La marta cibelina se escabulle entre los árboles en la isla de Hokkaido, en Japón, para conseguir a sus próximas presas, sin importar el clima.
Al encontrarse con el lente de las cámaras humanas, la marta cibelina no duda en lazar la misma mirada letal que imprime sobre sus presas. Ni siquiera la suavidad de su característico pelaje blancuzco o su par de ojos negros completamente redondos pueden contrarrestar la dureza de su mirada. Se trata del más letal de los depredadores en Japón.
El depredador de las nieves de Japón
No es sorpresa que, en Japón, a la marta cibelina se le conozca como el “sable japonés“. Su morfología alargada le ganó ese nombre entre los conservacionistas y biólogos. Originalmente, se les podía encontrar también en Rusia, Polonia y Escandinavia, pero la caza furtiva para conseguir su piel ha disminuido sus poblaciones en estos países casi hasta la extinción.
A pesar de su apariencia, se posiciona como la cazadora más acertada de todo Japón. Entre las nieves tupidas de invierno, la especie es capaz de escalar hasta las copas de los árboles sin follaje de la isla de Hokkaido. Desde ahí, encuentra a sus siguientes presas, en especial peces, ardillas y aves pequeñas.
Además de tener un lugar singular entre los depredadores japoneses, la marta cibelina se caracteriza por ser omnívora. Generalmente, se les encuentra detrás de manadas de osos y lobos, para disfrutar de los restos de presas ajenas.
Una especie oriunda de Hokkaido
El “sable japonés” se extiende a lo largo de toda la isla de Hokkaido, donde los inviernos son particularmente crudos. Durante primavera, luce un pelaje castaño, mientras que durante los meses de nieve se torna a tonos cremosos que le permite esconderse entre los bosques.
Puede llegar a medir entre 60 y 65 centímetros de largo. A diferencia de otros miembros de la familia de los mustélidos, las martas cibelinas no hibernan. No es opción para los depredadores más letales de Japón. Generalmente, cazan durante el día y se valen de su agudo sentido auditivo y olfativo.
Durante los periodos en las que son cazadas por seres humanos, se esconden en madrigueras que ellas mismas excavan. Entre las poderosas tormentas de nieve que recubren Hokkaido en enero y febrero, la marta cibelina se escabulle entre las ramas de los árboles secos, al acecho de su próxima víctima.