Tierra

¿Por qué se mueve la planta sensitiva ‘Mimosa pudica’ al tocarla?

La planta tendría cierto control a la hora de decidir el orden de las zonas que más le conviene abrir de nuevo

La Mimosa pudica es una planta angiosperma, es decir, que produce frutos que protegen a las semillas, que pertenece a la familia de las leguminosas. Aunque la especie es nativa del caribe y de América del Sur y Central, es conocida en todo el mundo por su capacidad de moverse rápidamente al ser tocada o sacudida. De hecho, en inglés la llaman touch-me-not, la planta ‘no me toques’.

Pero, ¿qué mecanismo se esconde detrás de esta veloz respuesta? Como muchas otras especies vegetales, la planta sensitiva puede cambiar la orientación de sus hojas dependiendo de las condiciones de luz, cerrándose durante la noche y abriéndose durante el día, en un movimiento llamado nictinastia o movimientos del sueño, que se cree que se usan para evitar pérdidas de calor al disminuir la radiación solar.

Sin embargo, los movimientos inducidos en las hojas por el estímulos mecánicos o eléctricos se conocen como sismonastia, solo descritos en plantas carnívoras de hoja bilobulada, como la venus atrapamoscas (Dionaea muscipula), y en las mimosas, como la Mimosa pudica. La mimosa sensitiva tiene hojas compuestas que, al entrar en contacto con un estímulo, pasan la acción que va provocando una reacción en cadena por los folíolos, hasta llegar al pulvino, un ensanchamiento en forma de cojinete de la base de la hoja o del pecíolo, que detiene el impulso para que no se plieguen más hojas de las que han sido estimuladas.

La explicación bioquímica es que al recibir el potencial de acción (la señal del estímulo), el pulvino responde expulsando iones de potasio y cloro, y absorbiendo iones de calcio, algo que da como resultado un gradiente osmótico que extrae el agua de las células de los folíolos afectadas, haciendo que se encojan temporalmente. Se trata de un proceso costoso energéticamente hablando y que puede interferir con el proceso de fotosíntesis.

Ahora que ya conocemos la razón bioquímica del proceso, la pregunta sería ¿para qué le sirve? ¿Qué ventajas evolutivas le proporciona este rápido movimiento a la planta? La respuesta no es sencilla, parece que el hecho de poder cerrar los pecíolos le aporta una cierta protección frente a los herbívoros, ya que la hace parecer marchita y, por tanto, los depredadores evitan comérsela. También existe la hipótesis de que tanto herbívoros como insectos dañinos se podrían asustar al ver el rápido movimiento de la planta y preferirían comerse a otras, más inmóviles. Otra propuesta de la comunidad científica es que cerrarse las ayuda a perder menos agua por evaporación. 

Lo más interesante, según un estudio publicado en la revista Plant Ecology, es que la mimosa sensitiva puede actuar con cierta plasticidad a la hora de volver a abrir los pecíolos y volver a su posición inicial. De manera que, dependiendo de si esa zona de la planta está más o menos expuesta a posibles depredadores, la planta tardaría más en abrirse; y el contrario en zonas cercanas a las inflorescencias, las cuales interesa que estén accesibles el mayor tiempo posible para su polinización. 

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