Esta diferencia se debe a las mayores tasas de mortalidad entre las tortugas bobas de todas las edades.
El número de dos especies de tortugas mediterráneas (tortuga boba y tortuga verde) ha aumentado en los últimos treinta años. Sin embargo, en Chipre las recuperaciones se están produciendo a ritmos diferentes. Esta es la conclusión a la que ha llegado una nueva investigación de la Universidad de Exeter (Reino Unido).
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores recontaron los nidos de 28 playas. Así, encontraron que los nidos de tortuga verde han aumentado en un 162 % desde 1993 hasta 2019, mientras que los nidos de tortuga boba aumentaron en un 46 %.
El equipo de investigadores, procedentes de la Universidad de Exeter (Reino Unido), la Sociedad para la Protección de Tortugas y la Universidad del Mediterráneo Oriental considera que la diferencia probablemente se deba a las mayores tasas de mortalidad entre las tortugas bobas de todas las edades.
Hace varias décadas, las tortugas eran cazadas en esta región (Chipre) por su carne. No obstante, ahora está prohibido en todo el Mediterráneo. Esto, junto con la conservación de las playas de anidación, ha permitido que las poblaciones de tortugas se recuperen, si bien los científicos consideran que es necesario proteger más el mar y las especies que habitan en ella.
Amenazas a las que se enfrentan
Si bien es una noticia bastante alentadora, las tortugas bobas se enfrentan a más amenazas que las tortugas bobas. Esta especie se mueve por caladeros (zonas marítimas donde los pescadores tienden a calar sus redes) durante la temporada de anidación, mientras que las tortugas verdes permanecen cerca de la playa. Por otra parte, las tortugas verdes se alimentan fundamentalmente de pastos marinos, por lo que es menos probable que sean cazadas ya que pasan la mayor parte de su vida en hábitats protegidos.
Además, la investigación concluyó que las tasas de reproducción de las tortugas bobas son estables. Esto podría indicar que, en realidad, la especie no se está recuperando debido a la muerte de tortugas (de todas las edades) en lugar de la falta de crías. Así, según Damla Beton, investigadora de la Sociedad para la Protección de Tortugas, estudios anteriores han concluido que muchas tortugas bobas adultas mueren cuando visitan Chipre para reproducirse.
Por ello, es fundamental comprender los movimientos de esta especie y las amenazas a las que se enfrentan para tomar medidas de conservación. Además, a pesar de la recuperación de las tortugas verdes, su población total en el Mediterráneo se estima en solo 3 400 adultos, mientras que sus principales áreas reproductivas están restringidas en numerosas zonas.
Fuente: www.muyinteresante.es