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Por qué el cambio climático podría aumentar la frecuencia de los meteotsunamis en el Mediterráneo

Un estudio en fase inicial indica que el calentamiento puede producir más maremotos imprevistos causados por las condiciones atmosféricas en distintas partes del mundo

Un meteotsunami es un tipo de maremoto generado por las condiciones atmosféricas, y puede golpear cualquier costa adyacente a un fondo marino con una plataforma continental larga y poco profunda. No son tan gigantescos, ni tan conocidos, como los maremotos ordinarios, causados por terremotos en el lecho oceánico, y son más localizados; pero pueden causar daños materiales y poner en peligro vidas humanas. Y el calentamiento puede agravarlos.

Un meteotsunami que golpeó el puerto menorquín de Ciutadella en 2006, por ejemplo, hizo que los yates chocaran entre sí y luego, al retirarse el mar, se desplomaran sobre el fondo del puerto, causando daños por valor de decenas de millones de euros. Los meteotsunamis aparecen también en las leyendas locales: en Croacia, en el siglo XVI, una de estas ondas barrió el puente que comunicaba los dos lados de una aldea, lo que hizo recapacitar a sus habitantes respecto a la contienda que mantenían entre sí.

Jadranka Šepić, profesora adjunta y meteoróloga de la Universidad de Split, en Croacia, señala que los investigadores saben ya qué condiciones originan dichos tsunamis. En la costa debe haber una plataforma continental somera, con una profundidad máxima de 100 metros, y que se extienda al menos varias decenas de kilómetros mar adentro. Esa característica se encuentra en la costa oriental de Estados Unidos y en el canal que separa Francia de Inglaterra, por ejemplo.

Esta forma tiene un efecto en la velocidad de las ondas oceánicas largas, aquellas que recorren largas distancias, a diferencia de las olas rompientes, causadas por el viento, que golpean la costa cada pocos segundos. Cuando ondas de 10 kilómetros de longitud alcanzan este tipo de plataforma, reducen su velocidad a entre 50 y 110 kilómetros por hora, dependiendo de la profundidad.

Es importante que esta velocidad sea suficientemente lenta como para combinarse con la de las ondas de gravedad atmosféricas que tienen encima. Si ambas velocidades coinciden, y si, a consecuencia de ello, los dos tipos de ondas se sincronizan, la energía de la onda atmosférica se transmite a la de la onda acuática, “y esta onda marina crece y crece, de manera parecida a una resonancia”, explica la profesora Šepić.

Las ondas atmosféricas

Pero lo que no se sabe tan bien es qué causa estas ondas atmosféricas, puntualiza Šepić, que dirige un proyecto, conocido como SHExtreme, cuyo objetivo es descubrir las condiciones que las provocan y si el cambio climático hará que aumente su frecuencia.

“Sabemos cómo interactúan la atmósfera y el océano, pero queremos entender qué contribuye exactamente a que se produzcan estos fenómenos atmosféricos, qué condiciones más generales en la atmósfera permiten que se generen estos fenómenos de menor tamaño”, dice. Si la incidencia aumenta, señala, aumentará a su vez la incidencia de los meteotsunamis más grandes. Es más, debido al aumento del nivel del mar, tendrán mayor repercusión que en la actualidad.

“En primer lugar, ocurrirán desde un nivel del mar más elevado, de modo que serán más peligrosos”, prosigue Šepić. “Pero lo segundo que debemos comprobar es qué les ocurrirá a estas ondas atmosféricas, si su frecuencia va a aumentar o a disminuir. Si la frecuencia disminuye, podría ocurrir que estos dos eventos se cancelen mutuamente. Pero si se producen más fenómenos atmosféricos favorables, tenemos un problema: aumentará la probabilidad de que se produzca un meteotsunami, y partirá desde un nivel del mar más elevado”.“En superficie parece tranquilo, pero en los niveles altos está ocurriendo algo más enérgico”

El proyecto SHExtreme está recogiendo pruebas sobre anteriores olas de este tipo y comparándolas con las condiciones atmosféricas que se daban en su momento.

