Agua

Cambio climático exacerba conflictos por el agua

De toda el agua existente en el planeta, solo el 0,025% está disponible y es apta para consumo humano. En otras palabras, la oferta de líquido es limitada.

En cuanto a la demanda, actualmente la población mundial asciende a los 7.300 millones de personas y 2.000 millones de ellas no tienen acceso a agua.

La mayoría de estas personas viven en regiones conflictivas donde, más frecuentemente, grupos armados están utilizando las fuentes de agua e infraestructura de abastecimiento como blanco de ataques.

Estos grupos sabotean deliberadamente los canales de suministro, toman represas y las utilizan para inundar poblados o restringen el líquido para provocar la rendición de su enemigo. Incluso contaminan las fuentes de agua, lo cual perjudica a las poblaciones civiles.

«Se tarda meses en reparar y restaurar las líneas de suministro de agua una vez que están dañadas. Mientras tanto, los civiles son desplazados, las actividades agrícolas se detienen y las epidemias se propagan. Las agencias humanitarias no pueden proveer agua en grandes cantidades de la forma en que hacen los paquetes de alimentos y medicinas. La única opción es reparar y restaurar los sistemas de agua durante el cese al fuego, pero los sistemas de agua reparados pueden ser destruidos de nuevo, creando así un círculo vicioso», se lee en el informe Una cuestión de supervivencia, elaborado por el Panel Mundial de Alto Nivel sobre el Agua y la Paz.

Para Álvaro Umaña, vicepresidente del Panel y exministro de Ambiente de Costa Rica, los conflictos armados son el caso extremo, pero existen otros roces a lo interno de los países debido a que las comunidades temen compartir sus acuíferos con otras o se da tensión entre sectores sobre cuál tiene la prioridad en el uso del recurso, si este se destina a consumo humano, agricultura o turismo.

También existen conflictos transfronterizos derivados de migraciones, lo cual conlleva una mayor presión de demanda sobre los acuíferos y eso desencadena roces entre las personas.

Con el cambio climático, estos conflictos podrían exacerbarse porque el aumento de la temperatura y las variaciones en los patrones de lluvias impactan no solo en la cantidad de líquido disponible para consumo sino también en su calidad.

«No existe una frontera entre cantidad y calidad. Cuando la cantidad de agua se reduce, también la calidad disminuye», dijo François Münger, director de la Plataforma de Ginebra para el Agua.

Vulnerables

Con el cambio climático se prevé que las inundaciones se incrementen tanto en frecuencia como en intensidad, lo mismo que las sequías. Esto, según Münger, pondrá mayor presión sobre la fuentes de agua.

El manejo institucional de estas inundaciones y sequías pueden mejorar o empeorar la situación. Según el informe, en 43 cuencas hidrográficas compartidas entre países -donde ocurrieron inundaciones entre 1985 y 2005- faltó capacidad institucional para atender estas emergencias y eso se tradujo en mayores pérdidas económicas.

«La integración de los sistemas de alerta y protocolos de gestión del riesgo de inundación, incluido el intercambio regular de datos, en los acuerdos transfronterizos constituye una herramienta eficaz para reducir los riesgos», indicó el Panel en su reporte.

Otro riesgo derivado del cambio climático es el incremento en el nivel del mar, lo cual puede favorecer una mayor intrusión de agua salada en acuíferos costeros y deltas.

Según Münger, la afectación también se da en cuanto a calidad. Las inundaciones, por ejemplo, saturan los suelos e inundan los pozos, alterando las características del agua y quitándole potabilidad.

La calidad también puede verse perjudicada por el deterioro en la infraestructura de suministro y la contaminación de los cuerpos de agua, condiciones ajenas al cambio climático pero que podrían empeorar los escenarios de riesgo.

Según el informe, en países en desarrollo, el 90% de las aguas residuales terminan en ríos y quebradas, mientras que el 80% de las cuencas transfronterizas ya presentan problemas serios de calidad.

Según el informe Cuencas transfronterizass: estado y tendencias, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para Medio Ambiente (Pnuma) en 2016, se prevé un incremento en el riesgo para la calidad de agua en las cuencas transfronterizas en los próximos 15 a 30 años debido a cambio climático, desarrollo socioeconómico y aumento de la población.

Eso representa un problema porque, de los 400 acuíferos compartidos en el mundo, solo cinco cuentan con un acuerdo internacional que regula su manejo y asegura su conservación.

«El cambio climático, que día con día está intensificando los eventos extremos, hace necesaria la cooperación y exsten muy pocos mecanismos», comentó Umaña.

Diplomacia del agua

El Panel Mundial de Alto Nivel sobre el Agua y la Paz reúne a representantes de 15 países, entre ellos Costa Rica, para dialogar alrededor del recurso hídrico y los mecanismos políticos, económicos y científicos para prevenir los conflictos relacionados con este líquido y, más bien, convertir este tema en un instrumento para la paz.

Para ello, y según explicó Umaña, se recurre a mecanismos de diálogo y negociación propios de la diplomacia para conciliar intereses entre países.

«La hidrodiplomacia o diplomacia del agua lo que pretende es crear un espacio que involucre a los países pero también a los científicos y a la sociedad civil para ir creando reglas de cómo manejar el recurso hídrico en caso de inundaciones, flujos normales o sequías», explicó Umaña.

Asimismo, el exministro costarricense agregó: «Esos tratados no solo deben contemplar la cantidad sino también la calidad. Por ejemplo, al amparo de un acuerdo transfronterizo, un país no podría darle a su vecino agua que esté completamente salinizada para que este la use en irrigación, porque eso podría generar problemas».

En este sentido, el Panel propone crear el Observatorio Mundial del Agua y la Paz, para que ayude a los países en el fortaleciendo de capacidades y también a canalizar la cooperación internacional. De hecho, se sugiere consolidar el Fondo Azul como un instrumento de captación de donaciones para financiar proyectos en cuencas transfronterizas.

«La cooperación también debe darse a nivl de información», manifestó Münger. Por ello, el Panel propone crear un sistema global de recolección de datos que permita a los países tomar decisiones basadas en evidencia científica.

Actualmente, y según Münger, existen diferencias en cantidad y calidad de esos datos. Por ello, el reto del sistema está en acordar metodologías que puedan ser implementadas en los países y faciliten las comparaciones para así observar tendencias en el tiempo.

También se debe solventar vacíos de información. «Sabemos más sobre aguas superficiales que sobre acuíferos o aguas subterráneas y dependemos de ellos para proveernos del 80% del agua», dijo Münger.

Para el director de la Plataforma de Ginebra para el Agua, los países están llamados a invertir en proyectos de monitoreo que permitan tomar acciones rápidas ante eventos extremos y permitan desarrollar modelos predictivos de rendimiento de las aguas subterráneas para evitar su sobreexplotación.

«Esta no es tarea exclusiva de los gobiernos. También queremos motivar a los científicos y al sector privado a compartir sus datos», manifestó Münger.

Artículo publicado en LatinClima.

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