Esta especie de hidrozoo es capaz de revertir su ciclo vital después de llegar a la madurez sexual
La búsqueda de la inmortalidad o de la vida eterna ha ido íntimamente ligada a la historia del ser humano. Nuestro miedo a perecer ha inspirado a numerosas religiones, como la del Antiguo Egipto, el cristianismo, el islam, el hinduismo y el budismo; a creer en la supervivencia del alma después de la muerte y, en algunos casos hasta llegar a la reencarnación. Además, la inmortalidad del alma ha sido un tema muy cuestionado en filosofía, como en las Diálogos de Platón y en trabajos del escolástico Tomás de Aquino y el materialista Ludwig Feuerbach, entre otros.
La ciencia antigua también se pronunció sobre la cuestión. A través de la alquimia, se intentó crear piedra filosofal, un material que supuestamente podía proporcionar la juventud eterna a su portador. Aunque dicha roca nunca se encontró, la ciencia moderna también ha apostado por la preservación del cuerpo físico, sin entrar en cuestiones relacionadas con el alma. El estudio del proceso del envejecimiento nos ha llevado a descubrir los telómeros, extremos de los cromosomas que contienen secuencias repetitivas de ADN no codificante para proteger el material genético de cualquier daño. Cada vez que la célula se divide, estos se acortan, hasta que, al cabo de un cierto número de particiones son tan cortos que la célula ya no puede dividirse, dando lugar a la senescencia (envejecimiento) o apoptosis (muerte celular). Se cree que, si se pudiera preservar la integridad de los cromosomas, se podría luchar contra el envejecimiento y alargar el tiempo de vida.
Por tanto, hasta el momento, en rigor no puede hablarse de inmortalidad estricta en ciencia. Sin embargo, existe un tipo de ‘vida eterna’ en la naturaleza llamada inmortalidad cíclica. Según varios estudios, se podría considerar que la caribeña ‘ medusa inmortal’ (Turritopsis nutricula) tiene el don de la vida eterna. Este animal, ante unas condiciones adversas, tanto del medio como internas, es capaz de revertir su ciclo vital y volver a la forma de pólipo, su estado de inmadurez sexual, aunque ya hubiera alcanzado la madurez. Un poder al puro estilo de la película El curioso caso de Benjamin Button (2008), pero de forma indefinida y pudiendo ir alante y atrás en el tiempo.
Cómo Turritopsis nutricula es capaz de sortear el paso del tiempo aún es un misterio. Lo que se sabe es que para rejuvenecer emplean un proceso llamado transdiferenciación celular, en el que una célula se transforma en otro tipo diferente de célula, sin necesidad de ser una célula madre; dando lugar a otras células fuera de la ruta de diferenciación ya establecida. Algo que en humanos solo se ha descrito en una enfermedad llamada el síndrome de Barrett.
Sin embargo, aunque esta medusa no pueda morir ‘de vieja’, es igual de mortal que el resto de individuos del planeta, ya que en ningún momento está a salvo de peligros como la depredación, las enfermedades graves o los impredecibles efectos del cambio climático. No obstante, por el momento parece que le va bastante bien, ya ha conseguido colonizar los océanos de todo el planeta.