Para hacerlo se necesitan los datos de mareas, que en el siglo XIX se recopilaban mediante mareómetros mecánicos, y ahora se registran principalmente con radares digitales y sensores de presión en el fondo marino.

Sin embargo, para el trabajo más histórico, hay un obstáculo. Las tablas de datos sobre el nivel del mar antes de 2010 solo registraban la altura de hora en hora. Es una medida demasiado imprecisa, porque un meteotsunami puede formarse, causar estragos y retirarse en cuestión de minutos.

Por esta razón, la profesora Šepić ha tenido que buscar las gráficas analógicas originales ―efectuadas por una aguja que se movía arriba y abajo en un cilindro rotatorio― a partir de las cuales se recopilaron las tablas. Está estudiando estos registros en toda la costa croata. Otros compañeros han hecho lo mismo con Finlandia.

Desde 2010, la Comisión Oceanográfica Internacional proporciona datos sobre la altura del nivel del mar tomados alrededor del mundo minuto a minuto. Por eso, el equipo de la profesora Šepić se está centrando en este periodo, buscando en los datos patrones como la distribución estacional y la extensión de costa afectada.

Más fuertes en verano

De momento, el equipo ha demostrado que los meteotsunamis mediterráneos tienden a ser más fuertes en verano. A pesar de las condiciones de calma a nivel del suelo, a unos 1.500 metros de altitud pueden estar soplando vientos rápidos de aire seco procedentes de África, y esto es lo que parece desencadenar las ondas atmosféricas.

“En la superficie parece tranquilo, pero en niveles altos está ocurriendo algo más enérgico”, dice. La investigadora explica que, cuando comprobaban esta teoría en referencia a las islas Baleares españolas, pudieron “demostrar que cuando se da esta situación en la atmósfera hay una probabilidad muy elevada de que se produzca un meteotsunami; esta situación casi siempre genera estas ondas atmosféricas”.

El siguiente paso es considerar el futuro. Hay muchas simulaciones de cómo se comportará la atmósfera con el cambio climático. En las Baleares, el peor escenario en las simulaciones mostraba un aumento del 30% en el número de días durante los cuales se producen estos vientos en altura.

“Pero el problema es que usamos solo una simulación climática, era una especie de modelo prototipo”, explica Šepić. “Necesitamos observar 10 o 20 simulaciones climáticas”. Observar más simulaciones es lo que tiene pensado hacer en los próximos dos años.

Algunos científicos en Estados Unidos piensan que han avanzado en la previsión de meteotsunamis, al menos en el lago Michigan. En abril de 2018, la ciudad playera de Ludington fue inundada por una ola que dañó muelles y viviendas, anegó tuberías de admisión, y podría haber arrastrado bañistas si hubiera ocurrido un poco más avanzado el año.

Eric Anderson, oceanógrafo del Laboratorio de Investigación Medioambiental de los Grandes Lagos, perteneciente a la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional, decía: “Es uno de los desfases en nuestras previsiones”.

Su equipo informó a finales de marzo de que, usando fotos tomadas por un residente local y otros datos deberían poder predecir, con las herramientas de pronóstico actuales, acontecimientos de este tipo con minutos u horas de antelación.

Šepić afirma que en las Baleares ya se realizan pronósticos, pero “a menudo se equivocan”, porque se basan o bien en probabilidades estadísticas de acuerdo con las condiciones atmosféricas o bien en modelos que no ofrecen pronósticos exactos de ondas atmosféricas de menor tamaño. El proyecto SHExtreme podría cambiar esta situación. Como mínimo, dice Šepić, esperan “poder mostrar qué partes de la costa europea corren más riesgos ahora y también en el futuro”.

Fuente: elpais.com

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