Agua

El sueño de la casa en la playa en California se está convirtiendo en una pesadilla

A Tyree Johnson le encantaba su apartamento con vistas al Océano Pacífico, hasta que comenzó a derrumbarse por un acantilado hacia el mar.

Durante 15 años, pudo disfrutar de las puestas de sol sobre el agua desde el porche trasero de su casa en Pacífica, a pocos kilómetros al sureste de San Francisco.

Manadas de delfines nadaban frente a sus ojos y los alas deltas planeaban sobre sus cabezas, pero todo ese esplendor traía aparejado un riesgo: los acantilados se estaban debilitando y el océano los estaba carcomiendo por debajo.

“En este último año, simplemente empezó a ceder”, dice. “No fue gradual”.

Cuando un fuerte ruido lo sobresaltó en torno a las 4:30 de la madrugada, era el suelo que estaba cediendo unos cuantos pisos más abajo. En abril de 2010, las autoridades le dijeron que tenía que mudarse antes de que todo el edificio se cayera sobre el océano.

Hace una década, una publicación de la UCLA advertía que la historia de Johnson no sería la única: decenas de miles de personas que viven a lo largo de la costa de California pueden verse obligadas a marcharse en las próximas décadas a medida que el cambio climático haga aumentar el nivel del mar y vuelva inhabitables amplias franjas de la emblemática costa del estado.

Hasta ahora, esos riesgos no han arruinado el sueño de vivir en la playa de California. Las casas que se tambalean asomadas al borde de los acantilados siguen estando valoradas en millones de dólares.

Mientras tanto, el nivel del océano sigue subiendo.

Suben los océanos, se caen las casas: el sueño de la casa en la playa en California se está convirtiendo en una pesadilla

Algunas casas de playa en California enfrentan un destino ‘inevitable’

A salvo de los huracanes, con bonitas vistas, un clima perfecto: esas son algunas de las cosas que promete vivir en la costa de California. Los acantilados cubren la mayor parte de la costa del estado, lo cual brinda a los lugares más deseables una amplia vista panorámica del océano.

“La costa es lo que más vende de California… es parte de lo que somos”, dice Carla Farley, miembro de la junta de la Asociación de Agentes Inmobiliarios del Gran San Diego y Smart Coast CA, un grupo que defiende los derechos de propiedad en temas relacionados con la costa.

Todo tiene un costo considerable: casas por valor de miles de millones de dólares se alinean en la costa, explica la publicación de la UCLA. Aunque no todas las casas costeras son propiedad millonarios, el valor de las propiedades generalmente se dispara más cerca del océano, sin importar el peligro asociado.

El aumento del nivel del mar no es un problema solo de California. Un estudio del gobierno de marzodecía que decenas de miles de hogares serán vulnerables en los próximos 100 años en otros lugares: Miami, Atlantic City, Nueva Jersey y Galveston, Texas.

Hasta la casa de playa del presidente Joe Biden en Delaware está en riesgo, según la CNN.

Pero el riesgo que supone el aumento del nivel del mar es especialmente evidente en California, donde derrumbes de acantilados han matado a bañistas y las casas en lo alto de los acantilados se pueden volver inseguras rápidamente a medida que el océano golpeee la costa. Las zonas costeras bajas tampoco son inmunes, ya que también aumenta el riesgo de inundaciones.

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El oscarizado actor Anthony Hopkins vendió su casa en un acantilado en Malibú, California, por 10,5 millones de dólares. La casa de estilo Cabo Cod en la zona de Point Dume se asienta sobre un acantilado con vistas al océano.

Las casas propiedad de celebridades están construidas sobre los acantilados y los cercados de alambre retienen las rocas que caen en el idílico Malibú del condado de Los Ángeles, donde las montañas de Santa Mónica se encuentran con el Océano Pacífico.

En 2020, el actor Anthony Hopkins vendió su mansión en Malibú por unos 6,7 millones de dólares más del precio que pagó en 2001. Y eso a pesar de que la casa se asienta sobre el borde de un acantilado seriamente erosionado; la casa de al lado se había incendiado.

