parciales basándonos en algunos estudios. El experto en clima pone como ejemplo que, durante la ola de calor de Canadá, fue publicado un estudio concienzudo que la vinculó con el cambio climático, demostrando que era imposible que este fenómeno se diera fruto de la variación natural del clima. 

No obstante, Viñas es amigo de la prudencia. “La rotundidad a la hora de afirmar que estos fenómenos se producen por el cambio climático no puede hacerse a la ligera. El conocimiento que tenemos es muy amplio, pero aún es insuficiente”. 

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