La primera contabilidad global de fluctuaciones en lagos y embalses ha demostrado que 57 por ciento de la variabilidad se produce en depósitos represados y otros cuerpos de agua artificales.
Este resultado destaca el papel dominante que ahora tienen los humanos en el ciclo del agua de la Tierra, según el estudio publicado en la revista Nature.
Los niveles de agua en los estanques, lagos y embalses gestionados por humanos suben y bajan de una temporada a otra, pero hasta ahora ha sido difícil analizar exactamente cuánto de esa variación es causada por ellos en comparación con los ciclos naturales. El análisis de nuevos datos satelitales muestra que 57 por ciento de la variabilidad estacional en el almacenamiento de agua superficial de la Tierra ahora ocurre en embalses represados y otros cuerpos de agua artificiales.
“Los humanos tienen un efecto dominante en el ciclo del agua de la Tierra”, resalta la autora principal del trabajo, Sarah Cooley, investigadora posdoctoral en la Escuela de Ciencias de la Tierra, Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos.
Los científicos utilizaron los datos reunidos en 22 meses por el Icesat-2 de la NASA, que se lanzó en octubre de 2018 y recopiló mediciones altamente precisas para 227 mil 386 cuerpos de agua en el mundo, incluidos algunos más pequeños que un campo de futbol.
“Los satélites anteriores no han podido acercarse a eso. Necesitaba encontrar un proyecto en el que pudiera trabajar de forma remota”, señaló Cooley, quien realizó la mayor parte del análisis en una computadora portátil en la sala de la casa de sus padres, después de que las restricciones del coronavirus cancelaron su temporada de campo programada en Groenlandia.
Cooley y sus colegas encontraron que los niveles de agua en los lagos y estanques de la Tierra cambian alrededor de 22 centímetros entre las estaciones húmeda y seca. Mientras tanto, los embalses manejados por humanos fluctúan casi cuatro veces esa cantidad, subiendo y bajando un promedio de 800 metros de una temporada a otra.
El oeste de Estados Unidos, el sur de África y Medio Oriente están entre las regiones con la mayor variabilidad de reservorios, con un promedio de entre 2 y 4 metros. También tienen una de las influencias humanas más fuertes, con reservorios administrados que representan 99 por ciento o más de las variaciones estacionales en el almacenamiento de agua superficial.
“Eso es indicativo de que estos son lugares con estrés hídrico donde la gestión cuidadosa del agua es realmente importante”, sostuvo Cooley. En algunas otras cuencas, los humanos influyen en menos de 10 por ciento de la variabilidad.
“A veces, esas cuencas están una al lado de la otra porque incluso dentro de la misma región una combinación de factores económicos y ambientales significa que los humanos toman diferentes decisiones sobre cómo administrar el almacenamiento de agua superficial”, añadió.
Si bien los niveles de agua suben y bajan de forma natural durante todo el año, esa variación estacional se exagera en los embalses con represas donde se almacena más agua en la temporada de lluvias y se desvía cuando está seca.
“Hay muchas formas en las que esto es malo para el medio ambiente”, explicó Cooley, que van desde daños a las poblaciones de peces hasta aumentos potenciales en las emisiones de metano, potente gas de efecto invernadero.
Sin embargo, las implicaciones de regular los niveles de agua en los embalses no son blancas y negras. “Gran parte de esta variabilidad está asociada con la producción de energía hidroeléctrica o con el riego. También puede proteger contra las inundaciones”, apuntó Cooley.