A casi un año del cambio de rutas aéreas, vecinos de más de 150 colonias del Valle de México denunciaron que el intenso ruido que provoca el constante paso de los aviones ha deteriorado su calidad de vida, al grado que ya no pueden dormir, trabajar o estudiar en home office e incluso, disfrutar de ratos de esparcimiento, como ver la tele o escuchar música.
Explicaron que la exposición a altos niveles de ruido les ha provocado problemas cognitivos, que van desde la falta de concentración, somnolencia y cansancio por la falta de sueño y descanso, estado de estrés, nerviosismo, insomnio, dolor de cabeza y ansiedad, explicaron los representantes vecinales del Colectivo Ciudadano Más Seguridad Aérea Menos Ruido.
Vecinos de diversas colonias, especialistas y representantes de cinco zonas distintas del Valle de México (Tepepan, San Ángel, Hogar y Rendición, Naucalpan y Huixiquilucan) compartieron con medios de comunicación sus testimonios sobre los efectos y daños a la salud que han presentado por la constante exposición al ruido provocado por los aviones, y que va desde dolores de cabeza, cansancio y somnolencia por la falta de horas de sueño y descanso, alteraciones emocionales como depresión, ansiedad y estrés, así como problemas de concentración y auditivos; además, del temor constante ante el riesgo de un accidente aéreo.
“Queremos volver a tener nuestra paz, el ruido nos está matando, queremos huir pero no tenemos a donde”, fueron algunas de las expresiones que hicieron los vecinos de la llamada “zona cero” que ha sido identificada como el lugar donde se registran los mayores niveles de ruido, que llegan a alcanzar entre los 100 y 110 decibeles, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 40 decibles de noche y 45 decibeles de día.
“No podemos dormir, no se puede trabajar ni estudiar en la modalidad home office, para escuchar la televisión o la música necesitamos subir todo el volumen y apenas se alcanza a escuchar algo”, expresaron los vecinos, quienes compartieron durante la conferencia de prensa algunas grabaciones de cómo se escucha el ruido provocado por los aviones dentro de sus domicilios.
Al exigir a las autoridades responsables del espacio aéreo volver a la ruta anterior de entrada y salida al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la comunidad explicó que la fauna silvestre ha emigrado, pues antes era común observar tlacuaches, cacomixtles, lechuzas y halcones.
Denunciaron que los ciudadanos han quedado solos, ya que las diversas autoridades se han desentendido, incluido el gobierno de la Ciudad de México, que debería proteger la salud de sus habitantes porque están siendo afectadas más 1 millón y medio de más personas para llegar a los 2 millones 440 mil habitantes; además de 70 hospitales y 1,923 escuelas.
“Nos están matando de a poco, esto es un asunto de salud pública”, expresó Iliana Ramos, quien vive en la colonia Hogar y Redención en la Alcaldía Álvaro Obregón, en lo que han dado en señalar como la Zona Cero, ya que ahí confluyen las dos rutas que llegan o salen por el Norponiente y el sureste de la Ciudad para o desde el AICM.
Estamos en el punto más crítico, donde se da el mayor número de decibeles, cercano a los 105, expresó Ramos, “pero lo más crítico es que pasan sobre nuestra azotea cada 40 segundos o un minuto, que por las barrancas se queda rebotando el sonido y por la continuidad de paso se amplifica. Díganme quién puede vivir así. Es como tener una secadora profesional a un lado de tu oreja, con picos de ruido agresivos para la vida diaria”.
María de la Esperanza Alvarado expresó que incluso hay un estudio del Instituto Nacional de Psiquiatría donde se da a conocer que el ruido en los niveles que están viviendo los vecinos de las zonas afectadas, tienen repercusiones en la maternidad no sólo de los animales, sino también de los seres humanos.
Tania Leites, agregó que el problema de la contaminación sonora, ha bajado hasta 40% la plusvalía de las propiedades en aquella zona del Estado de México.
Tere Soria, vecina del norponiente dijo que el corredor afectado es desde Tepoztlán, pasando por Milpa Alta, Xochimilco, Tlalpan, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Miguel Hidalgo y las zonas cercanas a los cerros de Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán y otros municipios aledaños.
Luz María Gaubeca mostró un mapa para explicar cómo se incrementó prácticamente al doble el riesgo y la afectación a la salud en la zona sur, así como para las zonas cercanas a la barranca. “No es posible que todas las instancias gubernamentales como el SENEAM, la AFAC, la SCIT, la Secretaría de Salud, la PROFEPA, la PAOT y demás instancias a las que han acudido, incluidos los juzgados federales y locales, han hecho caso omiso a sus exigencias.
“Qué tenemos que gritar o decir para que escuchen que el ruido es un problema de vida o muerte, un problema de salud, de volverse locos. ¿Cuándo dará México el paso a la defensa de los derechos humanos completos, como lo marca la Constitución?”, expresó Gaubeca.
En su oportunidad, Jorge García, vecino de la zona de Tepepan expuso que las afectaciones no sólo son en la zona metropolitana de la Ciudad de México, sino también desde Tepoztlán, Morelos donde comienzan a bajar y pasan por zonas como Milpa Alta, Santa Úrsula por el Estadio Azteca. Agregó que el sonido de los aviones se genera en una especie de embudo con alrededor de 10 calles a la redonda de donde pasan, razón por la que a la mayoría de la población le pasa desapercibido.
Y mandó un mensaje a los funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones, Infraestructura y Transporte de que “no nos vamos a acostumbrar a esta violencia sonora y exigimos que se regrese a la ruta del Norte que es la más adecuada y más ensayada y sin tantos riesgos por muchos años”.