Hacia el sur, el océano está invadiendo la tranquila ciudad costera del condado de San Diego. Las señales advierten a los bañistas que se mantengan alejados de los acantilados en la playa estatal Torrey Pines, donde a menudo se corta el acceso a la costa cuando hay marea alta y el océano golpea contra los acantilados.

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Una señal de advertencia de pie sobre los escombros en la base de los acantilados costeros en la playa estatal Torrey Pines el 28 de agosto.

El peligro es real: a unos pocos kilómetros de la carretera, el colapso de un acantilado mató a tres bañistas en 2019.

Los acantilados en el condado de San Diego sostienen mansiones, condominios y un tren que bordea la costa a lo largo de la prestigiosa ciudad costera de Del Mar.

Siempre ha sido una ubicación precaria; la erosión y las mareas son fenómenos naturales que siempre modifican el paisaje costero. Los acantilados se debilitan debido a diversos factores, no solo debido al aumento del nivel del mar.

Pero a medida que las previsiones de aumento del nivel del mar son cada vez más nefastas, los expertos ahora dicen que vivir de forma permanente al borde del océano no es sostenible. Las autoridades ya están tomando medidas para alejar los peligros: ya están en marcha los planes para mover las vías de tren de Del Mar hacia el interior; con un costo de cientos de millones de dólares.

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Un tren avanza por las vías costeras del condado de San Diego con la playa estatal Torrey Pines de fondo el 11 de septiembre de 2022

Para la mayoría de comunidades en riesgo ‒lugares como Del Mar y Pacifica‒, es difícil “imaginar algo que no sea la inevitable necesidad de mover lentamente el barrio hacia dentro”, dice Charles Lester, director del Instituto de Ciencia Marina del Centro de Política de Costas y Océano de la UC en Santa Barbara.

Lester, exdirector de la Comisión de Costas de California, dice que este tipo de cambios se desarrollarán durante décadas.

Aun así, la idea de eliminar gradualmente los barrios costeros puede ser tóxica desde un punto de vista político, especialmente cuando muchas de estas casas cuestan millones de dólares.

“La gente rica que vive delante de la arena… se ha puesto como loca”, dice el alcalde de Del Mar, Dwight Worden.

Worden dice que hay muchas maneras de mantener el mar a raya durante décadas, pero los planes a largo plazo del estado indican que el gobierno estaba imaginando un futuro en el que algunas viviendas en riesgo ya no existirán; y eso ha provocado la “histeria” entre los propietarios.

‘Va a empeorar’

Tyree Johnson describe una sensación de resignación cuando el océano llegó hasta su apartamento. Era un lugar asequible donde vivir, no un castillo que defender.

Recuerda un intento breve e inútil de apuntalar el acantilado; luego las autoridades intervinieron antes de que alguien resultara herido.

Esa es la pesadilla que los propietarios, las ciudades y los planificadores de costa intentan evitar a medida que más viviendas se ven amenazadas.

Con frecuencia no están de acuerdo acerca de lo siguiente que se debe hacer.

Para quienes viven en la costa ‒o quieren vivir allí‒ la solución a menudo parece clara: mantener el status quo y disfrutar de la vida en la playa.

“No creemos que se esté cayendo el cielo” dice Farley, cuya organización argumenta que los propietarios deberían tener más libertad para proteger sus hogares del aumento del nivel del mar.

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Escombros tras el colapso de un acantilado en la playa bajo una vivienda en el condado de San Diego, en una foto de agosto de 2022.

Farley dice que los propietarios deben ser notificados de los riesgos porque el aumento del nivel del mar es real, pero se trata de un problema gradual que, en la mayoría de los casos, se puede evitar durante décadas, dice.

Según Farley, los compradores deben saber en qué se están metiendo y los propietarios deben poder proteger su propiedad. La pesadilla para estos propietarios son las regulaciones del gobierno que les impide salvar sus casas.

A la práctica, los expertos en planificación de costas temen que con frecuencia eso signifique blindar los acantilados, básicamente cubrirlos de cemento para que resistan mejor las olas más altas.

