En ningún otro ámbito la importancia de la biodiversidad para el desarrollo sostenible es más esencial que en los océanos. La biodiversidad marina, esto es, la variedad de vida en los océanos y los mares, es un aspecto fundamental de los tres pilares del desarrollo sostenible —económico, social y ambiental—, que mantiene el funcionamiento saludable del planeta y proporciona servicios que sustentan la salud, el bienestar y la prosperidad de la humanidad.
Los océanos son una de las principales reservas de biodiversidad en el mundo. Constituyen más del 90% del espacio habitable del planeta y contienen unas 250.000 especies conocidas y muchas más que aún quedan por descubrir, ya que todavía no se han identificado más de dos tercios de las especies marinas del mundo1.
Los océanos y la vida que contienen son fundamentales para el funcionamiento saludable del planeta, ya que suministran la mitad del oxígeno que respiramos2 y absorben anualmente un 26% de las emisiones antropógenas de dióxido de carbono emitidas a la atmósfera3.
Cada vez hay más evidencias que demuestran el papel esencial que desempeña la biodiversidad marina para la salud del planeta y el bienestar social. Los sectores de la pesca y la acuicultura son una fuente de ingresos para cientos de millones de personas, especialmente para las familias de bajos ingresos, y contribuyen directa e indirectamente a su seguridad alimentaria. Los ecosistemas marinos proporcionan innumerables servicios a las comunidades costeras de todo el mundo. Por ejemplo, los ecosistemas de los manglares son una importante fuente de alimento para más de 210 millones de personas4, pero también prestan otros muchos servicios como medios de subsistencia, agua limpia, productos forestales y protección contra la erosión y los fenómenos meteorológicos extremos.
No es sorprendente que, dados los recursos que el océano proporciona, se hayan desarrollado asentamientos humanos cerca de la costa: el 38% de la población mundial vive a menos de 100 km de la costa, el 44% a menos de 150 km, el 50% a menos de 200 km y el 67% a menos de 400 km5. Aproximadamente el 61% del total del producto interno bruto del mundo proviene del océano y de las zonas costeras situadas a menos de 100 km del litoral6. Estas zonas, donde la densidad de población es 2,6 veces más elevada que en las zonas del interior, se benefician directa e indirectamente de los bienes y servicios de los ecosistemas costeros y marinos, que contribuyen a la erradicación de la pobreza, el crecimiento económico sostenido, la seguridad alimentaria y la creación de medios de subsistencia sostenibles y de empleo inclusivo, al tiempo que albergan una rica biodiversidad y mitigan los efectos del cambio climático7.
Por eso, las presiones que afectan negativamente a la biodiversidad marina socavan también y ponen en peligro el funcionamiento saludable del planeta y su capacidad para proporcionar los servicios que necesitamos para sobrevivir y prosperar. Además, si sigue aumentando la presión sobre los océanos, la continuidad de la prestación de estos servicios se verá gravemente amenazada. Las consecuencias de la pérdida de biodiversidad suelen ser más graves para los pobres, que dependen en gran medida de los servicios de los ecosistemas locales para su subsistencia y son altamente vulnerables a los impactos sobre tales servicios.
Las preocupaciones por el drástico deterioro de la biodiversidad constituyeron el origen del Convenio sobre la Diversidad Biológica. El Convenio engloba tres objetivos complementarios entre sí: la conservación de la biodiversidad, el uso sostenible de sus componentes y el reparto justo y equitativo de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos. Con 196 Estados partes en el Convenio, este tiene casi carácter universal, señal de que el mundo entero ha tomado conciencia de la necesidad de trabajar conjuntamente para asegurar la supervivencia de la vida en la Tierra.
