Sin sus alas coloridas y brillantes, las libélulas macho resultan menos atractivas para sus parejas sexuales y por lo tanto, las poblaciones podrían disminuir trágicamente.
El futuro de las libélulas está en juego. Entre las múltiples consecuencias devastadoras de la crisis climática, el alza en las temperaturas podría estar despojando a los machos de sus colores brillantes. Como en efecto dominó, sin sus características alas en tonalidades metálicas, se harán menos atractivas para sus parejas sexuales potenciales. Así, las poblaciones podrían mermar significativamente en el futuro cercano.
A más temperatura, menos libélulas
Las poblaciones de libélulas que habitan en Norteamérica podrían ser las más afectadas por esta nueva configuración climática. La pérdida en el color de sus alas cristalinas va en detrimento de su actividad sexual, clave para mantener el número de poblaciones en niveles aceptables para su persistencia.
Un estudio reciente publicado en la revista científica PNAS destaca que, entre menos reproducción exista de estos insectos, la diversidad genética entre las especies de libélulas está en riesgo. Michael Moore, de Living Earth Collaborative y la Universidad de Washington en Saint Louis, descubrió junto con su equipo de científicos que entre más frío era el ambiente, mayor la complejidad de los patrones en las alas.
Esta condición les facilita conseguir hembras fértiles. En contraste, aquellas en climas más cálidos tenían las alas más opacas. Esto es así, según los expertos, por la interacción del material con el que están hechas con la luz del sol. Como las alas más coloridas absorben más la luz solar, el tejido se daña. En los casos más extremos, los ejemplares menos resistentes pierden la vida por un golpe de calor.
Poblaciones en decadencia
El estudio consideró 319 especies norteamericanas de libélulas. Una comparación entre los registros de 2009 y 2019 mostró la manera en la que la coloración de las alas había cambiado drásticamente. En apenas diez años, la temperatura logró incidir en la complejidad de los patrones y disminuyó las tonalidades existentes.
Moore espera que, conforme las temperaturas cambien, las libélulas sean capaces de sobreponerse. Si se logran adaptar a las modificaciones en el medio ambiente, es más probable que las poblaciones puedan restablecerse y recuperar la coloración de sus alas. En contraste, aunque las hembras también tienen color en las alas, es mucho menos probable que lo pierdan a pesar de los cambios en la temperatura.
Los científicos no están seguros porqué. Sin embargo, el problema real será que las hembras logren identificar a los machos descoloridos. Menos atraídas por aquellos con patrones más simples, la probabilidad de que se reproduzcan disminuye significativamente —aunque tengan toda la capacidad sexual de hacerlo. En palabras de Moore, esto “[…] sería una consecuencia bastante perjudicial“.