No solo estos animales se verían afectados, sino que también sería un riesgo para todo su ecosistema acuático.
Los antidepresivos destinados a tratar a los seres humanos también pueden afectar a los animales acuáticos cuando estos medicamentos ingresan a las vías fluviales.
En una investigación publicada en la revista Ecosphere, los investigadores descubrieron que los cangrejos de río expuestos a niveles moderados del antidepresivo citalopram, generalmente vendido como Celexa, pasaron más tiempo buscando comida y menos tiempo escondidos, de manaera significativa. Este comportamiento podría hacer que los cangrejos de río sean más vulnerables a los depredadores y su comportamiento alterado podría, con el tiempo, tener otros efectos en los ecosistemas acuáticos.
El estudio se realizó en un centro de investigación en una vía fluvial que imitaba el entorno natural y los cangrejos de río estuvieron expuestos a niveles de drogas que se encuentran en los entornos del mundo real.
«Fue sorprendente ver hasta qué punto cambió el comportamiento», señala la coautora del estudio Lindsey Reisinger, ecologista de agua dulce de la Universidad de Florida. «Fue bastante dramático».
Los cangrejos de río expuestos al antidepresivo, por ejemplo, fueron casi dos veces más rápidos al asomarse y salir de sus refugios en busca de comida, en comparación con aquellos que no estuvieron expuestos.
El estudio, que fue el primero en examinar a los cangrejos de río y a los antidepresivos en un entorno naturalista, plantea cuestiones preocupantes sobre el alcance y el impacto de este tipo de contaminación farmacéutica, dice el coautor A.J. Reisinger, quien trabajó en el estudio en el Instituto Cary de Estudios de Ecosistemas y ahora es biogeoquímico de agua dulce en la Universidad de Florida. (Los dos investigadores están casados).
Drogas en el agua
El citalopram es un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS, por sus siglas en Inglés), una amplia clase de antidepresivos que se encuentran entre los medicamentos más recetados en el mundo. En el año 2018, casi una de cada ocho personas en EE. UU. reportó haber tomado un ISRS. Estos medicamentos están diseñados para alterar la química del cerebro humano al aumentar los niveles del neurotransmisor serotonina, que ayuda a regular el estado de ánimo, la felicidad y la ansiedad. Pero también pueden afectar la neuroquímica de muchos animales, especialmente de aquellos que habitan en el agua.
Las drogas llegan a las vías fluviales a través de varias vías diferentes. Ingerimos medicamentos pero aún excretamos rastros de ellos en la orina o las heces. Los compuestos ingresan al medio ambiente a través de sistemas sépticos permeables o a través de plantas de tratamiento de aguas residuales que no fueron diseñadas para eliminarlos. La gente suele tirar los medicamentos que no utiliza por los desagües. Los fabricantes de medicamentos también contribuyen a esta contaminación.
Los organismos marinos y de agua dulce pueden estar expuestos a mezclas de muchas drogas diferentes. Estos compuestos a menudo ocurren en niveles bajos, pero pueden tener efectos aditivos, afirma el toxicólogo de la Universidad de Portsmouth Alex Ford, que no participó en la investigación. Investigaciones anteriores han demostrado que los ISRS pueden reducir los comportamientos «similares a la ansiedad» y, a veces, aumentar tanto la agresión como la locomoción en una variedad de animales acuáticos.
Los Reisinger y sus colegas llevaron a cabo su estudio para comprender cómo responden los cangrejos de río a estos medicamentos. Durante dos semanas, expusieron cangrejos de río a 500 nanogramos por litro de citalopram en su corriente artificial, que contenía rocas y vegetación donde los cangrejos de río podían esconderse.
Como parte del estudio, probaron la rapidez con la que los cangrejos de río expuestos a los ISRS y a los controles reaccionaron ante el olor de la comida. El último grupo se asomó desde sus refugios dos veces más rápido, emergió casi un minuto antes y pasó un 400 por ciento más de tiempo en la sección de alimentos del aparato de prueba.
Aunque los científicos no introdujeron depredadores en su esquema, plantearon la hipótesis de que los cangrejos de río que actuaran de esta manera tendrían más probabilidades de ser devorados por depredadores, que en la naturaleza incluyen mapaches, zorros, peces grandes y aves.
Los cangrejos de río son uno de los consumidores dominantes de la hojarasca de los arroyos y de los insectos acuáticos, por lo que cualquier impacto en su comportamiento podría tener implicaciones ecológicas de amplio alcance, afirma Lindsey. En este artículo, los investigadores aseveran que durante la exposición al citalopram, aumentaron los niveles de algas y los compuestos orgánicos en el agua. Ellos plantearon la hipótesis de que los cangrejos de río estaban comiendo y, por lo tanto, excretando más nutrientes, lo que promovió el crecimiento de las algas o que su mayor movimiento impedía que las algas y los nutrientes se depositaran en el fondo del «arroyo».
“Los autores descubrieron cambios en el comportamiento”, afirma Ford, “y cualquier cambio en el comportamiento normal podría significar que los organismos pasan menos tiempo alimentándose y buscando parejas”, evadiendo a los depredadores o simplemente creciendo.
La dosis hace al veneno
Es importante destacar que este estudio se realizó en un laboratorio y el equipo no incluyó algunas variables del mundo real. Aún así, se expuso a los cangrejos de río a niveles que podrían encontrarse en sus arroyos y estanques a niveles que ocurren inmediatamente aguas abajo en algunas instalaciones de tratamiento de aguas residuales. Un estudio realizado en el año 2009 encontró citalopram a 500 nanogramos por litro a unos 32 kilómetros río abajo en una planta de tratamiento de aguas residuales en la India y concentraciones de 76.000 nanogramos por litro en un área con varias plantas farmacéuticas.
Los antidepresivos pueden contaminar a los animales a través de varias vías de exposición. Los cangrejos de río absorben los productos químicos a través de sus branquias y detritos que comen. Mientras que, los depredadores más grandes que consumen cangrejos de río u otros animales pequeños que han absorbido antidepresivos, también acumularán estos contaminantes. Un estudio reciente realizado en Australia calculó que la trucha marrón y los ornitorrincos, al comer animales expuestos a los antidepresivos, pueden consumir diariamente hasta la mitad de la dosis terapéutica humana de esos medicamentos. El mismo artículo descubrió que los ISRS comprendían un uno por ciento de la masa corporal de una araña ribereña, una consumidora voraz de artrópodos.
«Eso es una gran cantidad de sustancias químicas en tu cuerpo», AJ Afirma Reisinger.
Gestión responsable
Para proteger el medio ambiente de los medicamentos no utilizados, lleva tus medicamentos no deseados a una farmacia y devúelvelos. Si eso no es posible, retira los medicamentos de su envase y mézclelos con algo desagradable y absorbente, como el café molido y tíralas a la basura.
«Puedes hacer tu parte para reducir la contaminación farmacéutica desechando adecuadamente tus medicamentos», afirma A.J. Reisinger. «Nunca tires nada por el desagüe».
Trevor Hamilton, investigador de la Universidad MacEwan en Edmonton, Canadá, afirma que el nuevo estudio, en el que no participó, es más importante ahora que nunca. En los Estados Unidos, la prevalencia de síntomas de depresión fue tres veces mayor durante la pandemia que antes.
Este aumento en el uso de antidepresivos aumentará las concentraciones de los medicamentos en las aguas residuales «a los niveles más altos de la historia», predice Hamilton. «Esto creará un desafío significativo para muchos organismos con neuroquímica que se ven afectados por estos moduladores».