El Convenio cumple también la función de ser un centro de coordinación en materia de biodiversidad para todo el sistema de las Naciones Unidas y la base para que otros instrumentos y procesos internacionales integren en su labor las cuestiones relativas a la biodiversidad; por tanto, es un elemento central del marco mundial para el desarrollo sostenible. El Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020 y sus 20 Metas para la Diversidad Biológica que los Estados partes en el Convenio aprobaron en Nagoya, prefectura de Aichi (Japón) en 2010 proporcionan un marco eficaz para la cooperación con miras a lograr un futuro en el que la comunidad mundial pueda beneficiarse sostenible y equitativamente de la biodiversidad, sin que ello afecte a la capacidad de las generaciones futuras para hacerlo también.
La importancia fundamental de la biodiversidad marina para el desarrollo sostenible fue reconocida en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en los que los líderes mundiales resaltaron la urgencia de adoptar medidas para mejorar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina. En particular, el ODS 14—conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible— hace hincapié en los fuertes vínculos que existen entre la biodiversidad marina y los objetivos más amplios de desarrollo sostenible. De hecho, muchos elementos del ODS 14 y otros ODS reflejan los mismos objetivos y principios que los acordados en las Metas de Aichi para la Diversidad Biológica. Por tanto, los esfuerzos a todos los niveles por lograr las Metas de Aichi contribuirán directamente al cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y a la consecución de los ODS.
La biodiversidad y los ecosistemas marinos están intrínsecamente vinculados a una amplia gama de servicios que son esenciales para el desarrollo sostenible. Estas relaciones suelen ser complejas y dinámicas, y se ven afectadas por los bucles de retroalimentación y los efectos de las sinergias. Por eso es preciso adoptar un enfoque integrado y holístico de la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina, basado en los ecosistemas y en los criterios de prevención, en los principios de inclusión y equidad y en la necesidad de brindar múltiples beneficios a los ecosistemas y las comunidades.
La labor realizada en el marco del Convenio ha evolucionado para reflejar este enfoque y para ayudar a los Estados partes y a las organizaciones pertinentes a aplicarlo, principalmente mediante estrategias y planes de acción nacionales sobre biodiversidad y mediante políticas, programas y medidas en los sectores que afectan a la biodiversidad y que a su vez dependen de ella.
Esta labor adopta un enfoque temático centrado en: a) comprender el valor ecológico y biológico de los océanos, b) hacer frente a los efectos de las presiones y amenazas sobre la biodiversidad de las zonas marinas y costeras, c) facilitar la utilización de herramientas para aplicar el enfoque ecosistémico en pro de su conservación y uso sostenible, d) crear capacidad para establecer las condiciones propicias para la aplicación del Convenio, y e) integrar la biodiversidad en los distintos sectores.
En el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica, el proceso mundial de identificación de las áreas marinas de importancia ecológica o biológica ha servido para mejorar la comprensión del valor ecológico y biológico de las zonas marinas en casi todas las regiones oceánicas del mundo. Este trabajo es un punto de partida importante en materia de conservación y gestión y crea las condiciones propicias para seguir mejorando y utilizando estos conocimientos y para impulsar la creación de redes científicas y asociaciones a nivel regional. También es útil para identificar lagunas de conocimiento y para dar prioridad a las actividades de vigilancia e investigación que refuerzan la aplicación del enfoque ecosistémico8.
Los Estados partes han dado también prioridad a la necesidad de hacer frente a las principales presiones sobre la biodiversidad marina, como las prácticas de pesca no sostenibles, la basura marina y el ruido subacuático antropógeno, el cambio climático y la acidificación de los océanos. La secretaría, los Estados partes en el Convenio, otros Gobiernos y las organizaciones pertinentes trabajan con científicos y expertos para sintetizar los mejores conocimientos disponibles sobre los efectos de las presiones y factores de perturbación clave, y para elaborar directrices uniformes sobre los medios para prevenir y mitigar los efectos adversos de dichas presiones.
