A Tuukka le gusta jugar al frisbi. Griz adora una pelota naranja. Toby aprovecha su tiempo libre para echarse la siesta o ladrar a los vehículos que pasan. Pero estos perros aparentemente ordinarios tienen una capacidad extraordinaria: forman parte de una manada de perros de investigación capaces de detectar el olor distintivo del SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19.
A medida que la enfermedad avanzaba por el planeta y los científicos empleaban herramientas como las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa para detectar el nuevo coronavirus en las personas, un equipo de investigadoras de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, está trabajando para determinar si se puede adiestrar a los perros para detectar infecciones.
El estudio demostrativo preliminar, publicado en abril en la revista PLOS ONE, probó que el virus tiene un olor que los perros adiestrados pueden identificar en la orina y la saliva. Ahora, las investigadoras —con la ayuda de Tuuka, Griz, Toby, Rico y Roxie— están examinando si los cánidos pueden detectar el olor del coronavirus en camisetas sudorosas.
Si los perros pueden detectarlo de forma precisa en la ropa, podrían patrullar en lugares como aeropuertos y estadios para detectar el virus en entornos públicos.
«Lo que nos preguntamos es si podemos traducir esto a un uso operativo», dice Cynthia Otto, autora principal del estudio y directora del Working Dog Center de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Pensilvania. «¿Pueden los perros cribar a las personas? Creo que ese es un posible beneficio».
El olor del sudor
Con un sentido del olfato considerado de 1000 a 10 000 veces mejor que el nuestro, los perros realizan todo tipo de tareas. Pueden detectar los síntomas tempranos de la enfermedad de Parkinson, la diabetes, varios tipos de cáncer, las crisis epilépticas y la malaria, entre otras afecciones. Ayudan a los equipos de búsqueda y rescate tras los desastres naturales y sirven de aliados en operaciones militares, detectando explosivos ocultos. Algunos perros acompañan a los agentes de aduanas en busca de contrabando, desde drogas hasta marfil de elefante. Pueden rastrear a los cazadores furtivos, buscar ratas en buques de carga que podrían escaparse en puertos distantes y encontrar especies amenazadas e invasoras.
Las investigadoras empezaron a adiestrar a los perros para detectar el nuevo coronavirus a partir de muestras de orina y saliva en la primavera del 2020. En noviembre, empezaron a adiestrar a los perros para hacerlo con el sudor. En primer lugar, se presentan muestras positivas a los perros y después se les da un premio. Una vez los perros aprenden a asociar el olor del virus con una experiencia placentera, están listos para comenzar los ensayos oficiales.
Se colocan una serie de camisetas sudorosas y elementos de distracción —ropa limpia, materiales de envío o alcohol desinfectante— dentro de latas cubiertas de malla en los extremos de una rueda con ocho radios. Solo una lata contiene una camiseta que ha llevado una persona que ha dado positivo en COVID-19 48 horas después de llevarla. Los perros saben que tienen que caminar alrededor de la rueda hasta detectar la muestra positiva.
En el estudio de abril con muestras de orina y saliva, los perros podían detectar el virus con una precisión del 96 por ciento, dice Otto. Aunque el estudio actual con camisetas sudadas aún está en curso, los canes han tenido un éxito increíble, dice.
Roxie es el perro más rápido: ha conseguido encontrar una muestra positiva en solo 12 segundos. Rico, un perro más pensativo, tarda unos 23 segundos en identificar la camiseta correcta.
Los perros olfateadores sobre el terreno
Los perros pueden detectar el coronavirus oliendo sus compuestos orgánicos volátiles, las sustancias químicas segregadas a través de productos residuales como la orina, la saliva y el sudor a medida que las células humanas metabolizan.
Los compuestos son «como la huella dactilar de una enfermedad», afirma Amritha Mallikarjun, investigadora posdoctoral que trabaja en el estudio actual. Y aunque son indiferenciables de las narices humanas, los perros tienen un sentido del olfato muy potente: además de todos esos receptores, sus fosas nasales están conectadas a decenas de túneles cavernosos entrecruzados que permiten que los olores perduren. «Hay mucho espacio para que el aire gire y toque las superficies y se quede atrapado» en los receptores nasales de los canes, explica.
Estudios similares han terminado o están en curso en otras partes del mundo, como en el Reino Unido y Francia. Por ejemplo, tras descubrir que los perros podían distinguir muestras de sudor de personas que habían dado positivo o negativo en COVID-19, Dominique Grandjean, veterinario y profesor en la Facultad Nacional de Veterinaria de Francia en Alfort, cuenta a National Geographic que empezó a probar si los canes eran capaces de detectar variantes de la COVID-19. Y los perros ya han sido desplegados en el aeropuerto internacional de Helsinki-Vantaa, en Finlandia, para detectar a pasajeros infectados.
Algunos partidarios de perros de detección de COVID-19 afirman que los animales podrían remplazar los esfuerzos de mitigación de la COVID-19, como las pruebas PCR, que requieren el hisopado nasal u oral y cuyo procesamiento puede llevar días. Los perros adiestrados para detectar el virus en el sudor podrían caminar junto a filas de personas y olfatear las infecciones sin interrupción, explica Mallikarjun, y con un riesgo mínimo: algunos estudios han demostrado que el SARS-CoV-2 no puede transmitirse a las personas —o los animales— a través del sudor.
Sus capacidades también podrían emplearse para crear y programar narices mecánicas, dispositivos electrónicos que funcionarían de forma similar a los alcoholímetros para identificar la COVID-19, añade.
Pero otros afirman que es demasiado pronto para saber cómo encajarán los perros en la lucha contra la pandemia. «Creo que hay potencial», afirma Anna Durbin, profesora de salud internacional en la Facultad Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins. Afirma que los perros adiestrados podrían emplearse para complementar otras iniciativas. Por ejemplo, podrían proporcionar un cribado inicial que podría confirmarse más tarde con una prueba de laboratorio, permitiendo que una persona potencialmente infectada tome precauciones de inmediato.
Estos perros olfateadores no pueden ser cualquier perro. «A mucha gente le entusiasma tener perros olfateadores de la COVID-19», dice Otto, «pero hay que pensar en el perro adecuado para ese trabajo, un perro que sea fiable y que no se aburra».
Alexandra Horowitz, especialista en cognición canina del Barnard College, en Nueva York, que no participó en el estudio, dice que los perros que mejor realizan este tipo de trabajo olfativo son aquellos que se sienten muy motivados para trabajar a cambio de una recompensa y que «harán lo que les pidan para conseguir esa recompensa».
Las investigadoras están de acuerdo en que Griz es así, ya que trabaja sin parar para recibir su recompensa: esa pelota naranja. «Le encanta», afirma Mallikarjun. «Le encanta aplastarla y es muy feliz».