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Datos curiosos acerca de los teporingos

Los teporingos (Romerolagus diazi) son unos pequeños animales parecidos a los conejos y a las liebres que habitan en las faldas de los volcanes y las montañas de las cuencas de México. Los teporingos se desarrollan en un hábitat de tipo subalpino, abundante en gramíneas amacolladas conocidas como “zacatón” y vastas comunidades de pinos. Estos animales particulares de la fauna mexicana, se alimentan de zacatones, semillas, cortezas de árbol hierbas, raíces y diferentes clases de arbustos.

Los teporingos tienen de 27 a 35 centímetros de longitud y un peso que va de los 400 a los 600 gramos. Las hembras de esta especie animal, son más grandes que los machos. Todos estos animales cuentan con una rudimentaria cola. A los teporingos se los nombra en México de diferentes maneras, por ejemplo, en náhuatl Cuitlatepolli (“conejo de rabo corto”) o Zacatuche (“conejo del zacate”). Pero además, a los teporingos también se les llama tepolitos, burritos o volcano rabbit.

Es interesante saber que el teporingo es el único conejo en el mundo, junto con los llamados pikas (ochotona minor), que emite vocalizaciones como parte de sus hábitos conductuales. Y aunque este animal sea muy semejante a un conejo, sus condiciones genéticas y reproductivas lo acercan más a las liebres.

Los teporingos habitan en grupos reducidos, integrados especialmente por hembras dominantes. Cuentan con un triángulo de color dorado en el área de la nuca, justo detrás de las orejas. Esta característica se piensa que tiene una función específica en las dinámicas de comunicación visual que maneja esta especie de fauna mexicana.

Los teporingos pueden resguardarse fácilmente en madrigueras construidas por ellos mismos o bien en las construidas por tuzos, ardillas, tejones y armadillos. Son las hembras de los teporingos las que llevan a cabo la construcción del nido, hasta un día previo a que den a luz a sus crías.

Para la construcción de los nidos, los teporingos utilizan ramas secas de pino, aile y distintas hierbas, además de pelo de la madre, todo lo cual es depositado en una cavidad de unos diez centímetros de profundidad, la cual es realizada sobre los manojos del pasto zacatón o en la base de estos mismos.

Las crías abren los ojos luego de seis u ocho días tras nacer y casi a las dos semanas, abandonan el nido, si bien regresan a él con frecuencia. Dos o tres días después, lo abandonan definitivamente. Parece que solo las hembras teporingo más dominantes pueden reproducirse, tras un periodo de gestación de 39 a 41 días. Además ponen camadas de una a cuatro crías.

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