Tierra

El planeta pierde su ‘piel’ por el cambio climático

El cambio climático está modificando ecosistemas diminutos que son el soporte de otras formas de vida. La revista Science reporta cambios en la biocostra —tapete compuesto por hongos, líquenes, musgos, algas y microbios—, en los pastizales del Parque Nacional Canyonlands en Utah relacionados con el calentamiento global.

Así como nuestra piel nos protege de los rayos del sol y es clave para nuestro bienestar, así lo es la biocostra para los suelos del planeta, especialmente para los desiertos, pues retiene el agua y produce nutrientes que otros organismos aprovechan

El liquen está en declive en el Parque Nacional Canyonlands, Utah, y al parecer tiene que ver con el cambio climático. (Foto: PNAS)

Desiertos pierden su biocostra

La biocostra es fundamental para que la vida prospere en climas áridos, pues produce nitrógeno y carbono (fertilizantes para que crezcan las plantas), retienen humedad y cubren el 12 % de la Tierra

Se creía que esta biocostra podría proliferar a pesar de los embates del cambio climático, por su capacidad para resistir a climas secos y calientes, pero un estudio reciente lo desmiente.

En 2013, los científicos descubrieron que el cambio climático estaba modificando la composición microbiana de las biocostras, y recientemente detectaron el declive de líquenes en los pastizales prístinos del Parque Nacional Canyonlands en Utah.

Desde 1996, investigadores del Servicio Geológico de Estados Unidos van dos veces al año a este parque con el objetivo de estudiar cómo se propagaba el pasto tramposo, una planta no nativa, pero en el camino se encontraron con que casi todos los líquenes del lugar han ido disminuyendo.

Lo relacionan con el cambio climático, ya que las mediciones meteorológicas de los últimos 50 años revelan que en el parque la temperatura se ha incrementado 0.27 ºC por década.

¿Estamos viendo el inicio de un cambio irreversible?

Los focos de alerta se encendieron cuando se percataron que en los periodos de entre 1967 y 1996, estos líquenes representaban 19% de la biocostra, el porcentaje fluctuó entre un año a otro, pero desde 2003 se ha reducido al 5%, y no muestra signos de recuperación.

La biocostra puede haber alcanzado un punto de inflexión, explica Rebecca Finger-Higgens, coautora del estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, puede que haya un cambio permanente en la composición de sus organismos, uno que podría conducir a tener un terreno más desnudo.

Si hay menos líquenes, hay menos fertilizantes nitrogenados en el suelo que utilizan las plantas para sobrevivir y en consecuencia hay más terrenos inestables y secos.

“Debido a que los animales dependen de las plantas que dependen de los nutrientes de la biocostra, la pérdida puede tener un efecto en cascada en todo el ecosistema”, dice Finger-Higgens.

Para el año 2070, entre 25% y 40% de la piel del suelo desaparecerá, se está probando trasplantar biocostra a sitios perturbados para mantener la vida en tierras áridas pero es una solución parcial.

Lo que se necesita son estrategias de mitigación del clima a gran escala, la coautora de la investigación indica que si no se reduce el uso de combustibles fósiles y las emisiones de carbono “no hay mucho qué hacer”.

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