Fuego

Insectos: ¿tienen los días contados?

La primera alarma saltó el 18 de octubre de 2017. El huracán Ophelia acababa de pasar por el oeste de Galicia, en dirección a las islas británicas; amanecía nublado en Madrid y diluviaba en Barcelona; y en la revista PLOS ONE se publicaba una investigación que desataba una tormenta que no ha cesado de crecer.

En ella, un equipo de entomólogos neerlandeses, alemanes y británicos anunciaba algo inquietante: tras estudiar datos recopilados durante veintisiete años, habían concluido que en ese periodo había desaparecido casi el 80% de los insectos voladores de 63 espacios naturales protegidos de Alemania.

Un año más tarde, el 15 de octubre de 2018, sonó la segunda alarma. En las páginas de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), otro estudio sacaba conclusiones similares, pero con datos tomados en las selvas tropicales de Puerto Rico.

Los medios de comunicación recogieron el asunto en tonos apocalípticos: ¡nos estamos quedando sin insectos en todo el mundo! Un reciente metaanálisis –estudio donde se analizan todos los publicados hasta la fecha sobre un asunto, para intentar llegar a un consenso científico– no es optimista. Todo indica que estos pequeños animales han dejado de ser legión.

“Las conclusiones no dejan lugar a dudas”, afirma el ecólogo español Francisco Sánchez-Bayo, principal autor del citado metaanálisis e investigador de la Universidad de Sídney.

“Un 41% de las especies de insectos que conocemos se encuentran en peligro de extinguirse en las próximas décadas, y una pequeña proporción ya ha desaparecido en muchos países”.

Sánchez-Bayo y su colega Kris Wyckhuys, experto entomólogo, recabaron información de 73 estudios, todos ellos con series de datos reunidos durante un mínimo de diez años por todo el mundo, para así tener una visión a largo plazo. Decidieron hacerlo porque consideraban que el fenómeno era conocido solo por los expertos, pese a saltar de vez en cuando a los medios de comunicación, y que resultaba urgente disponer de una visión global del problema.

insectos

El científico español se confiesa sorprendido con los resultados de su trabajo:

“Sabíamos que estaban disminuyendo las poblaciones de abejas y también las de mariposas y polillas, pero no sabíamos que lo mismo ocurre con los escarabajos, sobre todo los peloteros”.

Según Sánchez-Bayo, “otro grupo muy amenazado es el de los insectos acuáticos. Una proporción enorme ha desaparecido, y ya se han registrado extinciones de especies. En Centroeuropa, por ejemplo, muchas han caído por la contaminación de los ríos. Algunas especies se encuentran todavía en ciertas montañas, pero en los cursos fluviales de esa región no queda ni una”. 

En su opinión, el escenario resulta catastrófico y amenazante, ya que los insectos juegan un papel fundamental en los ecosistemas, y los polinizadores son básicos para la agricultura.

Estas investigaciones generaron alarma, pero han surgido voces que piden prudencia. En su blog Ecology is Not a Dirty Word (La ecología no es una palabrota), la ecóloga Manu Sanders ha publicado varios insectageddon –en referencia al término bíblico armagedón, que alude al fin de los tiempos–, y subraya las limitaciones de los pocos estudios publicados sobre el tema y la obvia escasez de datos.

Cuando le preguntamos por tales críticas, Sánchez-Bayo se molesta: “Si dices la verdad a gritos, tiene que levantarse alguien que la niegue. Pasa en todos los temas”. Y responde con predicciones basadas en números con las que apuntala su tesis.

“Calculamos que en los últimos treinta años ha desaparecido el 80% de los insectos. Solo nos queda la quinta parte. Basándonos en estos datos, podemos estimar que en un siglo no existirán. Si esto no es alarmante, ¿qué lo es?”.

Sánchez-Bayo puntualiza que esta afirmación es una extrapolación, y admite que “siempre quedará algún insecto, porque sabemos que hay especies que también van aumentando en número, pero su biomasa [la materia total de los seres que viven en un lugar, expresada en peso por unidad de área o de volumen] ha disminuido una barbaridad, mucho más que la proporción de especies. Es escalofriante, y eso no lo sabíamos cuando empezamos con nuestro metaestudio”.

Datos en España

En España, por desgracia, contamos con muy pocos datos que nos permitan hacernos una idea de la salud de nuestras poblaciones de insectos. “Yo puedo contar mis observaciones personales —nos dice Juan José Presa Asensio, catedrático de Zoología en la Universidad de Murcia—. He trabajado en muchos sitios, y al volver al cabo de un tiempo, ves que hay menos ejemplares.

Mi último trabajo a un nivel más allá del local fue un informe sobre especies en peligro para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. En este proyecto participamos varios especialistas europeos en  saltamontes y otros ortópteros (grillos, langostas…), que son mi objeto de estudio, y todos coincidimos: quedan muy pocos, aunque no se han hecho análisis cuantitativos.

Pero hay pistas: antes, cuando hacías un viaje en coche, llegabas con el parabrisas lleno de bichos. Y ahora no. O estabas por la noche en una terraza y te caía de todo. Ahora ningún insecto te molesta, quitando los mosquitos, que con esos no hay quien pueda”, dice dibujando una sonrisa en el rostro.

mariposa

Miguel López Munguira, experto en mariposas –lepidópteros, puntualiza– de la Universidad Autónoma de Madrid, sí dispone de datos que ofrecer. “Nuestra información proviene de censos de mariposas que llevamos a cabo con frecuencia semanal o quincenal desde hace tiempo. Los británicos llevan medio siglo haciendo esto, y en Cataluña se empezó hace más de veinticinco años. 

Estas series temporales de datos nos están mostrando tendencias negativas. Los últimos estudios indican un declive del orden del 30% en las poblaciones de mariposas en las praderas, que son uno de sus mejores hábitats. Me parece bastante significativo”.

Este especialista cita el recientemente publicado Libro rojo de datos de las mariposas europeas, donde se sostiene que el 9% de los ejemplares del continente están amenazados. “Se trata de un porcentaje lo bastante alto como para ser relevante. En España hay indicios de que el declive de estos insectos es real en muchos lugares.

En Sierra Nevada, por ejemplo, la mayor parte de las estaciones de muestreo lo indican así. Todos los datos internacionales demuestran que estamos perdiendo no solo especies, sino también individuos. El fenómeno es general”.

Las consecuencias de esta extinción masiva resultarían muy graves. “No es una cosa baladí —nos dice López Munguira desde su despacho universitario—. Todo nuestro sistema vital descansa sobre ecosistemas naturales que tienen en los insectos un componente importante.

Si su número desciende demasiado, nos afectará. Los insectos no van a desaparecer, lo tenemos todos muy claro. Pero si perdemos un porcentaje elevado, será una muy mala noticia para nosotros”.

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