Con base en los talleres de formación organizados por expertos, las publicaciones y la participación en otros procesos pertinentes, el Convenio sobre la Diversidad Biológica ha elaborado directrices para el desarrollo y la aplicación del enfoque ecosistémico, con medidas como la planificación del espacio marino y el establecimiento de zonas marinas y costeras protegidas y la incorporación de la diversidad biológica en las evaluaciones de impacto ambiental y en las evaluaciones ambientales estratégicas, que integran diferentes medidas de política sectorial para hacer frente a las diversas presiones existentes sobre el valor biológico y ecológico de los océanos.
Otro aspecto central del Convenio sobre la Diversidad Biológica es la creación de capacidad para su aplicación. Uno de los instrumentos para ello es la Iniciativa de Océanos Sostenibles, un marco mundial de colaboración coordinado por la secretaría del Convenio junto con diversas entidades de las Naciones Unidas y organizaciones internacionales asociadas. La Iniciativa se basa en las medidas, los recursos y las experiencias existentes mediante el fomento de las asociaciones, la difusión de las lecciones aprendidas y los conocimientos adquiridos y la mejora de la coordinación entre los distintos sectores y grupos de interesados. Y lo hace a múltiples niveles con miras a crear las condiciones propicias necesarias para mejorar la aplicación sobre el terreno. La Iniciativa de Océanos Sostenibles trabaja para facilitar el diálogo y la coordinación intersectoriales a escala regional a través de actividades como el Diálogo Global con Organizaciones de Mares Regionales y Organismos de Pesca Regionales con miras a Acelerar el Progreso hacia las Metas de Aichi para la Diversidad Biológica9.
Los Estados partes han dado también prioridad a la incorporación de los aspectos relativos a la biodiversidad en los sectores económicos que afectan a los ecosistemas marinos saludables, y que a su vez dependen de ellos para un crecimiento económico sostenible. La incorporación de la perspectiva de la biodiversidad en los distintos sectores ocupó un lugar destacado en la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica, celebrada en Cancún (México) en diciembre de 2016. Durante la serie de sesiones de alto nivel de la Conferencia, ministros de medio ambiente, pesca y turismo, entre otros, expresaron su compromiso, haciendo suya la Declaración de Cancún, de trabajar a todos los niveles con los Gobiernos y en todos los sectores para incorporar la perspectiva de la biodiversidad en los programas de desarrollo sectorial. Con este espíritu, la secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica ha trabajado estrechamente durante años con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, los organismos de pesca regionales y otras partes interesadas para reforzar la aplicación del Convenio por los Estados partes y para lograr una mejor incorporación de la perspectiva de la biodiversidad en los sectores de la pesca y la acuicultura.
Si queremos alcanzar los ODS y las Metas de Aichi para la Diversidad Biológica, tendremos que abandonar los enfoques que tradicionalmente se han venido aplicando e incorporar la perspectiva de la biodiversidad en nuestra planificación del desarrollo, en la gobernanza y en los procesos de adopción de decisiones. Para lograr los cambios tan desesperadamente necesarios sobre el terreno, tendremos que movilizar recursos. Además, las partes interesadas a todos los niveles tendrán que ser conscientes de cómo sus acciones y comportamientos afectan a los ecosistemas marinos de los que todos dependemos, y tomar decisiones informadas para mejorar nuestra relación con el océano, que tanto nos ha dado a lo largo de la historia.
La próxima Conferencia sobre los Océanos, que se celebrará en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York del 5 al 9 de junio de 2017, brinda una oportunidad extraordinaria para construir la voluntad política necesaria y establecer las condiciones propicias para fomentar una mejor aplicación a todos los niveles con inclusión de todas las partes interesadas, a fin de lograr un futuro con una biodiversidad marina sana y productiva que sustente el bienestar de la sociedad. En consonancia con los principios de la equidad intergeneracional, también debemos reconocer el derecho de las generaciones futuras a heredar un planeta lleno de vida y a cosechar los beneficios económicos, culturales y espirituales de un océano saludable.