Agua

Se seca presa de Tamaulipas y resurge pueblo hundido

La sequía que afecta la zona norte de México ha generado la dramática disminución de los niveles de varias presas, las cuales están en mínimos históricos por lo que han resurgido pueblos que quedaron inundados décadas atrás, como Antiguo Padilla, en Tamaulipas, poblado donde fue fusilado Agustín de Iturbide en 1824 y que fue abandonado en 1970, cuando inició la construcción de la presa Vicente Guerrero.

De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la presa Vicente Guerrero actualmente almacena sólo 33 por ciento de su capacidad total que es de tres mil 910 hectómetros cúbicos de agua.

La situación en las presas del norte del país es crítica, pues embalses de Nuevo León, Coahuila y Chihuahua están casi vacíos y han dejado al descubierto vestigios de antiguos pueblos, y en algunas iniciaron la búsqueda de restos humanos.

El nivel tan bajo de la presa permitió el resurgimiento de la plaza central de Antiguo Padilla, que alguna vez fue la capital del estado, y que hoy curiosos aprovechan para visitar y comer pescado frito.

Antes de 1968, los pobladores de Padilla se dedicaban a la pesca, ganadería o la siembra; la gente se reunía en la plaza principal que estaba rodeada por la iglesia, la escuela primaria y el monumento que señalaba el punto exacto en que Agustín de Iturbide había sido fusilado en 1824.

Ante la falta de infraestructura hidráulica en la región centro de Tamaulipas, autoridades federales decidieron construir la presa Vicente Guerrero. En 1970, de acuerdo con la Secretaría de Obras Públicas en la entidad, se dio luz verde para poner en marcha el proyecto de construcción de esta en la cuenca de los ríos Purificación y Corona, así como otros arroyos que conforman el sexto embalse más grande de todo el país.

José Antonio Hernández Rodríguez tenía 18 años cuando vio partir a las familias de Padilla. “Mucha gente no quería irse, casi vinieron con la ley a sacar a los señores grandes; les devolvieron la casas allá en el pueblo -Nuevo Padilla- y los que tenían terrenos, huerta, árboles frutales todos los pagaron hasta la última matita” recordó el hombre que vivía a pocos kilómetros del pueblo.

Aurelia, quien acude con su familia a pescar y freír pescado a un costado de la vieja y emblemática primaria, recuerda cómo antes la zona estaba llena de agua. “Hemos venido varias veces, antes todo esto no se veía, apenas se veía la iglesia que estaba allá, aquí en la escuela nada más se veía el techo los muchachos locos se metieron a nadar ahí, pasaron los años y ya se veía la mitad” detalló la señora, integrante de la Familia Guajardo, residentes de Ciudad Victoria.

A menos de un kilómetro de distancia de lo que era la escuela del pueblo, se encuentra el cementerio de Antiguo Padilla, cuyas lápidas, cruces y placas han logrado vencer más de 50 años de agua y olvido, como las de Guadalupe Elizondo y Juan Ayala, que murieron hace más de 50 años y sus tumbas salieron de nuevo a la luz.

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