Al norte de Perú, se extienden colinas extensas con bosques profundos. Los geólogos locales estimaban que las cordilleras más septentrionales del país llevaran milenios ahí, como parte de la historia del paisaje natural. Nunca se imaginaron que, en las cercanías de una aldea, encontrarían restos de árboles petrificados con 39 millones de años de antigüedad. Mucho menos que hubieran perdido la vida como consecuencia de una explosión violenta.
No es la primera vez que se sabe de este bosque prehistórico, antaño cubierto de magma encendida. Hace 20 años, un par de investigadores de Clark University se dispusieron a visitar el sitio y a tomar muestras in situ, para averiguar cómo fue que estos restos fósiles vegetales habían persistido con el paso de los milenios.
Con ayuda de los guardabosques y el gobierno local, Deborah Woodcock y Herb Meyer empezaron a datar las rocas y a registrar los procesos volcánicos peruanos que ayudaron a que éstas se conservaran durante millones de años. Fue así que construyeron la historia del bosque muerto, cuyos indicios señalan que pudo haber desaparecido hace 39 millones de años.
Todo apuntaba a que, como consecuencia de una erupción volcánica violenta, la totalidad del bosque había quedado sepultada debajo de la materia encendida. Los científicos piensan que la ceniza quemó las hojas de los árboles, y el magma se llevó los troncos en un río de fuego que los dirigió a su lugar de descanso final. Ahí quedaron enterrados por siglos, alejados de la actividad humana y de la vida como la conocemos.
De acuerdo con su artículo para The Conversation, Woodcock y Meyer aseguran que el Bosque Petrificado Piedra Chamana “es el primer bosque fósil del trópico sudamericano en ser estudiado en detalle”. Cuando la investigación finalice, se podrá tener un panorama mucho más amplio de cómo era la vida en los ecosistemas megadiversos latinoamericanos durante la Prehistoria.
Para esto, tuvieron que seccionar los fósiles de las hojas encontradas, de manera que pudieran examinarlos bajo un microscopio. La disposición y el ancho de los troncos encontrados les permitieron mirar los anillos de los árboles, lo que sugiere su edad al momento de morir. Así también, lograron determinar las especies que estaban estudiando.
Fue de esta forma que encontraron varias similitudes entre la Amazonía peruana contemporánea y aquella que existió hace millones de años. No sólo eso: Meyer asegura que el planeta era todavía más caliente que hoy en día: “Sabemos que el bosque estaba creciendo en un momento del pasado geológico en el que la Tierra era mucho más cálida que en la actualidad“, explica.
Los investigadores no encontraron evidencia de presencia animal en el bosque de árboles petrificados. Aseguran que esto está íntimamente relacionado con el impacto que generó la erupción volcánica prehistórica, eliminando a las formas de vida presentes en la selva amazónica en aquel pasado remoto.