De la naturaleza venimos y a ella vamos: no es un secreto que sentirnos parte de ella, tener contacto con los entornos naturales o realizar deporte al aire libre tengan la llave para menores índices de estrés y ansiedad, el poder de combatir la depresión o la capacidad de recuperar nuestro ritmo circadiano y elevar nuestro estado de ánimo. De hecho, en algunos países europeos como Escocia ya se receta en las consultas médicas, y varios hospitales apuestan por la horticultura para tratar problemas de salud mental.
Incluso aunque vivas en un entorno urbano : en tu hogar, en jardines y parques públicos, o incluso integrando plantas y zonas verdes en tu propia oficina. puedes aprovechar la generosidad de la naturaleza dentro de la propia ciudad. Tener un huerto urbano compartido o incluso cuidar de un bonsai es fantástico para tu cerebro, emociones, capacidad de relajación o sueño reparador.
En este sentido, expertos como la investigadora de la Universidad de Columbia Británica (UBC), Holli-Anne Passmore, revelan que pararte a lo largo del día para reflexionar sobre la naturaleza que te rodea aumentará tu felicidad y bienestar general. Esta científica publicó hace un par de años una investigación que analiza la conexión entre observar la naturaleza y el bienestar personal. Las conclusiones son alentadoras.
Una bacteria es responsable de que trabajar en el huerto te haga tan feliz
El estudio, publicado en el Journal of Positive Psychology, hizo que un grupo de personas documentara cómo los hacían sentir los fragmentos de la naturaleza en su día a día. El espectro era amplio: una planta de interior, pájaros volando, un diente de león en la grieta de una acera, el sol a través de una ventana, el viento en los árboles…
Siguiendo las indicaciones de los especialistas, los sujetos debían tomar una foto del artículo que les llamase la atención y escribir una breve nota describiendo qué sentimientos les suscitaba. Además, hubo un grupo control, y otro que hizo lo mismo pero con objetos hechos por el hombre. En total, hubo 395 participantes.
Tras analizar más de 2.500 fotos y descripciones de emociones enviadas, se extrajo la conclusión de que el simple acto de observar respuestas emocionales a la naturaleza cercana tuvo un impacto tan grande en el bienestar personal.
“La diferencia en el bienestar de los participantes (su felicidad, sentido de elevación y su nivel de conexión con otras personas, no solo con la naturaleza) fue significativamente mayor que los participantes en el grupo que notaron cómo los objetos construidos por los humanos los hicieron sentir y el grupo control”, dice Passmore, tal y como recoge TreeHugger.
“No se trataba de pasar horas al aire libre o dar largos paseos por el desierto”, agrega. “Se trata también de un árbol en una parada de autobús en medio de una ciudad y el efecto positivo que puede tener en las personas”. Además de los baños de bosque, las largas excursiones o mudarte a vivir a un entorno más verde o rural, disfrutar de los regalos de la naturaleza en las ciudades puede contribuir a mejorar nuestra capacidad de conexión, bienestar personal y felicidad.