Agua

Crece nivel de agua por inoperancia de planta Bonafont

Hasta finales de los años 90, las aguas del Río Metlapanapa que corrían por el municipio de Juan C. Bonilla eran suficientes para beber, nutrir cultivos y evitar sequías en la región. A decir de los pobladores de la zona, el raudal se secó cuando Bonafont llegó en 2004, y ahora que su planta es inoperante, afirman que el líquido vuelve otra vez. La empresa tiene otra versión. Niega ser un riesgo para la sobreexplotación del acuífero local y asegura contar con todos los permisos para realizar su actividad, por ello lamenta que su planta embotelladora fuera vulnerada por los lugareños.

Fue el 22 de marzo de 2021 cuando miembros del colectivo Pueblos Unidos impidieron el acceso a personal de Bonafont –filial de Grupo Danone–, argumentando que sería clausurada para detener la extracción del agua para fines lucrativos. Posteriormente, en agosto de ese mismo año, irrumpieron y tomaron control de las instalaciones. Aunque el pasado 15 de febrero se realizó el desalojo de los pobladores por órdenes de la justicia federal, el lugar se mantiene cerrado y sin miras a reabrir pronto.

Esta casa editorial solicitó una entrevista con el área de Comunicación Social de la organización, sin embargo, sólo se compartió un comunicado de prensa emitido desde el pasado 25 de febrero. Se hizo hincapié en que la posición desde entonces sigue siendo la misma.

El documento en poder de esta Redacción refiere que desde 2004 la empresa ha sido un pilar fundamental del desarrollo sostenible en la región, argumentando que cuenta con el respaldo de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para extraer el .09 por ciento del total de líquido disponible en el acuífero del Valle de Puebla. Esto a través de un pozo a 130 metros de profundidad, el cual, se indicó, no impacta en las aguas superficiales que llegan a los hogares.

A propósito se señaló que, a consecuencia de la toma de las instalaciones, dicho pozo fue contaminado y el mobiliario destruido, por lo que el lugar permanecerá inservible a mediano plazo.

Otra de las voces buscadas por este medio fue la del alcalde de Juan C. Bonilla, emanado del Partido Acción Nacional (PAN), José Cinto Bernal, a quien se buscó en reiteradas ocasiones para conocer su postura sobre el supuesto daño ecológico de la empresa en su demarcación y la opinión de su pueblo. Sin embargo, pese a la promesa de ofrecer un pronunciamiento, hasta el cierre de esta edición el mismo no ha llegado.

RÍO VUELVE A TENER AGUA

Contrario a los dichos de Bonafont, Fidel Flores Flores, de 75 años de edad, lugareño del municipio, considera que la extracción desmedida del líquido provocó que los arroyos y pozos de la zona se hayan secado por años. En entrevista con este medio, asegura que “el agua es de los pueblos, no de una sola persona, ni de los empresarios”.

Agrega que a un año de que la planta cerró, el líquido llega nuevamente en abundancia a los hogares.

Nelly, vecina de la junta auxiliar de Santa María Zacatepec, refiere que hasta hace dos años sólo lograba llenar dos tambos de 20 litros cada uno por semana, mismos que le servían para darle de beber a su familia; con entusiasmo, admite que hoy cuadruplicó esa cantidad: “Ya no nos falta el agua”, precisa. Lo mismo pasó en el resto de hogares, ya que incluso los vecinos acudieron personalmente a su domicilio para agradecerle por su perseverancia en la defensa del agua, destaca.

Advierte que no es momento de dejar la lucha, pues percibe que la resistencia está más viva que nunca. Declara que ahora también buscarán descontaminar el río, pues en todos estos años cientos de pobladores y empresarios han visto al emblemático Metlapanapa como vertedero de residuos únicamente.

UNIDOS CONTRA LA SOBREEXPLOTACIÓN DEL AGUA

En días pasados, Pueblos Unidos redactó un acuerdo colectivo en el que amagan diciendo que no permitirán que se reactive Bonafont en suelo poblano nunca más, pues señalan que la empresa ha sido protagonista de la inseguridad hídrica en la región. Esperan que el documento sea amparado por el artículo 2 de la Carta Magna, que habla sobre la autorregulación de las comunidades.

El colectivo está integrado por habitantes de San Lucas Nextetelco, San Andrés Calpan, San Mateo Cuanalá, San Lucas Atzala, José Ángeles, San Diego Cuachayotla, San Gabriel Ometoxtla, Santa Bárbara, San Juan Tlautla, Santa María Acuexcomac, San Sebastián Tepalcatepec, San Cristóbal Tepontla, Coronango, Cuautlancingo, Tlaltenango, Santa Ana Xalmimilulco, San Miguel Xoxtla, Tlaxcalancingo y San Pedro Cholula.

De acuerdo con esa organización, Danone extraía casi 600 millones de litros cúbicos de agua al año, provocando que el líquido fuera escaso para las familias incluso por meses.

VAMOS A MORIR LUCHANDO

El Río Metlapanapa forma parte de la cuenca del Río Atoyac, que a su vez pertenece al sistema hídrico del Río Balsas, que beneficia a nueve estados del país: Puebla, Ciudad de México, Tlaxcala, Guerrero, Oaxaca, Jalisco, Estado de México, Morelos y Michoacán.