Pero esos expertos dicen que ensuciar la costa con cemento no resuelve el problema del aumento del nivel del mar. A menudo empeora las cosas.

Por un lado, si los acantilados se mantienen en su lugar, las playas de abajo desaparecerán gradualmente por el aumento del nivel del mar.

“Queremos una playa en la que la gente se pueda recrear”, dice Kelsey Ducklow, coordinadora de resiliencia de costas en la Comisión de Costas de California.

La comisión dice que las leyes de California obligan a proteger las playas del estado. Y quiere que las comunidades costeras empiecen a planificar lo que ocurrirá a medida que, lentamente, el océano ponga en peligro cada vez más casas.

“Va a empeorar en las próximas décadas”, dice Ducklow. “Hay mucho en juego”.

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Casas en la costa en Solana Beach, California, en agosto de 2022.

Los propietarios temen lo que pueda venir

En una tensa reunión del Ayuntamiento de la Ciudad en 2019 sobre el plan de California para gestionar el aumento del nivel del mar en su comunidad, los residentes de Del Mar parecían un poco preocupados por el aumento del nivel del mar y muy preocupados por lo que le pasaría a sus casas.

El estado dice que “todos tenemos que empacar las cosas y mudarnos a otro lugar, porque el aumento del nivel del mar sigue”, dice la residente Julie Hamilton. “Y no creo que eso sea lo que quiera hacer la ciudad”.

El tema de discusión era un plan a largo plazo sobre cómo la comunidad gestionaría el aumento del nivel del mar. El estado estaba planeando un futuro en el que las viviendas situadas más al borde tendrían que ser eliminadas gradualmente. La ciudad no.

La ciudad y el estado discutieron tema tras tema. Las autoridades de Del Mar dijeron que sus planes para el aumento del nivel del mar eran extensos, que estaban respaldados por la ciencia y que permitirían un cambio más gradual a lo largo de la costa de la ciudad.

“Nos piden que planifiquemos para afrontar un evento extremo, y no es necesario”, dice Amanda Lee, la planificadora principal de la ciudad, sobre la posición del estado acerca de qué tan altos debían estar los edificios en riesgo, altura que es más estricta que la de los estándares federales que sigue Del Mar.

Pero los expertos en planificación costera a menudo dicen que se centran en evitar una crisis ‒ya sea que se dé dentro de unos meses, años o décadas‒ y no en mantener el status quo.

“Vemos venir estos impactos… ¿Vamos a esperar al momento del desastre?”, preguntó Julia Stein, subdirectora del Instituto Emmett sobre Cambio Climático y Medioambiente de la facultad de Derecho de la UCLA.

Stein se sumó a otros expertos a la hora de subrayar que la costa cambia con los eventos climáticos externos, como son las lluvias inusualmente fuertes que azotan California. Eso significa que los acantilados estables pueden volverse inestables rápidamente y que los acantilados inestables pueden colapsar rápidamente.

El estado se ha gastado unos 12 millones de dólares en subvenciones pensadas para ayudar a las comunidades a diseñar su plan contra el aumento del nivel del mar, pero hasta ahora solo seis se han completado y han sido aprobados por el estado. Otras decenas están en progreso.

Ducklow dice que la comisión no quiere obligar a miles de personas a abandonar sus casas; eso no es necesario aún y, en algunos casos, no lo será nunca.

Pero pretender que todas las casas de la costa estarán seguras siempre es erróneo y peligroso, dice Ducklow.

A medida que las comunidades terminen sus planes para las próximas décadas, seguirán los elaborados intentos de frenar el aumento del nivel del océano. Entre los más comunes: la costosa tarea de mover toneladas de arena para regenerar las playas.

Pero Stein dice que todo es una táctica dilatoria que posterga y complica las soluciones más a largo plazo: “Patear el problema hacia adelante”.

Colabora: Christal Hayes

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Un trabajador mira por encima de un acantilado mientras los equipos de demolición derriban un edificio de apartamentos en Pacifica, California, el lunes, 30 de enero de 2017. La erosión costera provocada por las tormentas llevó a los funcionarios de la ciudad a marcar el edificio como no habitable en 2016.

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