Tierra

El opilión, un arácnido tan temido como inofensivo

Este orden animales ni se pertenece al de las arañas ni pica ni es venenoso

Aunque parezca mentira, no todos los artrópodos con aspecto de araña son peligrosos para los humanos. De hecho, los opiliones, también conocidos vulgarmente como arañas patonas, morgaños o segadores, son un orden de arácnidos totalmente inofensivo.

Debido a que la disposición de sus quelíceros, una especie de “ colmillos” situados antes de la boca que usan para agarrar el alimento, acaban en forma de pinza y no de navaja como en las arañas, los opiliones no pueden “picarnos”. Además, tampoco poseen ningún tipo de glándula venenosa asociada a ellos, como sus temidos parientes.

Entonces, si nos topamos con un artrópodo “aracniforme” ¿Cómo sabemos si se trata realmente de un opilión?. Es muy sencillo. Mientras que en las arañas es muy fácil observar la separación entre el prosoma (el cefalotórax o, para entendernos, la “cabeza”) y el opistosoma (el abdomen), los opiliones tienen estas dos partes del cuerpo fusionadas y su anatomía forma un todo globoso. Dicho en otras palabras, en el cuerpo de las arañas se distinguen claramente dos partes, mientras que en el de los opiliones se ve una sola pieza. Además, las arañas pueden tener tres o cuatro pares de ojos, los opiliones, por su parte, solo tienen un par de ojos situados en la parte superior del cefalotórax.

Pero su historia no acaba a aquí. De momento se han descubierto más de 6650 especies de opiliones y pueden encontrarse prácticamente en todos los continentes, excepto en la Antártida. Sus fósiles más antiguos se encontraron en Escocia y son de hace 400 millones de años, algo curioso es que su anatomía no ha cambiado prácticamente desde entonces, como sus ocho patas larguiruchas, que pueden llegar a medir hasta 12 cm.

Algunos datos curiosos de los opiliones:

  • Pueden respirar a través de su cuarto par de patas.
  • No tienen glándulas de seda y, por lo tanto, no pueden construir telas.
  • Son amantes de la humedad. Suelen vivir en hojarasca, grietas y cuevas y debajo de rocas y corteza de árboles.
  • Usan sus quelíceros para limpiar sus patas y, en el caso de tener que defenderse de depredadores, pueden soltarlas como maniobra de distracción. Por desgracia, la extremidad perdida nunca se regenera, pero pueden apañárselas sin ella para sobrevivir.
  • Se pueden aislar hasta 60 compuestos químicos de las secreciones que usan para defenderse.
  • Tienen tendencia a agruparse, de hecho en la mayor concentración descrita participaron más de 70 000 individuos. Este comportamiento lo usan para ​​mantener mejor el calor y la humedad.
  • A diferencia del resto de arácnidos, los machos de opilión están dotados de un órgano copulador y practican la fecundación interna.
  • En algunas especies, los machos usan sus quelíceros para ofrecer una secreción oral a las hembras como regalo nupcial, para cortejarlas.
  • Cuando se trata de reproducirse, dejan de ser inofensivos y pasan a pelearse entre machos para acceder a las hembras. 
  • Incluso Salvador Dalí los incluyó en su cuadro Opilió pixallits al capvespre…¡esperança! 

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