Agua

Áreas marinas protegidas: Herramienta eficaz para conservar la biodiversidad en aguas internacionales

La asociación mexicana Beta Diversidad en colaboración con la ONG The Pew Charitable Trusts organizó el taller “El papel de México hacia la COP 15 del CDB1 y el Tratado para Alta Mar”2, que reunió a autoridades mexicanas, científicos y académicos de talla internacional a fin de analizar las oportunidades y retos que enfrenta nuestro país para contribuir con la conservación de las aguas internacionales, de cara a los foros globales que se realizarán en los próximos meses.

Las aguas internacionales representan dos terceras partes del océano, cubren cerca de la mitad del planeta Tierra y albergan un capital natural invaluable que abarca desde ballenas, tiburones, tortugas y grandes peces, hasta plancton y diminutos organismos.

Desafortunadamente, esta superficie enfrenta graves amenazas como la sobrepesca industrial (que cada año extrae hasta 10 millones de toneladas de pescado), el transporte marítimo (que incluye grandes buques), la contaminación y la potencial minería submarina; pese a ello, menos de 1% de esta región —también conocida como alta mar— está protegida.

Tampoco existe un mecanismo legal para establecer Áreas Marinas Protegidas (AMP) en alta mar, al tiempo que no hay un marco global para llevar a cabo evaluaciones de impacto ambiental de las actividades que tienen lugar en estas aguas que comienzan a partir de las 200 millas náuticas de la costa.

Para hacer frente a esta situación, en 2015 miembros de las Naciones Unidas iniciaron las negociaciones para lograr un Tratado de Alta Mar que garantice la protección efectiva y a largo plazo de la biodiversidad que habita en las Áreas Fuera de la Jurisdicción Nacional (AFJN), que van más allá del mar territorial y patrimonial de las naciones costeras, y que se extienden de la columna de agua al lecho marino.

En concreto, el tratado de alta mar puede corregir esas brechas críticas de gobernanza y establecer zonas marinas protegidas en esta vasta área del océano.

“El único instrumento legal de conservación oceánica, basado en ciencia, que ha comprobado su efectividad son las áreas marinas alta y completamente protegidas de gran escala, con zonas de exclusión de pesca industrial. Por ello, México debe apoyar y liderar regionalmente estos esfuerzos”, aseguró durante el evento, Mario Gómez, Director de Beta Diversidad.

Lo anterior resulta aún más relevante toda vez que la pesca en alta mar sólo beneficia a grandes consorcios, mientras que los pescadores ribereños no participan en estas actividades, generando desigualdades sociales de consideración.

“Para garantizar algunos de los beneficios que el 30×30 puede proveer (seguridad alimenticia, por ejemplo), los gobiernos deben enfocarse en acelerar la conservación marina, mejorar los niveles de proteccion de AMP existentes y las nuevas, y asegurar que la red de AMP a nivel global sea representativa”, dijo Sebastián Nicholls, del proyecto de The Pew Charitable Trusts para la protección de la vida oceánica de alta mar.

Más allá de los numerosos beneficios ecológicos, económicos y sociales que brindan las áreas marinas protegidas, son la mayor esperanza para el alcanzar el acuerdo de proteger como mínimo 30% de la superficie marina del planeta para 2030. En este escenario, sin la protección de las aguas internacionales sería imposible lograr dicha meta, no sólo por la extensión de esta superficie del planeta, también por la conectividad que ahí sucede.

Hoy en día, más de 120 países apoyan públicamente este objetivo a través de la Alianza Global para el Océano y/o la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas (HAC, por sus siglas en inglés), y a la que México se sumó en diciembre de 2020.

Este objetivo se estableció con base en las recomendaciones científicas de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza(UICN), entre otros. 

“Lograr un acuerdo para proteger efectivamente las AFJN es una portunidad histórica que permitirá a la comunidad internacional cumplir compromisos globales y asegurar océanos saludables y resilientes para la conservación de la biodiversidad marina. El tiempo de actuar es ahora”, finalizó Cristóbal Hernández, Ocean Policy Advisor para América Latina de High Seas Alliance.

Lograr acuerdos robustos de protección marina en alta mar, a través de acuerdos internacionales, aunque es una labor ambiciosa es la mejor vía para garantizar el bienestar de las generaciones futuras y preservar la incomparable biodiversidad de los océanos. México es, sin duda, un actor regional estratégico para asegurar que así sea.

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