La madrugada del 15 al 16 de febrero de 1941, la ciudad cántabra de Santander vivió una de sus noches más catastróficas. Un incendio arrasaba la tercera parte de la ciudad marcando su historia para siempre.
El gran incendio de la ciudad fue llamado ‘El Andaluz’, porque, según las crónicas de la época, un cortocircuito iniciado en la calle Cádiz era el causante del desastre. El accidente, sumado a unas rachas de viento inusualmente fuertes, hicieron que el 95% de los comercios que se encontraban en la zona, desaparecieran. El incendio, que alcanzó una superficie de 2 kilómetros cuadrados, afectó a más de 200 edificios.
El viento, el gran culpable
Un temporal de viento sur y clima seco fueron los culpables de que las llamas se propagaran a gran velocidad, puesto que se registraron picos de hasta 140 km/h. Las llamas solo pudieron ser controladas a través de cortafuegos hechos con dinamita. Tan solo derribando infraestructuras se pudo controlar el camino de las llamas. Un bombero madrileño que participaba en las tareas de extinción, fue el único fallecido.
“Era una cosa tan impresionable…como un resplandor, tremendo”, recordaba una Carmen, vecina santanderina a TVE años después. Tenía solo 15 años, pero lo recuerda bien. “Las voces de alarma de los barcos se oían avisando de que Santander estaba en llamas”, rememora frente a las cámaras, “eso me impresionó y no lo puedo remediar”, añade.