En los años 50 la vegetación y la fauna eran abundantes. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

Allá en los años 50 del siglo pasado, don Fidel, oriundo de San Lucas Nextetelco, junta auxiliar de Juan C. Bonilla, paseaba por las riberas del río y bebía de sus aguas cristalinas. Cuenta que en aquel entonces la vegetación y la fauna eran abundantes: conejos, ranas, peces, acociles, yerbabuena y berros, eran solo algunos de los productos que llegaban hasta las mesas de decenas de familias poblanas: “Se desbordaba el agua, era agua pura (…), teníamos muchísima y hasta daba para producir hortalizas”.

Para él la defensa del líquido es un asunto personal. En medio de un terreno árido se encuentran los vestigios de una hacienda que, afirma, perteneció a los zapatistas que vivieron en Puebla durante la Revolución Mexicana. Uno de ellos fue su abuelo y es a él a quien le debe su activismo. “Vamos a morir luchando”, externa con determinación.

A un costado del deteriorado inmueble está un ojo de agua. Ahí sale el líquido del subsuelo de forma natural y se reúne con el que baja del Río Metlapanapa para continuar su cauce hacia el Atoyac. Por casi dos décadas ese lugar se mantuvo seco y descuidado, pero hoy el balance hídrico se ve cercano.

En una visita realizada al lugar se constató que el nivel de agua cristalina en ese cuerpo natural alcanza ya un metro de altura. En cuestión de minutos, al sitio llegaron algunas vacas que estaban siendo pastoreadas y bebieron insaciablemente del raudal. “También son seres vivos y tienen sed”, asienta don Fidel.

Ese espectáculo no es cualquier cosa, pues la escasez hídrica afectó también a los ganaderos y agricultores de la región por casi cuatro lustros, impactando negativamente en la economía de muchas familias.

Teresa es campesina y a sus más de 60 años recuerda cómo era vivir junto al río Metlapanapa. La ubicación privilegiada de su casa permitió que sus sembradíos de alfalfa, haba, trigo, avena, fríjol y maíz se dieran en cualquier época del año: “Era todo un paraíso”, recuerda. Sin embargo, conforme se fue secando el sitio, el subsuelo se hizo más árido y sus cultivos empezaron a morir.

Posterior a ello, su producción bajó hasta 75 por ciento y nunca más volvió a generar esa cantidad de alimentos. Incluso, comenta, el suelo se hirió tanto ante la falta de agua que muchos de los comestibles que solía cultivar, simplemente ya no pueden subsistir. En la actualidad sólo siembra maíz y fríjol y lo hace únicamente cuando llueve.

EL RECUERDO ES LA ESPERANZA

Erika es una mujer de 36 años que ha vivido siempre en Santa María Zacatepec. Cuando era niña, su madre solía llevarla a las riberas del río para que pudiera jugar y convivir con sus amigos

Aunque atesora con cariño esos recuerdos, no puede evitar pensar en el dolor que vivió cuando su adorado río se convirtió en una zanja llena de pasto seco, tierra y basura: “Sentí feo porque pues uno se acostumbra a tener todo lo que la naturaleza nos regala. Fue feo cuando lo vi [sin agua] y lleno de basura (…) Es triste porque algo que estaba vivo y nacía ahí, se murió y se secó por completo”.

Al caminar por las orillas del arroyo, Erika sonríe mientras recuerda que fue hace 30 años cuando todavía jugaba en los columpios y en los sube y baja que fueron instalados en ese lugar y que ahora, a causa del deterioro del lugar, fueron vandalizados.

Añade que cuando observó cómo se secó el Metlapanapa, sólo pudo experimentar impotencia y tristeza, ya que eso supondría que sus hijos jamás podrán ver el lugar lleno de agua y vida, tal como ella lo hizo en su infancia: “Es [lamentable] para nosotros que somos un pueblo rico en agua, ver cómo llegan otros que se la llevan y la venden (…). Ya no será como antes”.

A propósito, Nelly, su compañera de lucha, sostiene que lo que más le importa es dejar un mejor lugar para sus hijos. Por ellos es que no desistirá hasta asegurarse de que tendrán la misma certeza sobre el líquido que ella tuvo cuando era niña. Al defender el agua incansablemente, espera que su familia reconozca su esfuerzo y a su vez, pueda dejar constancia sobre lo peleado.

El Río Metlapanapa fue catalogado como arroyo contaminado y en mal estado. Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

“Por lo menos mis hijos están conscientes de lo que su padre y su madre están haciendo, que deben cuidar y defender hasta donde Dios se los permita. En nosotros no quedará si algún día sigue la destrucción”, apunta.

CONTAMINACIÓN, OTRO PROBLEMA

En uno de los brazos del Río Metlapanapa, el agua no corre igual de cristalina que en el ojo de agua. Justo ahí desemboca uno de los drenajes comunitarios. Sin un control evidente, los hogares cercanos al río vierten sus desechos de forma indiscriminada en su caudal. Aunque existe un cárcamo que aparentemente se dirige al drenaje municipal, éste colapsó y su interior va directo a la corriente.

Fidel Flores agrega que los desechos del complejo industrial Ciudad Textil, en Huejotzingo, y los de una granja porcina recientemente instalada en el municipio, alcanzan esa corriente y contaminan el líquido.

De acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en 2020 el Río Metlapanapa fue catalogado como arroyo contaminado y en mal estado.

Los pobladores de Juan C. Bonilla consultados por este medio acusan que el río se está contaminando al amparo de las autoridades municipales. Manifiestan que en reiteradas ocasiones han externado su preocupación por las precarias condiciones del raudal, pero sus peticiones han sido ignoradas. Incluso han sido ellos mismos quienes organizan faenas para remover residuos del lugar. Ante esa realidad, temen que su única fuente de agua pura se convierta eventualmente en veneno para ellos y sus familias.

Fuente: El Sol de Puebla

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